India: El trabajo de sor Amitha con los transexuales despreciados
Gudrun Sailer
Viven pidiendo limosna y prostituyéndose, son despreciadas por todos, incluso por sus padres, porque son “diferentes”: son las personas transgénero en el Estado federal indio de Andra Pradesh. La monja salvatoriana Amitha Polimetla acompaña a las personas de esta comunidad brutalmente marginada y lucha para que puedan tener una existencia digna. “En el estado de Andra Pradesh, las personas transgénero forman parte del grupo más discriminado de la sociedad”, explica la religiosa de 39 años, que desde hace varios años trabaja por las personas de esta comunidad. “Creo que no hay otro grupo de personas marginadas por sus padres, ridiculizadas por sus hermanos, maltratadas por sus vecinos y obligadas a abandonar su familia de origen”.
Según las estimaciones, más de medio millón de personas transgénero viven en el subcontinente: su presencia ha sido atestiguada durante varios siglos en la diversa cultura india. Los llaman “hijras”. Desde un punto de vista biológico son varones, pero se sienten y se comportan como mujeres. “Es en la adolescencia cuando a menudo se reconocen en modelos de comportamiento femeninos; a veces son los mismos miembros de la familia o los amigos los primeros en darse cuenta”, explica la hermana Amitha.
Sin embargo, este es el momento en que la vida de estas personas cambia. La marginación es inmediata y radical, afirma la religiosa. Incluso el sistema escolar no gasta una palabra a favor de los adolescentes transgénero, acosados por todos. “Expulsados de su familia, huyen en busca de su identidad. La mayoría de las veces emigran a las ciudades, donde para sobrevivir comienzan pidiendo limosna y terminan prostituyéndose. ¿Por qué? Porque en la cultura transgénero de la sociedad india es así... Estas personas no tienen otra manera de ganarse la vida”.
Sor Amitha escribió su tesis de licenciatura sobre las comunidades transgénero en Andra Pradesh. Y pensar que hasta hace unos años ni siquiera sabía lo que eran, las personas transgénero. Un día las vio en el tren rumbo a Bangalore: un pequeño grupo de hombres vestidos de mujer, maquillados y con joyas de bisutería; eran ruidosos, aplaudían, mendigaban y eran realmente agresivos. “Todos volteaban la cabeza hacia otro lado, nadie quería mirarlos a la cara ni hablar con ellos, y mucho menos darles dinero. Y esas personas entonces empezaron a tocar a algunos hombres para obligarlos a darles dinero”. El aspecto y el comportamiento provocador de estas personas le resultaban realmente molestos.
Entonces sor Amitha pidió a algunos estudiantes que trataran de entender de qué se trataba realmente. Son hijras, fue la respuesta, personas que mendigan y se prostituyen para sobrevivir. “Estaba asolada. Empecé a documentarme. Y un día, cuando salía de casa, una mujer transgénero vino a mi encuentro. Entré en pánico y no sabía cómo reaccionar; lo único que pude hacer fue sonreír y preguntar: ‘¿Cómo estás?’. En ese momento, la mujer estalló en lágrimas y comenzó a contarme su historia. Por primera vez me di cuenta de lo discriminadas que son estas personas y lo desesperadas que están por ser aceptadas”.
Según el carisma salvatoriano, sor Amitha trata siempre de encontrar un camino muy concreto — en el seguimiento de Cristo — para curar y volver a poner en pie a las personas. “Cristo está siempre del lado de los marginados y de los abandonados por la sociedad. Está del lado de los pecadores, de los recaudadores de impuestos, de las prostitutas, de los intocables, de los pobres”. Y ciertamente no se habría avergonzado de estar junto a las hijras — de esto está firmemente convencida — porque estas personas viven en una periferia existencial extrema. En la ciudad portuaria de Visakhapatnam, junto con algunas hermanas, abre un punto de encuentro para las hijras, la “Nee Thodu Society for transgender persons”.
Pero la hermana Amitha también se mueve mucho: “Trato de averiguar dónde viven y voy a verlos; hablo con ellos, grabo sus historias”, explica. “Trato de hacer de puente entre ellos, el gobierno y sus familiares. Ofrecemos formación para la comunidad transgénero, para sus padres y para el público en general”, explica la religiosa. Proyectos futuros incluyen el lanzamiento de una línea de ayuda para las personas transgénero y la apertura de un lugar de acogida.
En 2014, el gobierno indio reconoció a las personas transgénero como “tercer género” y, a partir de 2020, las autoridades emiten sus documentos de identidad para permitirles una vida normal. Pero el camino es largo: “El 90 por ciento de las personas transgénero no han terminado la escuela porque han sido acosadas hasta el punto de abandonar la escuela. Esto significa que su nivel de educación es realmente muy bajo”, continúa la hermana Amitha. Muchos son analfabetos y no conocen sus derechos civiles. “Nosotras les ayudamos a obtener el documento de identidad, que es un asunto bastante complicado. Y luego las acompañamos al notario, ante el cual deben declarar su identidad transgénero”.
Condenar a las mujeres trans por su comportamiento no conforme — según la monja salvatoriana — es el punto de partida equivocado, porque las personas involucradas no han elegido esta predisposición y sufren fuertes estigmas sociales. Ciertamente, la cuestión del “tercer género” plantea interrogantes también a la Iglesia, reconoce la religiosa. “Pero el hecho de que nazcan niños con esta predisposición es una realidad. Debemos acogerlos tal como son, ayudarlos y apoyarlos, sin pretender cambiarlos”.
Al mismo tiempo, la no participación de las personas trans en la sociedad es, desde el punto de vista cristiano, profundamente injusta, afirma sor Amitha. “Las personas con este tipo de orientación, con este tipo de desequilibrio hormonal o cromosómico, existen. Durante siglos han estado limitadas en su desarrollo: ¿cuántos años más podremos seguir ignorándolas de esta manera? Ha llegado el momento de aceptar a estas personas tal como son y ayudarlas con todos los medios para que puedan llevar una vida digna en nuestra sociedad”.
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