Juntos, en medio de la Creación: una nueva frontera de atención
Alessandro Guarasci – Ciudad del Vaticano
8.30 a.m., 30 de abril. La nave atraca en el muelle de Génova. Hay nostalgia de lo que para tantos ha sido una auténtica aventura, un salirse de lo establecido, un nuevo itinerario de atención para una "pedagogía itinerante". Las 40 personas con discapacidad que la fundación MAiC de Pistoia ha querido llevar de crucero, se miran, se despiden, pero en sus ojos es claramente visible la melancolía por el final de esta experiencia vivida juntos navegando por el Mediterráneo. Una semana con las familias, los educadores, los voluntarios marcó la diferencia.
Estos chicos y chicas "especiales" a menudo no pueden experimentar su discapacidad en entornos creados y diseñados para los llamados "normales"; son libres, sí, pero siempre en espacios dedicados y confinados. En cambio, el mar, máxima expresión de la Creación, les ha dado un horizonte sin límites más allá del cual seguir soñando.
De la MAiC a una atención global
Partieron de Génova el 24 de abril y regresaron a la capital de Liguria al cabo de una semana. Fue la gran nave World Europa la que acogió a estos 40 jóvenes discapacitados, haciendo escala en Nápoles, Mesina, Malta, Barcelona y Marsella. Para los que nunca lo han hecho, un crucero es una mezcla de sensaciones: la relación con el mar, el contacto con las ciudades donde se desembarca, el viaje y el destino, el entretenimiento a bordo. Un caleidoscopio de estímulos que, sin embargo, en el caso del viaje organizado por la MAiC, permitió continuar con las terapias que normalmente se llevan a cabo en Pistoia desde que se creó la fundación hace 60 años. La MAiC aspira a "una atención global – dice el presidente Luigi Bardelli – para garantizar la continuidad de las vías de rehabilitación y construir así un futuro de serenidad para las personas con discapacidad y sus familias".
Espacio a las emociones para superar los propios límites
No es difícil entrar en contacto con los huéspedes de la MAiC, con los padres que los acompañan. Están deseosos de abrirse y compartir sus emociones con nosotros, porque para muchos de ellos es la primera experiencia de este tipo. Para otros, es un nuevo comienzo tras las restricciones de la pandemia de Covid-19, que inevitablemente tuvo un impacto aún mayor en los más vulnerables. Podríamos contar decenas de historias, pero todas ellas tienen como hilo conductor el deseo de ir más allá de los propios límites, de imaginar un futuro diferente al actual. El barco se desliza lentamente sobre el mar, pasando por paisajes únicos, pero también por ciudades fuertemente urbanizadas que nos hacen pensar en lo indispensable que es proteger la Creación de la agresión del cemento.
Alessio aprendió a nadar “como un pez”
Sabrina es la mamá de un chico de 14 años autista: "En estas vacaciones, Alessio ha sacado a relucir toda una serie de emociones que guardaba en su interior: desde el deseo de hacer amigos hasta su relación con el agua de la piscina, pasando por pedir ayuda, incluso aquí come cosas que nunca había probado. El mero hecho de no sentirse limitado por la ciudad, su relación con el mar, contribuye a darle una ventaja adicional". De hecho, Alessio nada ante nuestros ojos como si siempre lo hubiera hecho, a pesar de no haber asistido nunca a un curso regular de natación, y aquí ha empezado a vivir casi totalmente su relación con los que le rodean.
Gianluca y su euforia incontenible
Y luego está Gianluca. “No es la primera vez – nos cuenta su madre, Nunzia – que salimos de Pistoia de viaje. Antes éramos un grupo de amigos, pero después de la pandemia todo se paró. Y ahora volver a viajar, más aún en crucero, es una experiencia que marca un punto de partida”. De hecho, durante el lockdown, las organizaciones sanitarias no siempre han sido capaces de ofrecer una alternativa viable a la suspensión de las actividades.
Gianluca nos cuenta que su emoción una vez que subió a este barco literalmente explotó, una emoción difícil de gestionar en los primeros días, dada su patología, pero que sintió desde el primer momento en que le propusieron este crucero. Gianluca nos habla de muchas cosas, pero sobre una en particular quiere hacer hincapié: "Hay demasiadas barreras arquitectónicas en nuestra sociedad, y las instituciones, pero también todos los ciudadanos, deben hacer más para que nuestras ciudades sean accesibles para todos”.
Contacto y confianza: una gran familia
"Es bonito que nuestro presidente Bardelli, al que yo llamo 'babbone' (papá grande), haya venido aquí en el crucero, porque mi papá ya no está". Habla Elena, de 47 años, que llegó a este rascacielos del mar con su madre, Mafalda. Esta mujer, ya octogenaria, tiene un carácter fuerte, con un hermano sacerdote que la ha ayudado y consolado mucho a lo largo de los años, teniendo en cuenta que perdió a su marido hace unos treinta.
"Elena llegó a la MAiC cuando tenía tres meses, es básicamente una veterana de esta fundación", nos cuenta Mafalda, que ha establecido una relación de confianza con los educadores, hecha de atención médica, rehabilitación, pero también de complicidad. De hecho, todos los pacientes de la MAiC han establecido un entendimiento especial con el personal sanitario, con sus educadores. A todos los efectos, forman parte de su familia, porque la rehabilitación es un proceso continuo en el que intervienen los sentidos, pero sobre todo el corazón.
Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad – por poner sólo algunos ejemplos –, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza. Todo está conectado. Si el ser humano se declara autónomo de la realidad y se constituye en dominador absoluto, la misma base de su existencia se desmorona, porque, “en vez de desempeñar su papel de colaborador de Dios en la obra de la creación, el hombre suplanta a Dios y con ello provoca la rebelión de la naturaleza”. (LS 117)
En esta experiencia a bordo de la World Europa, una nave altamente ecológica, por cierto, tocamos las reflexiones que el Papa Francisco encomendó a la Laudato si'. El hombre y la Creación pueden convivir en paz, justicia y armonía. Y no sólo eso. Cuanto más nos unamos para salvaguardar la Casa común, más de ella llega la cura para las enfermedades y las formas de discapacidad invalidantes.
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