Camino Neocatecumenal, Kiko a los jóvenes: Dios los prepara para una misión
Debora Donnini - Lisboa
Frente al lugar donde el río Tajo se dispersa para desembocar en el océano Atlántico, de donde han partido tantos barcos para abrir rutas comerciales, pero también tantos misioneros que han zarpado hacia los confines de la tierra, ayer sopló de nuevo el viento del celo por la evangelización.
Tras los días extraordinarios de la JMJ de Lisboa, ayer por la tarde -como de costumbre, al día siguiente del encuentro mundial con el Papa- unos 75.000 jóvenes del Camino Neocatecumenal, ondeando banderas de unos 114 países del mundo, participaron con su alegría desbordante en la concentración vocacional organizada por el Camino Neocatecumenal. Cerca de la mitad procedían de Europa; 20.000, de América. Unos 800 vinieron de Asia: China, India, Corea del Sur y otros países. Extraordinaria es la participación de pequeños grupos de países africanos: de Costa de Marfil a Ruanda, pasando por Madagascar y las Seychelles. Incluso de Oceanía y las islas del Pacífico llegaron 650.
Las palabras del Patriarca de Lisboa sobre la compasión
El emotivo y concurrido encuentro estuvo presidido por el Patriarca de Lisboa, Cardenal Manuel Clemente, quien en su homilía, tras la proclamación del Evangelio sobre la multiplicación de los panes y los peces, se detuvo en la compasión de Jesús por la multitud hambrienta. Los jóvenes tienen hambre de Cristo y cada Jornada Mundial de la Juventud, remarcó, nace de esta compasión de Cristo en la que uno está llamado a participar.
También asistieron a la reunión el nuncio en Portugal, monseñor Ivo Scapolo, 47 obispos y otros cinco cardenales: Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea; Gérald C. Lacroix, arzobispo de Quebec; Odilo P. Scherer, arzobispo de São Paulo; Sean Patrick O'Malley, arzobispo de Boston y presidente de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores; Antonio María Rouco Varela, arzobispo emérito de Madrid. El obispo auxiliar de Lisboa, Américo Aguiar, también figuraba entre los nuevos cardenales en el Consistorio del 30 de septiembre. El Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, cardenal Kevin Farrell, envió en su representación al Dr. Paul Metzlaff, de la Oficina para la Juventud, y también estuvo presente el alcalde del municipio de Oeiras, donde tuvo lugar el encuentro, Isaltino Morais.
El Kerigma
Una solemne procesión de sacerdotes, seguida por las notas de una canción con las palabras en arameo del Ave María, acompañó a una estatua de la Virgen de Fátima sobre el escenario donde también había una imagen de la Sierva de Dios, Carmen Hernández Barrera, coiniciadora con Kiko Argüello del Camino Neocatecumenal y para quien la archidiócesis de Madrid abrió el pasado diciembre la causa de beatificación.
Tras la proclamación del capítulo II de los Hechos de los Apóstoles con el anuncio hecho por Pedro el día de Pentecostés, Kiko anunció el kerigma, que Cristo murió en la cruz y resucitó, dando al hombre la posibilidad de amar incluso a los malvados. El amor total que la Iglesia ha llamado Caridad, con una nueva palabra. El amor de Cristo en la cruz por cada hombre rompe las cadenas del pecado y de la muerte que lo envuelven cuando se separa de Dios, rompiendo el vínculo con la fuente de su ser. En un mundo en el que la inteligencia artificial cambia muchos aspectos de la vida, incluida la religiosa, y en el que vemos tantos suicidios de jóvenes, Kiko anunció la posibilidad de que los jóvenes experimenten este amor que hace capaces de amar de verdad a quienes lo reciben.
También contó cómo en 1968 él, Carmen y el P. Francesco Cuppini llegaron a Portugal para anunciar el Evangelio, cómo Dios les había preparado para la misión: incluso en Lisboa, en aquella época, se fueron a vivir a las chabolas de La Curraleira y Carmen fue acogida por unas monjas. "¿Cómo callar en un mundo que se aleja de Dios?", dijo Argüello, recordando que hoy "la Iglesia necesita jóvenes, nuevos sacerdotes, misioneros que salgan a evangelizar como yo estoy haciendo hoy". "De Lisboa -siguió subrayando- salieron misioneros para Angola, Mozambique, Brasil....". No sólo salieron misioneros para África y América, sino también para Asia... Hoy, el Señor llamará a algunos de vosotros a ir a las islas más lejanas y a muchas zonas donde Jesucristo aún no es conocido".
La lucha de la fe y la alegría de los proclamadores
La importancia de la comunidad cristiana en la lucha por la vida de fe, en un mundo marcado por un creciente relativismo y en el que se extienden leyes como el aborto y la eutanasia, fue recordada por Ascensión Romero, miembro del equipo internacional del Camino, quien instó a los jóvenes a confiar en el Señor, recordando las palabras del Papa al final de su homilía del domingo: "No tengáis miedo". Por su parte, el padre Mario Pezzi, sacerdote del equipo internacional del Camino, se dirigió a los jóvenes invitándoles a no tener miedo de ofrecer su vida al Señor, aportando su propia experiencia de más de 50 años de gozoso sacerdocio, vividos en los cinco continentes, como misionero. Destacó también cómo el origen del Camino Neocatecumenal como itinerario de iniciación cristiana para adultos está vinculado al Concilio Vaticano II. Emotivo fue el momento de las llamadas vocacionales cuando, subiendo al estrado para recibir la bendición, unos 2.000 chicos expresaron su deseo de iniciar un camino de discernimiento para el sacerdocio y 1.500 chicas para la vida consagrada o la misión.
La peregrinación a Lisboa
Un viaje que estos miles y miles de jóvenes, acompañados por catequistas, realizaron a lo largo de estos días de la JMJ y de los días previos a su llegada a Lisboa. Muchos grupos, entre ellos uno con 100 jóvenes de Tierra Santa o, por ejemplo, uno de Japón, visitaron Barbastro, el lugar donde 51 personas, en su mayoría seminaristas claretianos, encontraron el martirio, y luego algunos grupos fueron a Javier, el lugar de nacimiento de Francisco Javier. Muchos jóvenes en sus autocares siguieron rutas hasta Tudela, lugar de nacimiento de la Sierva de Dios, Carmen Hérnandez, así como miles fueron a su tumba en Madrid. Recorrieron diferentes rutas por ciudades españolas proclamando el Evangelio en las calles y muchos han estado en Fátima en oración. Varias veces durante el encuentro se recordó la importancia de las apariciones a los tres niños pastores. El camino de estos jóvenes está enraizado en la experiencia de fe que viven en las pequeñas comunidades de las parroquias a las que pertenecen. Una experiencia de perdón, de ayuda ante las muchas tentaciones de perderse que el mundo ofrece a los jóvenes, y de ser capaces de volver a levantarse cuando caen, y de descubrir una vocación en sus vidas porque, como nos recordó Kiko, "somos ciudadanos del Cielo".
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