Arzobispo cubano invitó a descubrir la vida como don de Dios
Hna. Débora Evangelina A.S.C.J. - Ciudad del Vaticano
Presentando el texto de la parábola de las vírgenes necias y sensatas, compartió en su homilía dominical Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, arzobispo de Santiago de Cuba, una intervención realizada por los niños, en una misa recientemente celebrada, en donde nos explicará que es ser necio o sensato. Los niños dijeron, que la persona sensata, es la que tienen los pies en la tierra, la que es previsora, y busca cumplir con todo, practicando la verdad. Por el contrario, los necios son los que no descubrieron el verdadero sentido de la vida.
El arzobispo, señaló que es importante conocer en qué momento debemos encender las lámparas, que esto no puede ser ni antes ni después, sino que debemos tenerlas preparadas.
Así mismo invitó a descubrir la vida como don de Dios, de no obscurecerlo por cualquier motivo, sino de cumplir con nuestro deber, para no ser como los necios que se encuentran “en cualquier cosa”.
El libro de los Proverbios, expuso Monseñor Ibáñez, nos recuerda la relación entre el esposo y la esposa, imagen que se le atribuye a la Iglesia, la esposa hacendosa que busca en todo momento cumplir con la voluntad de Dios y cuyo esposo la recibe con gozo. De igual manera, ella desea recibirnos a nosotros sus hijos.
El fin de los tiempos
Ibáñez, elevando una breve oración “Señor, he conservado el aceite, hay veces que, con dificultades, otras veces he derramado un poco de aceite en el piso, otras veces lo tomé para cocinar, perdóname por todo esto, porque al final lo que quise era tenerlo siempre aquí para cuando Tú llegaras”, invitó a construir nuestras vidas de tal forma, que, al momento de nuestro encuentro con el Señor, tengamos los recipientes de nuestras lámparas encendidas.
El Señor otorga a cada uno una vocación, unos dones, afirmó el Prelado en su mensaje, los cuales debemos de multiplicar y no guardarlos en el bolsillo.
La creación puesta en manos de Dios
Para concluir recordó la cercana fiesta litúrgica de Cristo Rey, “toda la creación está expectante, para participar de la Cena de bodas del cordero y que por amor el Señor, nos regala la vida y nuestro nombre desde antes de nuestra concepción, porque el desea estar junto a nosotros”.
Finalmente invitó a vivir la Palabra de Dios, celebrar la Eucaristía, y saber pedir su ayuda para llevar a cabo su voluntad y poder presentarnos ante Él con las manos rebosantes de las obras de misericordia.
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