Comienza la 123ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española
Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
Con un llamamiento al diálogo social entre todas las instituciones de la sociedad española sin cordones sanitarios ni exclusiones el Cardenal Juan José Omella, Presidente de la Conferencia Episcopal Española, se dirigió a los participantes en la inauguración de la 123ª Asamblea Plenaria este lunes 20 de noviembre. En la sede de la CEE en Madrid, el purpurado recordó que todos los pactos son lícitos en la medida que respeten el ordenamiento jurídico, el Estado de Derecho, la separación de Poderes de nuestra democracia, aseguren la igualdad de todos los españoles y garanticen el equilibrio político, económico y social establecido en la Constitución de 1978.
Pidió a los dirigentes políticos y a los líderes sociales y de opinión que pongan todo lo que esté de su mano para bajar el clima de crispación social: “Les interpelo a que trabajen en todo momento en favor del interés general, favoreciendo la comunión y potenciando siempre lo que nos une, lo bueno, lo bello, lo que beneficia al bien común de toda la ciudadanía de este hermoso país”.
El arzobispo de Barcelona invitó de todo corazón al Pueblo de Dios a permanecer más unido que nunca y resaltó la experiencia vivida durante la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo como “un primer signo de esperanza”.
Abusos, educación, migrantes: asuntos al centro de la Plenaria
También se refirió al escándalo de los abusos sexuales en la Iglesia y pidió perdón “a todas las personas que han sufrido debido a estas execrables acciones, especialmente a las víctimas y sus familias”. “No hay palabras suficientes para expresar cuánto lamentamos su dolor, así como la traición cometida por parte de algunos miembros de nuestras comunidades”, añadió e instó a cualquier víctima a acercarse a los organismos correspondientes en cada diócesis.
En su extensa alocución, remarcó la necesidad de educar a niños, adolescentes y jóvenes como “el gran reto y la principal preocupación de la sociedad”. Manifestó su consternación por los problemas de disciplina, el abandono escolar, la renuncia a la cultura del esfuerzo, la violencia en los centros educativos y los abusos sexuales. Sugirió formar a los jóvenes “para vivir la felicidad propuesta por Jesús en el Evangelio”. Animó a todos los fieles a participar en el congreso “La Iglesia en la Educación. Presencia y compromiso”, previsto para el 24 de febrero de 2024 en Madrid. Omella reconoció la esperanza de que este evento, “construido entre todos siguiendo el estilo sinodal, sirva para tomar conciencia de la real presencia educativa de la Iglesia en nuestra sociedad”.
Respecto a la situación socio-política que atraviesa España, presentó cinco prioridades para avanzar hacia un futuro con más esperanza: abordar la precariedad laboral desde una perspectiva integral; consolidar y desarrollar un sistema de garantía de ingresos mínimos; mejorar el acceso a una vivienda digna; garantizar la protección a la infancia y a la familia y avanzar en la regulación de las personas migrantes.
En relación con las migraciones, el Pastor defendió el derecho de toda persona a contar con las condiciones de vida digna, paz, desarrollo integral y futuro en el propio país, así como el derecho a migrar, haciéndolo de forma segura, “salvaguardando la dignidad de las personas en movilidad, frenando la acción de las mafias”.
¡Gracias por abrir las puertas del corazón a los que sufren!
Por su parte, Monseñor Bernardito Auza, Nuncio Apostólico en España, también hizo uso de la palabra en la sesión inicial y extendió el saludo y la bendición del Santo Padre.
Auza retomó la tarea permanente de “poner atención a los variables aspectos de la vida de las personas” para proteger y promover la dignidad de cada ser humano. También subrayó la premura de implicar a los hombres y las mujeres de buena voluntad a identificar lo que perjudica y no ayuda al desarrollo del otro, a la vez que a adoptar opciones para avanzar.
En cuanto a la movilidad humana, el Representante Pontificio sostuvo que la Iglesia no permanece ajena a la cuestión migratoria y, junto a las acciones de acogida y protección, en cuanto puede, une las de información y de inserción que, particularmente ejerce con esmero a través de las Cáritas y de otras instituciones diocesanas y de carácter nacional, anhelando, entre otras metas, como afirmó Omella, la regularización de las personas migrantes.
El diplomático citó la carta enviada por el Papa al Obispo de Islas Canarias sobre la difícil situación migratoria que las islas están atravesando, en la que escribía: “En primer lugar, agradezco los grandes esfuerzos que se están realizando para intentar dar respuesta a esa situación de emergencia… ¡Gracias por abrir las puertas del corazón a los que sufren!”. Y expresó que estas palabras de aliento y de cercanía del Papa a la Iglesia y al Pueblo en las Islas Canarias “son valiosas también para todos”.
“Es cierto que acoger, proteger, promover e integrar a los hermanos y hermanas necesitados se podría considerar puramente un acto humanitario, pero para los que creen, actúan y viven en el amor de Dios, es un acto a la vez humanitario y divino, humano y espiritual, así como un acto de amor hacia el próximo y hacia Dios, porque, el Señor dice solemnemente: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’, y ‘cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo’ (Mat. 25: 40, 45)”.
El delegado del Papa acotó “la grave responsabilidad de cuidar la educación en la fe de nuestros niños y jóvenes, y todos nuestros fieles, para que, con recta conciencia, abracen y transmitan la fe con fidelidad, inteligencia y alegría”. Reivindicó el rol de la escuela católica que sigue “prestando un servicio inestimable, no sólo a la Iglesia, sino también a la sociedad”. A su vez, agradeció a “los profesionales que desarrollan su tarea en estos colegios, ya que ellos merecen el reconocimiento de la Iglesia y de sus pastores”.
Cada caso de abuso es ya una gran tragedia
Auza dejó claro que "no podemos y no tenemos jamás que bajar la guardia en la lucha contra el enorme mal y crimen que suponen los abusos sexuales y todos los tipos de abusos en todos los ambientes, en particular en el ambiente de la Iglesia”.
“Esta atención constante para prevenir casos de abusos se conjuga con el profundo dolor por el daño causado por algunos miembros de la Iglesia con los abusos sexuales y con la petición más sincera de perdón a las víctimas”, sostuvo.
“Hoy mismo, la Iglesia en España, desde hace algunos años, dedica este día de la Jornada Universal de la Infancia a la oración y la penitencia por las víctimas de abusos sexuales. Muchas veces el Santo Padre expresa su vergüenza y gran dolor, no sólo por cada caso de abuso – porque cada caso es ya una gran tragedia – sino también por unas deficiencias en la Iglesia para gestionar y tratar casos de abusos en el pasado con la debida urgencia y aplicación escrupulosa de las normas en la materia”.
Destacó que la CEE y la Conferencia Española de Religiosos han valorado el Informe del Defensor del Pueblo, “de manera especial su acertada decisión de situar a las víctimas en el centro del Informe y en el corazón de sus recomendaciones”.
“Los Obispos y los Religiosos han considerado ‘valiosas’ las recomendaciones propuestas en el Informe, constatando también que, en buena medida, son convergentes con otras propuestas trabajadas en el seno a la Iglesia ya desde hace tiempo y en el presente. Agradecemos al Defensor del Pueblo y a su equipo de expertos por su trabajo, y expresamos nuestro compromiso de que las recomendaciones serán examinadas con más profundidad, en colaboración con todas las instituciones y todas las personas de buena voluntad”.
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