Santa Cecilia, la patrona de la música por error
Marcello Filotei y Luana Foti – Ciudad del Vaticano
“Candentibus” o “cantantibus”, este es el dilema. Teniendo un diccionario de latín cercano no sería tan complicado resolverlo. Pero, si eres un amanuense medieval con fuentes no muy fiables, el riesgo de cometer un error de transcripción es elevado. La consecuencia de un error de este tipo hizo que Santa Cecilia se convirtiese en patrona de la música.
Vatican News entrevistó a monseñor Marcos Pavan, maestro del coro de la Capilla Sixtina, que cuenta la historia de la virgen y mártir y la importancia de su obra para el arte: “Santa Cecilia nos enseña que la música es un don de Dios y que como tal debe ser usado para el bien de los otros”. Asimismo, comparte su fascinación hacia la música y la importancia que tiene para los hombres: “la música es un instrumento muy potente para llevar un poco de armonía y fraternidad entre los hombres”. Y, reconoce la responsabilidad de quienes se dedican a ella: “los músicos que tienen ese bellísimo don de poder hacer música, la deben hacer no sólo para sí mismos o para la propia satisfacción sino para construir un mundo más bello, más hermoso, más fraterno”. Este mensaje, explica, es el principal legado de la Santa hacia la música.
La historia de la virgen y mártir
Santa Cecilia no era una música, no cantaba y no tocaba. Según la tradición, la noble romana, que vivió en el siglo III, tuvo poco que ver con el arte del sonido durante su vida. Las crónicas hablan de su matrimonio con el noble Valeriano, que aceptó abrazar la fe en Cristo y vivir en castidad. En tiempos de persecución, los dos jóvenes fueron condenados a muerte por el prefecto de Roma, Turcio Almacchio, y con ellos cayó también víctima del hacha imperial el notable Máximo, que había sido acusado de conducir a los recién casados a su tortura y se había convertido a la fe cristiana. Pero eso no fue suficiente, antes de morir el 22 de noviembre de 230 Cecilia también convirtió a los que estaban detrás de su ejecución. Hasta ahora, sin embargo, la musa Euterpe no figura.
En la Passio, escrita unos siglos más tarde, se narra, sin embargo, que el día de la boda cantantibus organis, es decir, mientras sonaban los órganos, la santa decantabat en su corazón con las palabras "guarda, Señor, mi corazón y mi cuerpo inmaculados, para que no me confunda". Por eso es la patrona de la música. En realidad, el verso latino es el resultado de un error de transcripción. Cecilia no cantaba, como pensaban los medievales, su pureza virginal el día de su boda en medio de la alegre armonía de los órganos, sino que rezaba candentibus organis, es decir, mientras se quemaban los instrumentos de tortura.
Ella, que consideraba más noble "en el ánimo sufrir golpes de hondas y dardos de fortuna escandalosa" que "tomar las armas contra un mar de problemas y, oponiéndose a ellos, ponerles fin", se vio así, casi por casualidad, retratada rodeada de instrumentos musicales, inspirando obras maestras inmortales, dando su nombre a Academias y escuelas de todo rango y, sobre todo, haciendo del 22 de noviembre de cada año un día que no puede pasar en silencio.
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