Ucrania. Divina Liturgia en San Pedro por los 400 años del martirio de San Josafat
Svitlana Dukhovych - Ciudad del Vaticano
El 12 de noviembre de 1623 murió como mártir San Josafat Kuncewycz, canonizado en 1877 como primer representante de una Iglesia de Oriente en comunión con Roma. Sus restos descansan bajo el altar de San Basilio Magno en la Basílica de San Pedro, donde este domingo 12 de noviembre, se celebra la Divina Liturgia con ocasión del 400 aniversario del martirio. La celebración será presidida por el jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana, el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk, y concelebrada por el arzobispo metropolitano de Vilna, Gintaras Grušas, presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE). El padre Robert Lisseiko, OSBM, superior general de la Orden basiliana de San Josafat, cuenta en la entrevista a la Radio Vaticana - Vatican News cómo su fundador ponía en práctica el concepto de la unidad, por la que dio su vida, qué papel ha desempeñado su Orden en la construcción del tejido social y religioso de la sociedad ucraniana y qué enseñanza de san Josafat puede ayudar hoy a los fieles ucranianos a afrontar la tragedia de la guerra.
El domingo en la Basílica de San Pedro se celebrará la Divina Liturgia dedicada al 400 aniversario del martirio de San Josafat Kuncewycz, conocido como "mártir de la unidad". ¿Puede explicarnos por qué se define así?
San Josafat es un santo del período en que la Metrópolis de Kiev, después de la Unión de Brest (1595-1596), pasó de la jurisdicción del Patriarcado de Constantinopla a la jurisdicción del Papa, encontrando así la unidad con el Romano Pontífice de la Iglesia cristiana primitiva. Como monje basiliano, como sacerdote y luego como obispo, san Josafat siempre ha tratado de llevar a la unidad - ante todo con Cristo - a las personas a él encomendadas. A veces su figura ha sido vista como de alguien que intentaba convertir a los ortodoxos a la fe católica, pero si vemos su vida, su actitud era muy diferente. En primer lugar, como monje que entró en el monasterio de la Santísima Trinidad en Vilna, buscó la unidad personal con Cristo a través de la oración personal y litúrgica y una ascesis profunda. Josafat entró en un monasterio en ruinas, material y espiritual, donde casi no había nadie y la vida monástica había decaído. En cambio, a través del ejemplo que dio a otros, logró atraer en pocos años a muchos jóvenes a la vida monástica. Después ha llevado a la unidad con Cristo a tantas almas humanas porque ha sido un gran confesor que ha predicado la palabra de Cristo, el Evangelio, invocando conversión y penitencia. Sobre todo por este motivo Josafat es apóstol y mártir de la unidad, porque su obrar había sido visto con ojo malévolo por aquellos a quienes su palabra probablemente había tocado la conciencia. Eran los que no querían escuchar la palabra de verdad de san Josafat; la ira fue causa del martirio.
¿Qué papel ha desempeñado vuestra Orden, fundada por el santo, en la construcción del tejido religioso y social de Ucrania en estos 400 años?
Nuestra orden desde principios del siglo XX era la única orden monástica de lo que hoy conocemos como Iglesia greco-católica ucraniana. Siendo el único orden monástico renovado, fundado por San Josafat y el metropolitano Josyf Veljamyn Rutskyj, fue la fuerza que llevó adelante el desarrollo de la Metrópolis de Kiev en unidad con el Papa. A lo largo de los años se dedicó no solo a predicar el Evangelio, sino también a educar a la gente: teníamos muchas escuelas que crecieron la clase 'sana' de la sociedad. Hemos tenido imprentas (la más famosa es de Pochaiv), donde se han impreso los libros no solo eclesiásticos y litúrgicos, sino también los libros populares en lengua vernácula. Esto ayudó al crecimiento de la sociedad porque las personas que sabían leer podían acceder a las diferentes fuentes de conocimiento y se hacían más libres internamente.
Mientras se celebra el 400 aniversario del martirio de San Josafat Kuncewycz, Ucrania vive uno de los períodos más difíciles de su historia a causa de la guerra. ¿Qué enseñanzas podemos sacar de la vida de este santo para afrontar la tragedia actual?
El santo fue asesinado por una multitud furiosa que no aceptaba su idea de la unidad. En este contexto, ¿qué puede decir de la tolerancia entre los representantes de las diferentes confesiones y religiones? ¿Cuál debería ser el criterio justo de la defensa de la propia identidad, en este caso religioso? ¿Qué debemos tener cuidado para no cruzar el límite de la injusticia en la defensa de la identidad?
Creo que la tolerancia en el contexto evangélico es la actitud de respeto a la opinión de otro que es diferente de la nuestra. Respetamos el hecho de que cada uno tiene límites y que para llegar a la verdad, para entender el mensaje de Cristo, hace falta tiempo. Para entender tantas verdades predicadas por Cristo, se necesita tiempo; es un crecimiento continuo, una meditación continua de la Palabra de Dios. Esta es la tolerancia: tolerar los límites de las diferentes personas, incluso los propios, sabiendo que quiere crecer. Al mismo tiempo debemos ser veraces: si en el diálogo interreligioso podemos discutir algunos temas, debemos hacerlo siempre para buscar la verdad de Dios, no solo para hacer prevalecer una opinión, sino para encontrar lo que nos ayuda a vivir en la unidad, en el amor recíproco inclusivo, capaz también de renunciar a ciertas cosas.En efecto, sin renuncia no es posible llegar a la unidad y al amor cristiano entre los hermanos de otras religiones. Por eso, ser tolerantes es siempre buscar la verdad de Dios que nos ha creado como hermanos y hermanas.
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