Los dolores de Haití en la cruz entregada al Papa
Benedetta Capelli - Ciudad del Vaticano
En los rostros de "sus chicos", como los llama Maddalena Boschetti, misionera fidei donum desde hace más de 20 años en Haití, está lo que el Papa Francisco llama "la virtud teologal más pequeña pero más fuerte": la esperanza. En sus historias, algunas de enfermedad y abandono, está la presencia de una Iglesia que no mira hacia otro lado, sino que elige caminar a su lado, dando a conocer el amor de un Padre fiel y misericordioso. La palabra que más utiliza Magdalena es "humanidad", haber enseñado a estos jóvenes el valor de la vida, el respeto y la dignidad de los demás, haber dado a conocer la importancia de la dedicación y el trabajo, haber puesto las bases para responsabilizarse en el futuro de los centros con los que colaboran, fundados por tantos misioneros que creyeron incondicionalmente en aquella tierra, hoy ultrajada por la violencia y los abusos.
Las reliquias de Sor Luisa Dell’Orto
En la mañana del 20 de diciembre, en el Aula Pablo VI, encontraron al Papa Francisco al término de la audiencia general. "La primera emoción -dijo Maddalena a Vatican News-Radio Vaticana- fue la alegría de poder encontrarme con él y no sola, sino con estos maravillosos jóvenes míos que vinieron a Italia para dar testimonio de la situación del país y testimoniar con su presencia y amistad su gratitud a la Iglesia. Crecieron conmigo, así que para mí son mi gran familia haitiana". Una gratitud que los jóvenes pretenden manifestar esta noche en la basílica de San Bartolomé de la Isla Tiberina, santuario de los nuevos mártires, trayendo desde Haití las reliquias de sor Luisa Dell'Orto, asesinada en Puerto Príncipe el 25 de junio de 2022. "Sor Luisa -explica Maddalena- es una nueva mártir, pero venimos de un país de mártires porque esta población es una víctima inocente, hay hombres y mujeres que trabajan con enorme esfuerzo en una situación que aquí ni siquiera podemos imaginar, lo hacen para dar de comer a sus hijos, así que son personas que simplemente intentan vivir".
Haití quiere la paz
La situación en Haití sigue siendo muy grave, "hay una enorme dificultad en todo lo que son gestos cotidianos". "La gente quiere paz, vivir con dignidad. Hay una huida de jóvenes, hay una huida de todas las personas. En realidad, esto está motivado por el hecho de que no hay condiciones ni siquiera para la vida cotidiana, por ejemplo, en mi zona, en el noroeste, la gente pasa hambre y no sabe cómo encontrar su plato diario de arroz. En la capital, la gente intenta defenderse de las bandas criminales".
Recoger el testigo de los misioneros
Incluso llegar a Italia, en un país donde ya no existe una estructura pública que funcione con normalidad, supuso un reto con la preparación de documentos que comenzó en julio. "El valor de esta misión con el testimonio de los jóvenes era demasiado importante", explica Magdalena, "son jóvenes que han elegido hacer obras maestras de su vida, como habría dicho el Papa Juan Pablo II. Lo hacen con una sencillez extraordinaria, recogiendo el testigo de los misioneros que sembraron obras para los más vulnerables trayendo al país las riquezas de humanidad y de fe que los chicos sentían como suyas". "Tengo la alegría de decir que son constructores de paz porque en un mundo y en un país donde estamos en guerra y somos víctimas de la guerra, estos chicos han decidido construir la paz y lo están haciendo".
Los chicos y la cruz de Jeff
A Maddalena le gusta poner nombre a sus "chicos"; ahí está David, de 23 años, que llegó al hospital de los Camilos cuando tenía casi dos, enfermo y abandonado. "Fue el primer niño que conocí y a quien tomé mucho cariño en su momento y él a mí. Le enseñé un poco a hablar criollo, imagínate que ni siquiera yo lo sabía". Luego están Jocelyn, la mano derecha de Magdalena, Annasteel, Falou, que sigue haciendo lo que hacía Sor Luisa, y por último Jeff Antoine, el artista del grupo.
Le regaló al Papa una cruz de madera, que Francisco acogió con palabras de agradecimiento: "Preciosa, preciosa". "Pensamos en hacerle un gesto navideño desde Haití", explicó Jeff. En la cruz dominan el verde y el azul cielo en los dos brazos, donde " de un lado -explica el artista- dibujé un árbol caído, pero donde se ven las raíces que son las que dan vida", símbolo entre otras cosas de la asociación Aksyon Gasmy, de Maddalena. "Del otro lado está la vida cotidiana de Haití y aquí está el hijo pródigo, abandonado por su familia". Esta es una realidad cada vez más común para miles de niños y en un país ahora en desorden. Por último, en la cruz, Jeff dibujó un Cristo de piel negra que representa al sufrido pueblo haitiano. En el rostro de este chico está la alegría de haber recibido el abrazo del Papa y de la Iglesia, es una especie de restitución por lo que ha recibido desde niño y que le ha cambiado profundamente. Hoy, además de dibujar y pintar, Jeff se implica en el trabajo de Aksyon Gasmy, en intentar llevar alivio a su pueblo, pero también en educar a la gente para que "viva con dignidad y respeto por los derechos de los más débiles". "Quisiera una Navidad de paz para Haití - concluye -, para que deje de ser rehén de las bandas".
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