Filoni: Peregrino en Tierra Santa para afirmar que no aceptamos la guerra
Federico Piana - Ciudad del Vaticano
"Un modo visible de afirmar que no aceptamos la guerra". El cardenal Fernando Filoni elige condensar en esta frase todo el profundo significado de la peregrinación a Tierra Santa que una delegación de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, de la que el cardenal es Gran Maestre, realizó del 28 de diciembre al 3 de enero pasado. El viaje que le llevó a recorrer las calles de Jerusalén y Belén -acompañado por el gobernador de la Orden, el embajador Leonardo Visconti di Modrone, y por el director del Servicio de Comunicación, François Vayne- el cardenal lo define como un pequeño instrumento en manos de los artesanos que buscan construir la paz. "La peregrinación, explica, no es sólo ese acto espiritual y moral que uno realiza hacia un lugar sagrado, sino que es también la forma en que demostramos solidaridad y cercanía a la población y, en particular, a la Iglesia de Jerusalén".
En apoyo de la paz
En su relato a los medios de comunicación vaticanos, el Cardenal Filoni no deja de subrayar que la fecha de la peregrinación no fue ciertamente casual: "Elegimos ese período porque incluía el 1 de enero, Día Mundial de la Paz. Fue también un signo más de cercanía al Patriarcado de Jerusalén, entidad con la que nuestra Orden está constantemente en contacto". La vocación de la Orden de velar por Tierra Santa se remonta al Papa Pío IX y ha sido confirmada por todos los Papas sucesivos. Jerusalén constituye la Iglesia Madre de todas las Iglesias y, por este motivo, recuerda Filoni, "apoyamos todas las obras del Patriarcado, desde las pastorales hasta las sociales". Una ayuda que se revela aún más preciosa en tiempos de crisis.
Jerusalén, una ciudad parada
La Jerusalén a la que se enfrentó la delegación de la Orden durante la peregrinación era casi surreal. Onírica, el Cardenal quiso precisar: "No había nadie. La ciudad, que normalmente rebosa de peregrinos, de visitantes, estaba desierta. Las tiendas que acogen a muchos clientes estaban cerradas. Encontramos las calles muy limpias, pero no había visitantes. Éramos los únicos, junto con muy pocas personas más, algunas de las cuales se asomaban a una Basílica del Santo Sepulcro completamente vacía". La falta de peregrinaciones y turismo es un gran problema porque -añade- cristianos, musulmanes y judíos "viven de la presencia del turismo religioso. Toda la realidad de la antigua Jerusalén se resiente de su ausencia. Y toda Tierra Santa sufre las consecuencias de la guerra y de la creciente fal
El dolor de Gaza
La tragedia que se está viviendo en Gaza -miles de muertos, entre ellos 10.000 niños- la delegación encabezada por el cardenal Filoni no ha podido experimentarla directamente porque entrar y salir de ese territorio convertido en un infierno es prácticamente imposible. "No pudimos ir - revela - pero el párroco de Gaza (el padre Gabriel Romanelli, párroco de la Sagrada Familia donde se aloja la mayor parte de los cristianos de toda la Franja, que está atrapado en Jerusalén desde el 7 de octubre, día en que comenzó el conflicto, estuvo siempre con nosotros y nos informaba a diario de la vida en su parroquia y también de lo que ocurría en el barrio, donde falta cualquier necesidad básica".
La esperanza del diálogo
El 1 de enero, Día Mundial de la Paz, la delegación se desplazó a Beit Sahour, un pueblo palestino cercano a Belén que, según la tradición, se construyó donde los anglos avisaron a los pastores del nacimiento de Jesús, para celebrar la misa. Un signo de esperanza. Al fin y al cabo, dice el cardenal Filoni, "la esperanza está ligada al misterio de Cristo que resucita". Y en el caso de los acontecimientos de Tierra Santa, creemos que es posible un diálogo y tenemos la esperanza de que lo haya". A continuación entra en detalles, argumentando que la forma en que debe producirse este diálogo "no puede ser decidida por una sola parte contra la otra. El derecho de Israel a vivir en esta tierra debe ser respetado y el derecho de los palestinos a vivir aquí también debe ser respetado". Vivir bien, juntos, a pesar de las diferencias, concluye, "porque es una tierra que Dios ha dado a todos: también a los peregrinos a los que no se puede impedir el derecho de ir a Tierra Santa".
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