Kharkiv, el obispo: La Iglesia ayuda a las personas a preservar su dignidad
Svitlana Dukhovych – Ciudad del Vaticano
Casi todos los días desde el comienzo de la guerra, Kharkiv ha sido atacada por misiles rusos. Muchos residentes se han marchado, pero muchos aún permanecen allí, bien porque no quieren abandonar sus hogares, bien porque no quieren dejar a sus familiares ancianos y enfermos. En una entrevista concedida a Radio Vaticano-Vatican News, monseñor Pavlo Honcharuk, obispo de Kharkiv-Zaporizhzhia de los Latinos, habla de las dificultades que atraviesa la gente en estas circunstancias, de cómo les ayuda la Iglesia y del diálogo ecuménico en tiempos de guerra.
Peligro y tensión constantes
"Nuestra ciudad está sometida a constantes bombardeos, repentinos y destructivos. Hace una semana cayeron dos cohetes aquí, en el centro de la ciudad, que derribaron edificios de viviendas y parte de la policlínica", cuenta el joven obispo, que explica también cómo, a diferencia de antes, cuando los rusos lanzaban los misiles por la noche, últimamente bombardean por la tarde, cuando todavía hay gente en las calles. "Esta situación crea una sensación de tensión y peligro", señala el obispo, "y cuando la psique está constantemente en este estado, no sólo aparece el cansancio, sino también el agotamiento, porque cuando estás cansado puedes descansar, pero cuando estás agotado es muy difícil encontrar los recursos para recuperarte". El obispo explica que esta tensión constante afecta también a la calidad de la percepción y, en consecuencia, a la calidad de la comunicación entre las personas, razón por la cual los malentendidos pueden desembocar a veces en reacciones agresivas. "Vivimos bajo mucha presión", continúa Honcharuk, "una cosa es cuando una persona vive sola, pero cuando tiene a alguien de quien ocuparse, hijos, cónyuge, padres u otra persona, es aún más pesado. Llega la fatiga, es muy difícil, muy peligroso e incluso trágico. Porque a menudo vemos un bonito edificio de apartamentos, donde ayer vivía alguien y donde las luces estaban encendidas, que al día siguiente está destruido, cubierto de nieve. Cuando paso por delante de un edificio así, completamente vacío y silencioso, la impresión es muy fuerte. Es como si fuera una señal de muerte".
La Iglesia, un faro junto al mar
El obispo de Kharkiv-Zaporizhzhia subraya que la presencia de la Iglesia en estas circunstancias es extremadamente importante. "Es como un faro a la orilla del mar, debe ser un signo de luz, que indique dónde buscar apoyo y fuerza, dónde hay una fuente en la que uno puede refrescarse. Esta fuente es el Señor Jesús, Él alimenta el alma y nutre el sentido interior de nuestra identidad. Esto es muy importante, porque las crisis externas, la injusticia, el dolor y la muerte hieren los cimientos de la propia identidad, el sentido de uno mismo como ser humano. En cambio, el encuentro con Jesucristo, la recepción de los Santos Sacramentos, incluso el mero hecho de estar en la iglesia para rezar, refuerza este sentido interior de la propia valía como persona, que puede encontrar también en Él un recurso para superar las dificultades y los obstáculos que encuentre. "La Iglesia", asegura Honcharuk, "ayuda a las personas a conservar y reencontrar su identidad como seres humanos, como individuos, y les da fuerzas para seguir adelante, para defender y servir al prójimo".
Diálogo ecuménico en tiempos de guerra
Desde el primer día de la invasión rusa, la Iglesia en Ucrania ha estado ayudando a la gente a recuperar su fuerza espiritual y psicológica, y también prestando apoyo concreto a quienes necesitan cubrir sus necesidades básicas, cobijo, comida, ropa, resguardarse del frío, etc. Esta misión une a diferentes confesiones cristianas que, a pesar de las difíciles circunstancias, siguen luchando por la unidad. Desde 2015, representantes de las distintas confesiones de Kharkiv participan anualmente en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. En esta ocasión, suelen turnarse para rezar en las iglesias de la ciudad. Este año, marcado por la guerra, no fue una excepción. Sin embargo, a diferencia de años anteriores, la iniciativa sólo duró tres días, porque algunos representantes de las Iglesias abandonaron la ciudad. El obispo Pavlo Honcharuk habla de los encuentros de oración en la catedral greco-católica, luego en la catedral romano-católica y en la iglesia luterana. "En las dificultades que estamos atravesando, esta unidad y apertura se traducen en un espacio de ayuda mutua", subraya, y añade que, además de los encuentros conjuntos de oración, la colaboración entre las confesiones también tiene lugar en el ámbito de la ayuda humanitaria, donde "se borran todas las divisiones", porque se toma conciencia de que "tenemos que ayudar a la gente y tenemos que ayudar a nuestro país a defenderse".
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí