Ucrania: Un servicio nada fácil pero necesario para los que sufren
Svitlana Dukhovych – Ciudad del Vaticano
Estas son algunas de las reflexiones compartidas con Radio Vaticano - Vatican News por el padre Myron Horbovyj, capellán del Centro médico clínico militar de la Región occidental de las Fuerzas armadas de Ucrania.
El camino hacia el servicio de capellanía militar
El padre Myron comenzó su ministerio en el seminario cuando, en el año 2005, se le ofreció la oportunidad de visitar unidades militares como parte de su trabajo pastoral.
La capellanía era una novedad no sólo para el joven seminarista, sino también para la Iglesia en Ucrania: la Iglesia greco-católica ucraniana había salido de la clandestinidad sólo dos décadas antes, y el ejército aún sufría el periodo postsoviético. Además, a los seminaristas no se les enseñaba a ofrecer atención pastoral a los militares, y los que decidían hacerlo adquirían las habilidades por sí mismos a través de su propia experiencia.
"Era algo completamente nuevo", subraya el sacerdote, añadiendo que la experiencia pastoral que los capellanes han adquirido desde los años 90 o desde el 2000 todavía se está transmitiendo y poniendo en práctica. Tuvo que pasar tiempo para que en los establecimientos militares se tomara conciencia de que la tarea del capellán no es sólo celebrar ritos religiosos, o participar en ceremonias oficiales, sino sobre todo estar con los soldados, hablar con ellos y compartir experiencias.
"Se preparaban para ir a la guerra"
El estallido de la guerra a gran escala impulsó a los capellanes, como a todo el personal militar, a actuar. “Todos recuerdan el primer día – dice el padre Myron pensativo – todos se movilizaron e intentaban proporcionar a los soldados lo que necesitaban, ya que estaban haciendo las maletas y partiendo inmediatamente hacia el este y el norte. Fuimos a verlos – continúa – rezaron con nosotros, los bendecimos... Todos se preparaban para ir a la guerra". El segundo día, el capellán ya visitaba a los soldados que habían resultado heridos en el primer bombardeo.
"Señor, ayúdame": El testimonio de un soldado
En tiempos de guerra, no sólo los capellanes comparten su testimonio de fe con los soldados, sino que a menudo ocurre lo contrario. "Recuerdo la historia de un soldado herido. "Hubo un bombardeo – relata el capellán – y un cohete voló justo delante de él. Aquel chico me dijo: 'Padre, nadie creía que hubiera sobrevivido porque el misil estaba a cinco o seis metros de mí'”.
Estar cerca de los militares
Durante la guerra, surgió claramente la esencia del servicio de capellanía, que, según el padre Myron, consiste en estar cerca de los soldados:
La compasión es difícil pero necesaria
Como capellán militar que visita a los soldados en los hospitales, el padre Myron Horbovyj señala que lo más difícil de su misión es "ver el sufrimiento humano". Así lo confirman también las Sagradas Escrituras, donde en las descripciones de los milagros de curación realizados por Jesús se dice que Él "vio y sintió compasión".
"Lo mismo hacemos cuando vemos sufrir a la gente porque sentimos compasión. Pero no podemos prescindir de ella – explica el sacerdote –porque la compasión, la empatía, es también comunicación emocional: comprender las emociones de las personas que tienes delante, empatizar con ellas, es evidentemente un poco cansador, pero es la única manera de entender lo que sienten por dentro".
La vocación de un pastor no es sólo empatizar con los que sufren, sino también mostrarles el camino hacia la curación y la paz interior. Por eso es tan importante que los capellanes cuiden su propio equilibrio interior, intentando no llegar al agotamiento. El padre Myron explica que su "mayor apoyo es Dios", y que sin Él, sin la oración, "sería imposible, porque al encerrarte en el dolor, puedes agotar tus recursos muy rápidamente".
Apreciar, amar, recordar y no ser indiferente
La guerra dura ya casi dos años y muchos hablan de fatiga. Pero los más fatigados son, por supuesto, los soldados. ¿Cómo pueden los cristianos apoyar a los soldados heridos y, sobre todo, a las familias de los caídos? Respondiendo a esta pregunta, el sacerdote greco-católico dice que, en primer lugar, hay que "acordarse siempre de estas personas y estar a su lado".
"Porque a veces nuestros chicos heridos se ven obligados a permanecer en cama y no pueden salir, y para ellos comunicarse con quienes los visitan es como salir a la calle", explica el capellán.
"Cuando los soldados heridos ven que la gente se acuerda de ellos, viene a visitarlos, simplemente para apoyarlos o llevarles algo, entienden claramente por qué se sacrifican, algunos con su vida, otros con su salud. Porque si estás rodeado de gente buena que te aprecia, te quiere y te respeta, entonces quieres proteger ese bien para que tus hijos, tu familia y tus amigos también puedan disfrutarlo”.
Entonces – concluye el padre Myron – entiendes por qué luchas, comprendes que tu sacrificio no es en vano y que hay algo que proteger: estos valores. Así que, al final, evitar la indiferencia es el primer paso que hay que dar: apreciar, amar, recordar y no ser indiferente es lo más importante".
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