El Papa en la cárcel de Rebibbia. Sor María Pía: Será acogido con gran alegría
Roberta Barbi - Ciudad del Vaticano
Hay una gran emoción entre las personas que se encuentran en la cárcel romana de Rebibbia, a quienes el Papa Francisco visitará mañana por la tarde, Jueves Santo, para celebrar la Misa in Coena Domini y el rito del Lavatorio de los Pies. "Desde hace días están incrédulos, en cuanto nos ven nos preguntan si es verdad y cuando se dan cuenta se alegran, dicen que el Papa ama realmente a las personas que sufren", así lo afirma sor María Pia Iammarino, religiosa de la Congregación de las Hermanas Franciscanas de los Pobres, que desde hace años se dedican a la pastoral penitenciaria y son voluntarias en esta estructura. Luego, continúa la religiosa, "algunas se entristecen porque piensan que no será su turno de participar en la misa, pero hay que decir que la directora está trabajando duro para que la mayoría de los reclusos puedan estar presentes".
Mensaje de Francisco: nunca perder la esperanza
Cuando visita una institución penitenciaria, el Papa recomienda a menudo a los presos que nunca pierdan la esperanza, que miren siempre a Jesús, que nunca decepciona y nunca se cansa de amarnos, perdonarnos y abrazarnos. "Todo esto se comunica a las internas con gestos – explica sor María Pía – no tengo que decirles que Dios las ama, sino ser un testimonio del amor que Dios siente por ellas, tener una mirada de benevolencia y de acogida sin juicio". Luego, cuando se han ganado la confianza de las internas, pueden actuar también con palabras: "A menudo nos preceden – prosigue la religiosa – a menudo afirman que se sienten amadas por Dios en su vida en la celda. Son experiencias de evangelización muy fuertes también para nosotros que venimos a visitarlas".
Hermana entre las hermanas
Sor María Pía es religiosa, voluntaria, pero antes que nada una mujer que está con otras mujeres que viven un doble drama en sus condiciones de detención: "He estado en secciones masculinas y femeninas, siempre hay un gran sufrimiento, pero para Las mujeres – reconoce – son más duras. Sienten un gran sentimiento de culpa por el crimen cometido y un sentimiento de culpa aún más abrumador por el sufrimiento que han causado afuera, a una madre anciana o, peor aún, a un niño pequeño al que no pueden ver crecer, al que no pueden acompañar todos los días en el colegio, con quienes no pueden estar en momentos de dolor o enfermedad". Sor María Pía escucha este dolor, como una hermana: “Me acerco a ellas con sencillez, soy mujer al lado de otras mujeres y comparto con ellas; todavía recuerdo la primera vez que entré a Rebibbia y una interna me dijo que yo era buena para ir porque no les tenía miedo".
“Misericordiados y Misericordiosos”
De la celebración con el Papa Francisco, sor María Pía espera que las personas que se encuentran en Rebibbia lleven siempre consigo la alegría del Santo Padre y su fe absoluta en la misericordia de Dios: "Como él dice, somos 'misericordiosos porque somos misericordiados', es decir, podemos dar misericordia porque fuimos los primeros en recibirla. Espero – concluye la religiosa voluntaria – que puedan experimentar esta plenitud en las relaciones entre sí y con sus familiares en el exterior. Y no olvidemos la esperanza sin la cual no hay posibilidad de construir el futuro".
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