Sri Lanka: La violencia no ha minado la fe de su pueblo
Paolo Affatato
La policía vigila la entrada de las iglesias. Agentes de paisano vigilan de incógnito las liturgias de Semana Santa, mientras que voluntarios católicos de todas las parroquias han establecido un servicio de orden auxiliar.
En vísperas de la Semana Santa, el gobierno de Sri Lanka anunció medidas de seguridad más estrictas para las iglesias de las distintas confesiones cristianas. Las celebraciones de Semana Santa aún sufren las secuelas de los atentados con bomba que sacudieron la nación el Domingo de Resurrección del 2019, que mataron a fieles desarmados en tres iglesias y tres hoteles.
Sigue siendo una herida abierta. La tensión es palpable, el recuerdo de aquellos actos horribles, que generaron tanto sufrimiento llevándose la vida de 270 personas e hiriendo a más de 500, resurge inevitablemente, la emoción en los corazones, los familiares de las víctimas llevan sus fotos y la gente les pone flores.
"Es un momento de conmemoración, es nuestro Viernes Santo en el que recordamos la matanza de inocentes, personas que estaban en la iglesia para celebrar la resurrección de Cristo", explica a L'Osservatore Romano el padre Jude Chrysantha Fernando, director de la Oficina de Comunicaciones de la archidiócesis de la capital, Colombo.
A pesar de todo, sin embargo, "el pueblo de Dios vive las celebraciones pascuales con profunda fe, la participación en los ritos del Triduo Pascual es masiva, esa violencia no ha desanimado a los fieles, al contrario: vemos una confianza plena en Cristo que, después de haber sufrido, resucita y da la salvación y la redención a cada uno. Cristo es nuestra esperanza, es la esperanza de todos los que hoy llevan las marcas de esa terrible masacre", señala.
"Los fieles inocentes asesinados en el momento del culto son nuestros héroes de la fe. Nuestra Iglesia quiere que sean proclamados mártires", informa el padre Chrysantha Fernando, anunciando que las comunidades católicas han promovido una petición especial con una recogida de firmas que continuará hasta el 21 de abril, aniversario de su muerte, cuando será entregada en manos del cardenal Malcolm Ranjith, arzobispo de Colombo.
"Esta iniciativa popular, firmada ya por miles de fieles, pide que se inicie el proceso de beatificación. El cardenal la presentará a la Santa Sede", explica el padre Fernando.
La petición se refiere concretamente a 171 fieles católicos asesinados en el atentado terrorista del Domingo de Pascua del 2019. El camino culminará con una celebración solemne el 21 de abril, en el quinto aniversario de los atentados: un lustro, de hecho, es el tiempo mínimo requerido por la Santa Sede para abrir la causa de canonización. A partir de ese momento, la Iglesia local podrá presentar la solicitud al Dicasterio vaticano para las Causas de los Santos para iniciar la fase diocesana del proceso.
Según los investigadores, el National Thowheeth Jama'at, un grupo radical local vinculado al autodenominado Estado islámico, planeó y organizó el atentado, pero, cinco años después, aún no se han esclarecido los verdaderos instigadores de la matanza ni la connivencia con los círculos políticos, acusados de querer ocultar información y encubrir a los responsables. La Iglesia de Sri Lanka sigue exigiendo "verdad y justicia", pues hay pistas de investigación que consideran estos atentados actos deliberadamente organizados para desestabilizar la nación.
Mientras la lucha por la justicia sigue siendo uno de los capítulos sensibles, por otro lado la nación se enfrenta a una crisis política y económica de la que lucha por salir. Una crisis que ha tenido un grave impacto socioeconómico en la población durante el último año y medio, aumentando significativamente el número de pobres e indigentes.
En el 2022, Sri Lanka había dejado de pagar su deuda externa de 46.000 millones de dólares y no podía importar alimentos, combustible y otros productos de primera necesidad. Ahora, la reestructuración de la deuda externa concluirá a principios de abril, según anunció el gobierno. El año pasado, el país obtuvo un préstamo de 2.900 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional, condicionado a un acuerdo sobre la deuda que satisficiera a los acreedores extranjeros.
Los disturbios civiles que estallaron en el 2022 como consecuencia de la crisis económica culminaron con la destitución del entonces presidente Gotabaya Rajapaksa. Su sucesor, Ranil Wickremesinghe, duplicó los impuestos, retiró las subvenciones a la energía y subió los precios de los productos de primera necesidad para mantener los ingresos del Estado. El peso de esta rehabilitación, por tanto, recae sobre la población, señala el padre Fernando.
“Nos encontramos en la situación de un Estado fallido debido a la mala gobernanza", concluye. Ahora el coste de la vida se ha duplicado en poco tiempo y la pobreza aflige a millones de familias. La Iglesia se vuelca en la sociedad, a menudo a través de Cáritas, para apoyar a los más pobres, católicos y no católicos por igual”.
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