Bartolomé: La Resurrección, poderosa fuerza transformadora en la historia
por Giovanni Zavatta
La participación en el misterio de la Resurrección, la santificación en los sacramentos, la experiencia de la Pascua, "que nos ha abierto las puertas del Paraíso", no deben vivirse "como recuerdo de un acontecimiento pasado, sino como quintaesencia de la vida eclesial, como presencia de Cristo siempre entre nosotros". La resurrección de entre los muertos de Cristo el Señor es, por tanto, "un anticipo de la perfección de todo, así como el cumplimiento de la divina oikonomia en el Reino de los Cielos".
Este es un pasaje de la carta escrita por el Patriarca ecuménico Bartolomé con motivo de la solemnidad de Pascua que, siguiendo el calendario juliano, las Iglesias ortodoxas celebrarán el domingo 5 de mayo. La característica central de la vida ortodoxa, escribe Bartolomé, es precisamente "su impulso resurreccional": esta fe "nunca olvida que el camino hacia la resurrección pasa por la Cruz". La espiritualidad ortodoxa no reconoce el utopismo de una resurrección sin crucifixión, ni el pesimismo de la cruz sin resurrección". Por eso, en la experiencia ortodoxa, "el mal no tiene la última palabra en la historia" y "la fe en la Resurrección sirve de motivación para la lucha contra la presencia del mal y sus consecuencias en el mundo, actuando como una poderosa fuerza.
El creyente ortodoxo -explica el Patriarca de Constantinopla- "es consciente de la antítesis entre la realidad mundana y la perfección escatológica" y, por tanto, "no puede permanecer inerte ante las dimensiones negativas del mundo", del mismo modo que la fe en la Resurrección "ha preservado a la Iglesia tanto de la introversión y la indiferencia hacia el mundo, como de la secularización". Y el estupor que sintieron los miróforas que entraron en el sepulcro significa que "nos encontramos ante un misterio que se hace cada vez más profundo cuanto más nos acercamos a él, porque nuestra fe no es un viaje del misterio al conocimiento, sino del conocimiento al misterio". Si "la negación del misterio reduce existencialmente la naturaleza humana, el respeto del misterio nos abre las puertas del Paraíso".
La fe en la Resurrección "es la expresión más profunda y clara de nuestra libertad, o mejor dicho, es el nacimiento de la libertad como aceptación voluntaria del don divino supremo, es decir, la divinización por la gracia". Como resurrección vivida, la Iglesia ortodoxa es el espacio de la auténtica libertad, que para la vida cristiana es fundamento, camino y destino. La resurrección de Cristo, concluye el mensaje de Bartolomé, "es la garantía de la libertad compartida en la vida eterna del Reino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".
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