Argentina: Regenerar nuestra vida como sociedad, desde la gratitud
Vatican News
Con estas palabras comenzó su homilía monseñor Jorge García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina durante el Te Deum celebrado el pasado 25 de mayo con ocasión del 214º aniversario del primer gobierno patrio, al que asistió el presidente de la nación y demás miembros del gobierno.
Tal como el mismo prelado explicó se trató de una celebración de acción de gracias al Señor “por gestas pasadas que nos constituyeron como nación y nos ayudan a mantener viva la memoria, custodiando el alma de nuestro pueblo”.
Acciones válidas para la vida de una nación
Pero en este momento, la clave nos la da la propia celebración del Te Deum que, en primer lugar, es un himno de agradecimiento, es un himno que nos invita a reconocer y regenerar nuestra vida como sociedad, desde la gratitud
Tras reconocer que, “en muchas situaciones, el agradecimiento, puede sonar como algo poco práctico o realista, algo inocente o naíf de aquellos que tienen la panza llena y viven abstraídos de la realidad”; monseñor Jorge García Cuerva manifestó que no negaba que, “tantas veces, pueda ser utilizado así. Pero en su origen, este himno de acción de gracias fue y es entonado no sólo como el canto de liberación de los que vivieron bajo el yugo y la opresión, bajo la miseria y la humillación, sino que también es un canto que ayudó, y ayuda, a mantener viva la certeza de que todas esas situaciones no tienen la última palabra”.
“Estamos invitados –añadió el arzobispo de Buenos Aires – a probar la fuerza subversiva de la gratitud que no se sustenta en la violencia ni el desprestigio del otro, que no construye en base a la denigración ni manipulación, sino que es capaz de despertar la fuerza de la solidaridad como forma de construir la historia, y de la creatividad como dimensión esencial para generar nuevas posibilidades”.
Y manifestó que “hoy también nos ponemos delante de Dios como Nación, y le pedimos que nos cure, porque parecemos tener las manos paralizadas para el encuentro que construye fraternidad, las manos paralizadas para abrazar a los heridos por la soledad y la tristeza, las manos paralizadas para ser solidarios con los que menos tienen; y también le pedimos a Dios nos preserve de las manos manchadas de sangre por el narcotráfico, las manos sucias de la corrupción y la coima, las manos en el bolsillo del egoísmo y la indiferencia”.
Asimismo recordó que hace unos días el Papa Francisco decía a los argentinos: “que la grieta se termine, no con silencios y complicidades, sino mirándonos a los ojos, reconociendo errores y erradicando la exclusión” e invitaba también al mundo a una alianza social para la esperanza, que sea inclusiva y no ideológica.
“Para eso – afirmó el primado de la Argentina –y entre otras cosas, deberemos desterrar la conocida doble vara que no nos permite ser ecuánimes, porque nos expresamos desde el prisma partidista que nos empaña, nos obnubila y nos hace injustos, y terminamos defendiendo lo indefendible”.
También dijo que “no es lo mismo unirse que confabular, no es lo mismo fraternizar y forjar la cultura del encuentro que ser cómplices del mal con el sólo ánimo de destruir al otro, de pensar estrategias para que al otro le vaya mal, creyendo que cuanto peor, mejor. Eso nos destruye a todos y carcome los cimientos de la Patria, es como un sismo que no nos permite nunca ponernos de pie.
Destacó lo que enseña el pasado y manifestó el compromiso de la Iglesia, hasta el Te Deum del año próximo, de “generar todas las acciones de gobierno y políticas públicas necesarias para que la acción de gracias de hoy no quede encerrada en la catedral y congelada en este día, sino que continúe en las calles y en la vida de todos los argentinos que se descubren sanados en su dignidad, dignificados en su trabajo, esperanzados en el futuro de sus hijos y nietos, hermanados en la tan ansiada unidad nacional, reconstruyendo la Patria, nuestra Argentina que tanto amamos y, a la vez, tanto nos duele”.
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