La obra de sor Rosa Roccuzzo y de las Hermanas Ursulinas en favor de los últimos
Sor Marzia De Lima, OSF
Rosa Roccuzzo nació en Monterosso Almo en 1882, en la entonces provincia y diócesis de Siracusa, hoy Ragusa. Quedó huérfana de madre a la edad de 14 años, pero no se replegó en su dolor, cuenta Giuseppa Inzinga, una de sus compañeras. Ante la soledad en la que se encontró, inmediatamente pensó en dedicarse a los necesitados. Rosa fue entre la gente porque quería darse cuenta personalmente de las necesidades de la gente de su pueblo. Inmediatamente se puso manos a la obra con la firme decisión de tratar de dar a todos un poco de descanso en el cuerpo y en el alma.
Así, a partir de 1896, Monterosso Almo se encontró con una joven que iba por los tugurios del pueblo a cuidar a los niños y ancianos enfermos y abandonados. Temprano por la mañana iba al río a lavar su ropa y mientras trabajaba invitaba a la oración a las otras mujeres que iban allí a lavar la ropa de la familia. En la visita a los pobres y enfermos, regalaba, según las necesidades, sábanas y prendas de lino confeccionadas con la tela que su madre había tejido y guardado para el ajuar de su hija.
De una pequeña mujer un gran amor por los más necesitados
Una pequeña mujer que en una Sicilia desgarrada por el hambre, la pobreza y la peste, dedicó toda su vida a cuidar a los enfermos, a los ancianos abandonados y a los huérfanos, vislumbrando, en esas miradas marcadas por el dolor y el sufrimiento, el rostro de Cristo. Con tanto coraje y gran fe, esta joven logró entusiasmar e involucrar a otras jóvenes en obras heroicas de bien, dando así inicio a lo que hoy es la Congregación de las Hermanas Ursulinas de la Sagrada Familia, donde vivió hasta el final de sus días, en gran humildad y ocultamiento. Por donde pasaba, Rosa dejaba su marca de humilde y valiente servicio a favor de los últimos. Murió en 1956.
La misión de Sor Rosa sigue viva hoy
En fidelidad al carisma fundacional -hoy, así como en los inicios de su historia- la Congregación de las Hermanas Ursulinas de la Sagrada Familia está llamada a prestar su servicio apostólico en la evangelización y en la promoción integral de la persona humana, a través de actividades educativas-formativas y sociales dirigidas a la valorización de la vida en todos sus aspectos y a la construcción de una sociedad más justa y fraterna. Actualmente la Congregación está presente en Italia, Brasil y Francia.
Presencia en Brasil
Desde 1967, las Hermanas Ursulinas de la Sagrada Familia presentes en Brasil han construido su historia junto con la sociedad, respaldadas por la confianza y la credibilidad del pueblo. Las mujeres trabajan allí en las zonas más pobres de la ciudad para favorecer la plena integración de las personas más desfavorecidas en la sociedad.
Desde hace unos 20 años, con la inauguración del centro social actualmente denominado “Nascente de Vida”, en Santo Angelo, pueblo periférico de Mogi das Cruzes, las Hermanas acompañan a niños y adolescentes de 7 a 17 años, con déficit escolar, dando prioridad a aquellos que viven en situación de riesgo social. Al mismo tiempo, intentan despertar en las familias de estos niños y adolescentes la responsabilidad de colaborar en el cuidado de sus hijos, incentivándolos a participar en los momentos de formación para hacerlos ciudadanos partícipes y conscientes, integrándolos en la comunidad local en la que viven, convirtiéndose a su vez en operadores de las actividades y conocimientos adquiridos. Para ayudar a estas familias, las Hermanas realizan diferentes cursos de fortalecimiento de habilidades como alimentación alternativa, corte y costura, artesanía, productos de higiene y limpieza, manicura, e incluso alfabetización de adultos, todas ellas iniciativas que tienen como objetivo crear oportunidades de ingresos y mejorar la calidad de vida de la familia.
Continuando con la vocación de Sor Rosa
El carisma de Sor Rosa Roccuzzo, caracterizado por una intensa vida interior y por un incansable y heroico servicio a los pobres, continúa en el hoy de la Iglesia con la Congregación de las Hermanas Ursulinas de la Sagrada Familia. En la cotidianidad de una vida de servicio al prójimo de forma sencilla y humilde, cada Ursolina de la Sagrada Familia lleva en sí la vocación de Sor Rosa, que en su período histórico “mirando por todo el país, veía a los niños privados de instrucción cristiana, a los pobres privados de lo necesario, a los enfermos sin asistencia: todas las mañanas iba a Misa y pedía al Señor que viniera en su ayuda para poder hacer un poco de bien”.
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