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La hermana Justina Nelson tras una sesión de formación con el personal y las víctimas sobrevivientes en Lagos, Nigeria La hermana Justina Nelson tras una sesión de formación con el personal y las víctimas sobrevivientes en Lagos, Nigeria  #SistersProject

Nigeria: las Hermanas de la Caridad asisten a las víctimas del tráfico de personas

Combatir el tráfico de personas es la prioridad de las Hermanas de la Caridad en Nigeria: a menudo son ellas las que ofrecen refugio seguro a las víctimas.Sor Justina Suekime Nelson nos cuenta su historia de acompañamiento de las víctimas del tráfico en el camino hacia la libertad.

Sor Oluwakemi Akinleye, fsp

En Nigeria, las Hermanas de la Caridad ponen un fuerte énfasis en la lucha contra el tráfico de personas: cada región y cada provincia es instada por la congregación a tomar una posición activa frente a este fenómeno. Sor Justina Suekime Nelson es coordinadora antitráfico en la región nigeriana y en el equipo intra-congregacional antitráfico. Sor Justina entró en la congregación de las Hermanas de la Caridad que están en Nigeria en 1985 y después de hacer su primera profesión en 1988 fue asignada a varios trabajos pastorales: trabajó en las parroquias, enseñó catecismo y realizó visitas familiares, porque estas son parte del carisma de su congregación.

Aquella foto que gritaba una petición de ayuda

Desde 2008, sor Justina ha trabajado incansablemente para rehabilitar a las niñas víctimas del tráfico de personas y en la defensa de las víctimas de abusos. Como miembro de un equipo internacional se ha encontrado cada vez más en contacto con el mal de la práctica del tráfico de personas en los diferentes países. “Un día, mientras estaba en Australia para seguir un programa contra el tráfico, vi la foto de una chica nigeriana que había sido víctima de tráfico de personas en ese país”, recuerda la religiosa. “Lo primero que pensé fue la larga distancia que había recorrido para llegar a Australia y el coste que había tenido que soportar para afrontar tal viaje. Sentí el desafío de tener que hacer algo por ella y por muchas otras chicas que habían sufrido la misma suerte”.

En los tribunales para defender a las víctimas de abusos

En algunos casos, sor Justina tuvo que ir al tribunal para hablar en defensa de las víctimas de abuso. Nos habla de dos casos especiales. El primero es la historia de una niña de quince años, Ethla (nombre ficticio), que es contratada como ayuda doméstica en una familia. Ethla es huérfana y un pariente la llevó a la ciudad. Ethla es golpeada a menudo por su empleadora, que la increpa en términos ofensivos y le hace sufrir desnutrición. Cuando ya no aguanta más, escapa y se refugia en las Hermanas de la Caridad. Sor Justina la acompaña a la policía donde cuenta su historia. Después de verificar su relato, su empleadora es arrestada y llevada a juicio. “El abogado me llama y me pregunta: ‘Hermana Justina, ¿está dispuesta a testificar en defensa de la niña, si es llamada a hacerlo?’. Lo pensé un momento y le pedí que me diera un poco de tiempo antes de responderle”, cuenta sor Justina. De hecho, es realmente inusual en Nigeria ver a una religiosa en un tribunal. “Hablé con mi superiora y después de orar y reflexionar sobre la importancia de este gesto para la vida de esta víctima de abuso, decidí hacerlo. Mi superiora siempre me ha apoyado mucho en esta decisión”. La hermana Justina relata el proceso en el tribunal: al final, la niña fue apartada de la casa de esa mujer y colocada, durante un tiempo determinado, en un alojamiento protegido por el gobierno antes de reunirse con sus familiares en su pueblo.

Amenazada varias veces, no me rendí

El segundo episodio, sin embargo, es aún más desagradable, porque se trata de la historia de un padre que abusó sexualmente de sus hijas. Cuando finalmente se atreven a contárselo al profesor, éste contacta inmediatamente con sor Justina. “Mi corazón sangraba por esas niñas: ¡teníamos que hacer algo por ellas, inmediatamente!”, recuerda. El padre es arrestado, pero niega los cargos. Sor Justina cuenta que su vida ha estado en peligro más de una vez. “Ese hombre tenía a su lado a personas poderosas que querían que dejáramos el caso”, dice de nuevo. “Me han amenazado varias veces y en algún momento tuve miedo, pero no me rendí. Recé mucho en ese momento”, continúa. Después de un juicio que duró muchos meses, ese hombre finalmente fue condenado a cadena perpetua.

Seguir adelante, con pasión y coraje

Las Hermanas de la Caridad continúan llevando a cabo programas para la educación de la gente en diferentes partes de Nigeria. Sor Justina está contenta con su trabajo en busca de justicia y libertad para las víctimas y sobrevivientes de abusos. “La pasión que tengo por la justicia y el odio a la opresión han encendido en mí ese fuego que me impulsa a comprometerme al máximo a pesar de los riesgos que pueda correr, para hacer comprender a la gente el mal inherente al tráfico de personas. Creo que es útil formar, instruir e iluminar a las personas con el fin de proporcionarles las herramientas para evitar que sean víctimas”, concluye su Justina.

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14 junio 2024, 16:07