La lucha de la Iglesia en República Dominicana contra el trabajo infantil
Sebastián Sansón Ferrari - Vatican News
La Fundación "La Merced" en República Dominicana nació de un dolor: al ver cientos de niños en el entorno de la Parroquia de Guadalupe, en Las Caobas, ubicado en el municipio de Santo Domingo Este, trabajando como limpiabotas, explica el padre Tomás García-Martín Moreno, misionero español de la Orden de la Merced quien se ha desempeñado como director ejecutivo de esta asociación.
Una catequista, desde el 2000, todas las Navidades reunía a 100 limpiabotas para ofrecerles un almuerzo y compartir unos regalos con ellos. "Y se da la diosidencia que justamente yo llegué al país en octubre del 2007, me invitan en diciembre a encontrarme con los niños y voy descubriendo cómo muchos de ellos prácticamente el día lo pasan en las calles trabajando y no como normalmente hacen los niños: yendo a la escuela, jugando, sino todo lo contrario, en una supervivencia extrema", comenta.
El religioso ibérico empezó a intentar que las reuniones no fueran anuales, sino semanales. Todos los sábados, los chicos dejaban su caja de limpiabotas cuando llegaban a la parroquia y permanecían junto a ellos: "Al principio, era a base de puñetazos, porque no sabían jugar ni compartir, pero después el mismo amor de los catequistas fue transformando la vida de ellos y también de sus familias, y hoy es lo que llamamos Fundación La Merced". A través de talleres, capacitaciones, charlas de acompañamiento y múltiples modalidades, la institución alcanza unos 700 niños en la actualidad y trabaja arduamente por la promoción de su desarrollo humano integral.
A partir de su ingente experiencia en el terreno, el padre García-Martín constata que muchas de las niñas no asisten a la escuela pues deben quedarse en el hogar mientras las madres se ausentan y deben cuidar de sus hermanos pequeños. Por tanto, además de dejar de ser niñas, a muy temprana edad volvieron a repetir el rol de madres y se quedaban embarazadas, con tan solo trece o catorce años.
Los programas de la institución se sostienen desde la fe: "Para crear un presente y construir un futuro, es indispensable que los niños sientan que se cree en ellos, creer para crear, para construir un presente y futuro mejor", manifiesta uno de los promotores de la iniciativa. Desde el acompañamiento a cada persona pretenden conectar con sus posibilidades y oportunidades, respetando la libertad para elegir. "Es una invitación que se le hace, no una imposición, porque si fuera así, enseguida posiblemente no lo aguantaría, pero yo creo que desde esa misericordia tan cercana, tan de Dios, el niño y la niña van descubriendo que hay alguien que los acompaña, un lugar seguro para ellos".
Construir esperanza
Ante la alarmante cifra de 160 millones de niños en el mundo que se encuentran en situación de trabajo infantil (son los últimos datos publicados por la Organización Internacional del Trabajo -OIT- en su sitio web), García-Martín reacciona con la acción, con la piel liberadora del carisma de la Orden de la Merced y proponiendo, de una manera muy humilde, que es posible reducir -"y ojalá", añade- eliminar el trabajo infantil.
Cabe destacar que no todo el trabajo realizado por los niños, como aclara la OIT, debe clasificarse como trabajo infantil que debe ser objeto de erradicación. En efecto, algunas actividades no afectan la salud de los niños ni su desarrollo personal ni tampoco interfieren con su escolarización. "Esto incluye, según la OIT, actividades como ayudar en un negocio familiar o ganar dinero de bolsillo fuera del horario escolar y durante las vacaciones escolares, (...) contribuyen al desarrollo de los niños y al bienestar de sus familias; les proporcionan habilidades y experiencia, y les ayudan a prepararse para ser miembros productivos de la sociedad durante su vida adulta".
"Yo fui un niño, narra el padre García-Martín, que ayudaba a su padre en el campo, incluso cuando iba de viajes, en el camión, pero siempre fueron muy claros que había que observar los horarios de clase, cuando compartía con mis compañeros. Más que una reacción es acción, el mostrar que en un sitio pequeño de República Dominicana se ha podido hacer la diferencia, se ha podido construir un sueño. Algo que para muchos es una utopía y que hoy es una realidad, y donde aproximadamente 700 niños, adolescentes y jóvenes de varias comunidades hoy pueden vivir y ser niños, algo tan sencillo y en algunos países tan difícil".
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