Mons. Gervasi: De los abuelos aprendemos a compartir los dones que tenemos
Tiziana Campisi - Ciudad del Vaticano
De los abuelos «se aprende la belleza de compartir, y no sólo cosas materiales. Una sonrisa de un abuelo y una abuela a un nieto es un pan que se multiplica. Un estímulo, una enseñanza, un cuento de otro tiempo... Todos tenemos algún don que compartir». En su homilía durante la misa de la IV Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos, celebrada en Roma, en la iglesia de San Joaquín, el obispo auxiliar de Roma, Dario Gervasi, señaló que el Evangelio de la multiplicación de los panes y los peces, el domingo 28 de julio, es también un recordatorio para los que tienen una edad avanzada.
Dios nunca abandona a sus hijos
«Vuestra fe, queridos abuelos y abuelas, es hoy, en este mundo nuestro, un pan para compartir», dijo el prelado, que comenzó su reflexión señalando que el milagro descrito por el evangelista Juan muestra cómo Dios nunca abandona a sus hijos. «Ni siquiera cuando la edad avanza y las fuerzas declinan, cuando el cabello blanquea y el papel social disminuye, cuando la vida se vuelve menos productiva y corre el riesgo de parecer inútil», como escribió el Papa Francisco en su Mensaje para la Jornada dedicada hoy a la Tercera Edad.
Confiar en el Todopoderoso y no fiarse de la lógica humana
Monseñor Gervasi señaló que la pregunta de Jesús a Felipe ante la multitud que se había reunido a su alrededor -dónde podemos comprar pan para que tengan qué comer- «plantea en el fondo otra pregunta: '¿Confías en mí? ¿Confiáis en la Palabra que he proclamado?« Esta pregunta se dirige hoy a nosotros». En la sociedad actual, donde «quien no produce es considerado una carga, un despilfarro, y donde parece que sólo cuentan las cosas hechas con el propio esfuerzo», esta pregunta, señaló el prelado, se convierte en: «¿Todavía crees que puedo multiplicar el pan? ¿Crees en este milagro, o sólo piensas en contar con tus propias fuerzas, en cómo no ser abandonado por considerarte inútil?». El Evangelio nos invita a confiar en Dios, a creer «que la vida no se basa sólo en lo que nosotros planeamos, no se basa sólo en la lógica y en los cálculos humanos», subrayó el obispo auxiliar de Roma, «que Jesús sigue multiplicando su Pan de Vida, sigue no abandonando a sus hijos».
Compartir lo que se tiene
En el milagro descrito en el Evangelio dominical destaca también el muchacho «que tiene cinco panes de cebada y dos peces», que no pensó sólo en sí mismo, señaló monseñor Gervasi, mientras que en cambio, como ha dicho varias veces el Papa, la de hoy es una «cultura que pasa del “nosotros” al “yo”, a pensar sólo en uno mismo, y esto causa tanta soledad». Aquel niño «dio todo lo que tenía sin pensar siquiera que tal vez se quedaría sin comida. Confió y compartió. ¡Lo poco se convirtió en mucho y para tantos! Es el misterio de la fe», concluyó el prelado, “las cosas hechas junto con la Gracia, superan lo que podemos esperar”.
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