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Sor Agnieszka Gugała Sor Agnieszka Gugała  #SistersProject

Misionera de Kivu del Norte: No sabemos qué pasará mañana

Los trabajadores humanitarios fueron evacuados hace mucho tiempo mientras que las misioneras continúan porque la gente las necesita. “Partiremos solo con aquellos que estamos cuidando”, dijo la hermana Agnieszka Gugała. La misionera polaca trabaja en Kivu del Norte, donde desde hace casi tres décadas se libra una de las guerras más sangrientas de África

Beata Zajączkowska – Ciudad del Vaticano

La hermana Agnieszka se fue a África hace 20 años. Como ha recordado, percibió su vocación misionera ya en la secundaria. “Se puede decir que fueron las misiones las que me llevaron a la Congregación de las Hermanas de los Ángeles”, confesó. Los primeros años de su vida religiosa trabajó enseñando catequesis en las escuelas, cuidando de niños y jóvenes. Se le permitió ir a África después de los votos perpetuos. Primero fue a Ruanda, luego llegó el momento de la República Democrática del Congo.

Desde hace una década dirige un hospital y un centro de nutrición infantil en el pueblo de Ntamugenga. La misionera bromea diciendo que es el hombre de la casa: sus ocupaciones van desde la compra del grifo, el jabón y los medicamentos, el pago del personal, la reparación del techo y la búsqueda de ollas y colchones para los refugiados, hasta los arriesgados viajes a Goma, la única ciudad de la región donde puede obtener los medicamentos necesarios, la comida y la leche necesaria para los niños que han perdido a su madre. Durante estas expediciones, debe pasar varios puestos de control en manos de los rebeldes. En casi todos esos lugares tiene que negociar para poder seguir adelante con su ayuda.

Materias primas ensangrentadas

Los años de trabajo de la hermana Agnieszka en Kivu del Norte están marcados por conflictos posteriores, que, aunque disminuyen, nunca terminan. “Mientras los niños sean testigos de crímenes y tengan que interrumpir sus estudios, no habrá paz en este país”, declaró la misionera que se preocupa por el futuro de los más pequeños. La región está desestabilizada por más de un centenar de grupos diferentes que intentan hacerse con el control de los yacimientos de cobalto, coltán y niobio necesarios para la producción de teléfonos móviles. Son más preciosos que el oro y los diamantes, que los rebeldes también están saqueando. La población civil es la que más sufre, la que ni siquiera ve las migajas de estas riquezas que esconde su tierra. La gente se ve obligada a abandonar sus hogares y sus campos a causa de la violencia. Hay más de 5,6 millones de desplazados internos en el Congo.

Sor Agnieszka Gugała entre los refugiados congoleños
Sor Agnieszka Gugała entre los refugiados congoleños

La misión de paz de las Naciones Unidas, cuyo mantenimiento durante un año supera la renta nacional de todo el Congo, no es capaz de cambiar la situación.

Los misioneros no interfieren en la política, sino que tratan de hacer frente a la poderosa crisis humanitaria que está destruyendo Kivu del Norte. “Cada día la gente muere de hambre y a causa de las enfermedades más comunes. Nuestra presencia alienta a las personas y garantiza su seguridad. Nos llaman ‘nuestras hermanas’, lo que significa que estamos cerca de ellos”, contó la hermana Agnieszka.

La pobreza cotidiana en Kivu
La pobreza cotidiana en Kivu

Frágil en su aspecto físico, en condiciones de guerra, es el punto de referencia para miles de personas necesitadas. Está valientemente apoyada por dos hermanas de Rwanda y Congo. “Vivimos solo gracias a la Providencia de Dios, las bombas caían alrededor de nuestro monasterio, por unos pocos metros de diferencia estaríamos muertas. Nos trajeron a los heridos, las paredes estaban rojas de sangre”, contó sobre uno de los enfrentamientos en la región.

El área de la misión se convierte en un asilo en tiempos de conflicto
El área de la misión se convierte en un asilo en tiempos de conflicto

“Llegaron a la misión otros refugiados y el hospital gestionado por las monjas estaba s rebosar tratando de dar cabida a 5.000 pacientes, entre ellos muchos heridos. Actualmente el frente se ha alejado de la misión, pero la situación sigue siendo muy turbulenta”.

El monasterio como lugar de asilo

Las misioneras son un punto de referencia sobre todo para las mujeres con niños que, a la primera señal de peligro, se refugian en su monasterio. Cuando hay más calma, la hermana Agnieszka reabastece y trata de obtener la mayor ayuda posible del extranjero. Esta clarividencia suya a menudo ha salvado vidas. “En circunstancias normales obtener atención médica roza lo milagroso, cuando la situación se agrava se vuelve imposible”, afirmó la misionera. Las Hermanas de los Ángeles gestionan un punto de alimentación que, a pesar del conflicto, opera ininterrumpidamente. “Casi la mitad de los niños menores de cinco años en esta región sufren desnutrición crónica. La tuberculosis y la malaria siguen siendo un gran reto. Esta última es la enfermedad que más mata todavía entre nosotros”– ha confiado sor Agnieszka.

La desnutrición afecta a la mitad de los niños
La desnutrición afecta a la mitad de los niños

A la pregunta sobre los sueños de las misioneras, como muchos habitantes de la región repiten: “Paz duradera. Esta tierra es fértil y la gente podría vivir aquí con seguridad y dignidad”, declaró la misionera. Sin embargo, como si las desgracias sufridas hasta ahora no fueran suficientes, están empezando a hacer sentir su presencia en la región los yihadistas vinculados al llamado Estado Islámico, que proceden de la vecina Uganda. Se multiplican las noticias sobre las masacres de personas indefensas, la violación de mujeres y niños. La misionera nos recuerda el llamamiento del Papa Francisco a sacar las manos de África. Subraya que la visita del Papa al Congo fue una oportunidad para arrojar luz sobre este rincón olvidado del mundo y dirigir hacia él la ayuda humanitaria tan necesaria. Junto a otras hermanas de los ángeles, pide oraciones para que tengan fuerza y salud para continuar su misión.

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23 julio 2024, 11:40