Universidad Católica Sacro Cuore: Educación integral y proyectos solidarios
Tiziana Campisi - Ciudad del Vaticano
Un encuentro "muy cordial y rico en perspectivas": así describió la rectora de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, Elena Beccalli, a los medios vaticanos la audiencia que mantuvo, esta mañana, con el Papa Francisco. En funciones desde el 1 de julio, nombrada para el cuatrienio 2024-2028 por el Consejo de Dirección el pasado 20 de junio, es la primera mujer que ocupa este cargo en la historia de la Universidad. Licenciada en Ciencias Económicas por el campus de Milán, de 51 años, es profesora titular de Economía de los Intermediarios Financieros en la Facultad de Ciencias Bancarias, Financieras y del Seguro, donde ocupa el cargo de decana desde 2014.
Francisco - informó la rectora - hizo hincapié en la necesidad de "educar a los jóvenes con la mente, el corazón y las manos" y subrayó lo importante que es el papel del profesor, añadiendo que hay que recordar "no perder nunca el humor". Entre los diversos temas tratados durante el coloquio, muchos se centraron en el mundo universitario y en la cuestión de la emergencia educativa. La profesora Beccalli expresó su gratitud al Pontífice por su constante cercanía a la universidad y le ilustró también sobre los numerosos proyectos que la Universidad Católica del Sagrado Corazón quiere llevar adelante en sus cinco campus de Milán, Brescia, Piacenza, Cremona y Roma, para ofrecer una contribución de pensamiento sobre temas de frontera desde una perspectiva global.
En la sociedad multicultural actual, con una marcada crisis de valores y en la que el desarrollo tecnológico ofrece nuevas oportunidades y al mismo tiempo plantea cuestiones éticas, ¿qué contribución pretende aportar la Università Cattolica del Sacro Cuore?
Ante todo, la Universidad Católica del Sagrado Corazón quiere ser un lugar de encuentro, de comparación entre culturas diferentes, entre disciplinas diferentes. Por tanto, potenciar el diálogo, la apertura y la interdisciplinariedad creo que es uno de los primeros rasgos que caracterizan la acción y la misión de la Universidad Católica hoy. El otro aspecto es el de valorar una formación integral de la persona, cultivando con rigor y calidad las disciplinas propias de las doce facultades que componen nuestra Universidad, y al mismo tiempo capacitando a los estudiantes para crecer como personas. La formación integral no debe olvidar ninguna dimensión, ni siquiera la espiritual, que sí estamos llamados a promover como Universidad Católica. Creo que este diálogo y esta formación integral pueden ser muy útiles para crecer, en la vida y en la profesión, ya que proporcionan una apertura y una solidez que permitirán a los graduados poner en su vida cotidiana los valores que se respiran en la Universidad.
Ante la actual emergencia educativa que afecta a la escuela, a las familias y a la sociedad, ¿cuál es el compromiso de la Universidad?
El compromiso de la Universidad es firme y doble. Por un lado, podemos contribuir acogiendo a jóvenes que hoy están alejados de los itinerarios universitarios, también por razones económicas. Por tanto, es una apertura que se realiza a través de becas para interceptar a los que hoy están más al margen. Pienso, por ejemplo, en los niños nacidos en Italia de padres extranjeros que quizás no tienen las oportunidades de entrar y a los que quisiéramos comprometernos a acoger con programas significativos, también desde el punto de vista económico. La segunda contribución que puede hacer la universidad es formar a los profesores, a los operadores escolares, para contrarrestar esta exclusión del sistema educativo. Esta es una contribución fundamental, porque tenemos los instrumentos de varias disciplinas -desde la psicología, a las ciencias de la educación, a todos los conocimientos humanísticos que cultivamos en la Universidad Católica- que pueden ser el antídoto más fuerte contra estos problemas.
Nadie se salva solo, sólo podemos salvarnos juntos, escribe el Papa Francisco en su carta encíclica Fratelli tutti, donde subraya la necesidad de la ayuda mutua entre los países y pide el crecimiento de una cultura del encuentro. Ustedes llevan a cabo proyectos internacionales y buscan asociaciones en las zonas más pobres del planeta, especialmente en la región mediterránea y en África: ¿qué objetivos persiguen en particular?
La Universidad Católica del Sagrado Corazón debe ser una universidad abierta al mundo. Y hay varias maneras de interpretar esta internacionalización de nuestra universidad. Hay una más clásica, que es abrirse a acuerdos, a asociaciones con universidades extranjeras para permitir a nuestros estudiantes obtener, por ejemplo, una doble titulación con universidades extranjeras y permitir también a estudiantes de otros países venir a nosotros, a nuestros campus. Hay una segunda que me preocupa especialmente, que es abrirnos a las zonas más pobres del planeta, en particular a África. Estamos pensando en un Plan África para la Universidad Católica del Sagrado Corazón. Ya son muchas las iniciativas que llevamos a cabo con países africanos en el campo de la formación sanitaria y económica, pero lo que me parece importante es crear sinergias entre estas iniciativas, para contribuir al desarrollo de estos países. Podemos tener más impacto si los conocimientos que cultivamos son más amplios y pueden integrarse entre sí en beneficio de estas mismas zonas. Hoy en día, la enseñanza a distancia es más fácil gracias a la tecnología. Es uno de los objetivos de mi mandato, porque reuniendo las distintas disciplinas podemos tener un impacto positivo en estas zonas más pobres, donde también tenemos algo que aprender.
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