Cardenal Semeraro: “Los santos están, ante todo, para ser imitados”
Ariana Pernía Paolini – Ciudad del Vaticano
Con motivo de la clausura del Año Jubilar y el aniversario 125 del tránsito de la beata Carmen del Niño Jesús Gonzáles Ramos, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos, celebró la Sagrada Eucaristía en la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, en Antequera, España, este domingo 10 de noviembre.
Durante la misa, el purpurado se dirigió a las hermanas de la Congregación de las Terciarias Franciscanas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, la comunidad religiosa fundada por la beata Carmen del Niño, para recordarles las virtudes que engalanaron su beatificación.
La caridad, que el cardenal definió en su homilía como “el socorro hacia los más necesitados” y “la ayuda hacia aquellos que por sí solos son incapaces de salir de la pobreza”, fue una de las razones que guio a la madre Carmen Gonzáles en su camino para instituir la congregación; sin embargo, destacó, “no fue su única virtud; por el contrario, durante el proceso para su beatificación, también se destacó su total dedicación al crecimiento y consolidación de la nueva familia de vida consagrada que ella había proyectado”, así como, “la profunda humildad que aprendió al contemplar a ese Niño Jesús que quiso vincular a su nombre religioso”.
De acuerdo al prefecto, las nobles facultades de la religiosa, surgieron de forma progresiva, aunque se intensificaron tras el inicio de su vida consagrada, una vida que “ella siempre quiso vivificada por el fuego del amor de los Corazones de Jesús y de María”.
Dios es quien dispone
Bajo este contexto, el cardenal Semeraro, compartió con los fieles cómo la vida de la hermana Gonzáles, siempre estuvo sujeta a los planes del Señor, a pesar de las dificultades; “la vida terrena de nuestra Beata no fue fácil, desde su primera juventud hasta el final de su camino: en la familia, en el estado matrimonial y luego viudo, e incluso en la familia religiosa que fundó”, no obstante, Dios dirigió su peregrinar terreno.
Para ilustrar su reflexión, Marcello Semeraro retomó el capítulo 16 del Libro de Proverbios, donde se enfatiza que “el corazón del hombre hace sus planes, pero es el Señor quien hace firmes sus pasos”; ante tal afirmación, el purpurado hizo hincapié en que, aunque las personas planifican y preparan opciones, “de diversa índole”, al final, “es Dios quien, en cada paso, dirige su vida”.
Así fue también en la vida terrena de la Beata Carmen del Niño Jesús. En todas las etapas de su vida, sin embargo, encontramos la caridad hacia los más pobres y necesitados.
La pobreza y la caridad
Mediante los textos bíblicos, recitados durante la celebración eucarística, -tomados de la lectura del primer libro de los Reyes y el Evangelio según San Marcos-, su eminencia Semeraro, explicó a las religiosas cómo en la figura de dos mujeres que aparecen en las lecturas y el Evangelio, se hallan unidas por las mismas virtudes, “la pobreza y la caridad”, las cuales, a través del ejemplo de la beata Carmen del Niño Jesús, se pueden comprender mejor.
“¿Qué nos dicen estas dos historias?”, cuestionó el purpurado, a lo cual respondió, en primer lugar, que ambas dejan la lección de que:
Para evaluar a una persona, no debemos dejarnos capturar sólo por las actitudes externas.
En este sentido, el prefecto sostuvo que no se debe evaluar a las personas “desde fuera”, dado que Dios, no evalúa de ese modo, por ello, «San Gregorio Magno enseñaba de forma similar que “a los ojos de Dios, nunca falta la mano en los dones, si el cofre del corazón está lleno de buena voluntad”».
La cercanía fraterna
En cuanto a la segunda reflexión, admitió que, “otra cosa, por paradójica que parezca, es ésta: nadie es nunca tan pobre que no pueda dar algo”; por ende, inspirándose en las palabras del Santo Padre, instó a la comunidad a estar atenta “necesidad de cercanía fraterna, de sentido de la vida, de ternura” del prójimo y, con mayor deferencia, de las personas que viven en pobreza.
Finalmente, el cardenal invitó a la comunidad religiosa a sentirse motivada por el testimonio de su fundadora y, aseveró que, “los santos no están sólo para ser invocados y honrados, sino ante todo para ser imitados”.
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