El testimonio de la hermana Hanane en medio de la guerra
Ariana Pernía Paolini – Ciudad del Vaticano
La religiosa Hanane Youssef y sus hermanas de la congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor atienden el centro de atención médica Saint Antoine, específicamente Rouaysset, un barrio del Metn en el Líbano, donde Hanane brinda asistencia sanitaria desde hace 35 años.
Durante más de tres décadas, declara la religiosa a la Agencia Fides, ella fue testigo de numerosas crisis, escasez de medicamentos, dinero y, la más reciente, la guerra que ha cobrado la vida de miles de personas; “venimos de años de tormento económico […] los centros de atención primaria como el nuestro desempeñan un papel vital en la respuesta sanitaria, expidiendo recetas y realizando las pruebas necesarias para aliviar la sobrecarga de los hospitales, que ahora con los ataques militares tienen que hacer frente a los que llegan con heridas graves e invalidantes, miembros que hay que amputar y rostros desfigurados”, asegura Youssef.
La realidad actual
Desde su servicio como misionera en el Líbano y, a partir de su dedicación a la atención médica, Hanane Youssef asegura que, el temor de los médicos y personal sanitario a ser impactados por las catástrofes de la guerra, provoca la escasez en los centros asistenciales de profesionales y voluntarios dedicados a contribuir al bienestar y la recuperación de los más vulnerables, “por eso no podemos garantizar nuestros servicios y nuestra labor social”.
En la guerra actual del Líbano […] los atentados se dirigen principalmente contra una comunidad concreta, la chiíta. Precisamente la comunidad más asistida por el Centro Saint Antoine. Esto aumenta la tensión y pretende abrir divisiones, resentimientos”, asevera la religiosa, quien invita a las personas a mantener una “coexistencia pacífica”, a pesar de que la guerra maltreche la paz y solidaridad en el país.
A este respecto, Youssef expresa que “la labor del centro, siempre ha sido un signo espontáneo y real de la coexistencia libanesa entre diversas comunidades religiosas. También, vienen inmigrantes. Una convivencia que la guerra está poniendo a prueba, alimentando la desconfianza y el miedo en los corazones de la gente”.
Desplazados en el Líbano
De acuerdo al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 1,2 millones de personas debieron desplazarse forzadamente, a causa de las consecuencias de la guerra; del mismo modo, el Ministerio de Sanidad libanés, estima que los ataques israelíes causaron la muerte de alrededor de 3.500 personas y más de 15 mil heridos.
Por ello, la hermana Hanane, quien fue desplazada con su familia en 1982, asevera que siente “una empatía especial por quienes pasan por la misma experiencia”, además, de que la guerra resulta, para ella, uno de los aspectos que ha marcado su vida en el ámbito religioso y personal, “me resulta fácil reconocer el rostro de Dios en las personas que están a mi lado, las que Dios me envía cada día, incluidos algunos médicos, amigos históricos y fieles. Me digo cada mañana que, si estoy en este lugar, es aquí donde estoy llamada a vivir el don de mi vida. El Señor nos protegerá y llegará un día mejor”.
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