Familia Vicentina abre Encuentro Internacional en Roma
Sebastián Sansón Ferrari - Ciudad del Vaticano
Los movimientos vinculados al carisma de San Vicente de Paúl han estado colaborando entre sí durante años, pero esta colaboración sigue siendo un desafío, ya que cada uno de ellos vive su identidad, espiritualidad y carisma en los 167 países donde están presentes. El padre Tomaž Mavrič, Superior General de la Congregación de la Misión, explica el objetivo fundamental del Encuentro Internacional de la Familia Vicenciana, que se celebrará del 14 al 17 de noviembre de 2024 en Roma. El tema que los convoca es "Mantener el fuego encendido: la sinodalidad vicenciana en acción".
Cuando se le preguntó sobre los frutos que espera de este encuentro, el religioso expresó su deseo de que sean las inspiraciones que el Espíritu les sugiera, agregando que "el objetivo es que la palabra colaboración realmente llegue al corazón de cada uno de nosotros".
Después del encuentro internacional realizado en enero de 2020 en Castel Gandolfo, Mavrič considera que este evento de 2024 es "un momento de gracia", ya que concluirá con la Jornada Mundial de los Pobres. En esa ocasión, anticipa que el domingo 17, el Papa Francisco bendecirá 13 llaves que representarán a 13 naciones donde se ofrecerán soluciones sostenibles de vivienda y autosuficiencia a las personas sin hogar, durante el Jubileo de 2025.
El Superior General invita a todos los que se sienten atraídos por la espiritualidad vicentina, tanto en laicos como en personas consagradas, a ponerse en contacto e involucrarse en sus actividades.
El congreso incluye, entre otras propuestas, charlas, momentos de trabajo en grupo, la santa misa, una reflexión del Cardenal Michael Czerny, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y un concierto acústico "ARISE - Gen Verde" en el icónico Teatro Ghione.
Anunciar a Jesucristo entre los jóvenes
Además de religiosos, religiosas, sacerdotes y laicos comprometidos, el encuentro cuenta con la participación de jóvenes vicentinos, algunos de los cuales forman parte de la Juventud Mariana Vicentina (JMV). Su presidenta, Patricia Roppa, expresa su entusiasmo por la oportunidad de estrechar lazos con las demás realidades vicentinas. Roppa destaca que los jóvenes de la JMV pertenecen a diversas unidades pastorales y se dedican a servir a la Iglesia a través de distintos proyectos, incluyendo misiones en otros países, encuentros para compartir y profundizar en la fe.
Tender la mano a los más necesitados y construir un mundo mejor
"San Vicente de Paúl fue un hombre maravilloso que nos transmitió un hermoso mensaje: salgan a las calles", asegura la hermana Margaret Mary Fitzpatrick, Superiora General de las Hermanas de la Caridad de Halifax, Canadá. Su misión es dar testimonio gozoso del amor: amor a Dios, a los demás y a todas las personas.
"Lo que hacemos es salir a las calles, encontrarnos con personas que viven en situación de pobreza o tienen otras vulnerabilidades, y estar con ellas allí donde están. Este encuentro nos lleva a la sinodalidad con todos", añade la religiosa. De este modo, tienden la mano a los sectores más frágiles de la sociedad y trabajan por un mundo mejor.
Al igual que Roppa, Fitzpatrick coincide en que la diversidad cultural no debe considerarse un obstáculo, sino una oportunidad. "Lo que hacemos es tomar lo mejor de nuestras culturas y lenguas, y el mensaje cristiano es el mismo en todas partes", concluye.
Conocerse más y mejor para caminar en la misma dirección
Para Jean-Louis Bonnet, miembro de la Asociación Vicenciana Internacional, el paso que aún falta es "alimentar una verdadera complementariedad entre las ramas de la Familia", lo que permitirá trabajar unidas en la misma dirección. Al mismo tiempo, aclara que "la práctica de la sinodalidad no es evidente, ni en la Familia Vicenciana ni en ningún otro ámbito". En este sentido, considera que, si el Papa Francisco convocó un sínodo sobre la sinodalidad, fue porque "no fluía de forma natural". Por lo tanto, la tarea principal es "fomentar un espíritu de sinodalidad, trabajar juntos, tomar decisiones juntos, sin esperar a que el impulso venga necesariamente de arriba, ya sea desde Roma o desde cualquier otro lugar".
Bonnet espera que estos días sirvan para establecer contactos y forjar alianzas que permitan acompañar a los países que necesitan ayuda, así como a aquellos que, con razón o sin ella, piensan que no la requieren. En este último caso, considera que tal vez se les pueda permitir "descubrir las realidades de lo que implica la vida cristiana y vicenciana en otras regiones".
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