El camino sinodal, una de las prioridades de las hermanas salesianas
Sr. Ausilia De Siena, FMA
El valor que asume la Sinodalidad en el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora.
“La sinodalidad es para nosotras un elemento carismático porque como Instituto hemos sido sinodales desde el nacimiento. Si entendemos la sinodalidad como un modo de ser y actuar, promoviendo la participación de todas en la común misión educativa”, ha dicho a Vatican News madre Chiara Cazzuola, Superiora general del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. Además, añade que “la ‘sinodalidad’ es la expresión de la espiritualidad de comunión que tiene su fundamento en la Trinidad y se concretiza en la comunión entre las hermanas y los jóvenes. La originalidad de Maria Domenica Mazzarello, en cuanto madre, educadora y cofundadora está en el hecho de haber colaborado a crear comunidades sinodales, es decir comunidades caracterizadas por el trabajar, rezar, vivir y compartir la vida y la misión ‘juntas’”.
Nuestra misión entre los jóvenes
Madre Cazzuola subraya: “Estamos llamadas a animar y acompañar, en continuo discernimiento, el crecimiento vocacional de cada persona que nos es encomendada”. En este sentido – añade – el objetivo prioritario de la misión educativa es orientar a los jóvenes al encuentro con Jesús de Nazareth. Los mismos jóvenes, entonces, se convierten en protagonistas en las propuestas educativas. Nos piden que asumamos nuevos estilos y nuevas estrategias para una pastoral más abierta y sinodal en respuesta a sus expectativas.
“La misión educativa está encomendada a toda la comunidad educadora – religiosas, laicos, jóvenes – y requiere la convergencia de múltiples intervenciones en un proyecto de promoción global que, a su vez, exige la participación de varias voces y de diferentes niveles de interacción: eclesial, social, política. Poniendo en el centro a los jóvenes, la comunidad educadora se compromete a tejer una red de solidaridad entre todos aquellos que creen y trabajan en la misión educativa” indica la madre Cazzuola.
Por esto – como subraya – las modalidades de intervención pastoral deben ser buscadas, experimentadas, verificadas en el contexto en el que se trabaja, de forma que sean respuestas a las preguntas reales que emergen. Lograr coordinarse de forma armónica garantiza la sinergia de todos los recursos en torno al proyecto común, más allá de las diferentes formas o de los varios organismos de animación. “La vida crece y se desarrolla si juntos se trata de alimentarla trabajando con optimismo y caridad pastoral y reforzando la comunión con Jesús, verdadera fuente de nuestra comunión”, concluye la Superiora general.
Gestionar inevitables desacuerdos y conflictos
“La caridad debe ser la fuerza poderosa que empuja, anima, hace converger personas muy diferentes y las ayuda a superar inevitables conflictos y pobreza a todos los niveles. Es necesario encontrar el tiempo y tener la posibilidad de expresarse, de escucharse con atención y respeto, también y sobre todo cuando la otra piensa de forma diferente”, dice a Vatican News madre Yvonne Reungoat, Superiora general emérita, Experta y Facilitadora de la Asamblea sinodal. Añade que este debate debe ser sostenido por la firme voluntad de buscar lo que une para que prevalezca sobre lo que divide. “Las elecciones y las decisiones deben madurar siempre en la reflexión y en la oración”.
Ser personas de comunión y reconciliación
Compartiendo su experiencia, la madre Reungoat subraya que se llega a la convergencia y a ser personas de comunión y de reconciliación, no obstante las diversidades de opinión, cuando se avanza en el camino del diálogo, de la claridad, de la recíproca hospitalidad, en la conciencia de la necesidad de un continuo proceso de conversión del corazón y de la mente según el Evangelio.
“No se pueden negar el desacuerdo y el conflicto porque, cuando se gestionan bien, se convierten en preciosas oportunidades de crecimiento para todos: suscitan reflexión, profundización, impulsan siempre a ir más allá, a verificar si efectivamente caminamos en los surcos del carisma o corremos el riesgo de permanecer cerradas en una rigidez de pensamiento y atrapadas en nuestras opiniones aún parciales”, dice la madre Reungoat. Subraya que la buena gestión del desacuerdo y del conflicto puede ayudarnos a cumplir el pasaje pascual que nos lleva a salir del “yo”, individualmente entendido, para llegar al “nosotros” comunitario/eclesial”.
“No hay que olvidar nunca que somos una comunidad para la misión”, concluye la superiora general emérita de las hermanas salesianas y experta y facilitadora de la Asamblea sinodal.
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