Un vendedor de globos por las calles de Damasco Un vendedor de globos por las calles de Damasco 

El Obispo de Homs: la Navidad en Siria coincide con un nuevo renacimiento

En el país de Oriente Medio, que lidia con un nuevo gobierno y grandes problemas de pobreza y supervivencia, todas las iglesias preparan las fiestas de Navidad con intensa oración y gran alegría. Monseñor Jacques Mourad, arzobispo de Homs de los sirios: «Muchos creyentes viven aún con miedo: no es fácil borrar el dolor causado por 50 años de persecución que se han abatido sobre nuestro pueblo. La incógnita de los refugiados en el extranjero que desearían regresar.

Federico Piana - Ciudad del Vaticano

«Esta Navidad tiene verdaderamente un sabor diferente, el más diferente de todas las que hemos vivido en el pasado». Son las palabras de Monseñor Yagop Jacques Mourad. Primero te animan: «En Siria, todas las iglesias la celebran este año de una manera muy especial, nueva. La alegría se nota en las decoraciones, en la intensidad de las oraciones, en la preparación de las celebraciones». Luego te abaten: «Muchos fieles viven todavía con miedo, en una especie de cerrazón defensiva: no es fácil borrar el dolor causado por 50 años de persecución que se han abatido sobre nuestro pueblo». Él es el arzobispo de Homs de los sirios, la tercera ciudad más grande de la nación de Oriente Medio por número de habitantes, que aún lleva las cicatrices de la violencia que sufrió en 2015, cuando un grupo de extremistas islámicos lo sacó por la fuerza del monasterio de Elian, donde era párroco, y lo mantuvo segregado durante cinco meses. Conoce, por tanto, el terror que paraliza, pero está convencido de que ahora, la historia está escribiendo una nueva página.

Levantar el embargo

Lo entiende perfectamente cuando, en una larga conversación a corazón abierto con los medios de comunicación vaticanos, pronuncia un concepto que destila optimismo, sincero: «Como Iglesia católica, tenemos el deber de animar a la gente a vivir plenamente la Navidad, porque se vislumbra un nuevo renacimiento para Siria. Sin embargo, no será fácil. Y esto lo sabe bien. Desde la caída del presidente Bashar al-Assad, reconoce el compromiso del nuevo gobierno de «poner a disposición de la población todos los productos de primera necesidad, como el agua y el petróleo. Pero no hay dinero y no se han pagado los salarios. Y la gente sigue viviendo en la extrema pobreza: aquí falta de todo». Puede que levantar el embargo internacional que pesa como un peñasco sobre la vida cotidiana de un país desesperado no se considere la solución definitiva, pero él no duda en pedirlo en voz alta, lo considera un paso esencial y necesario: «Es uno de los próximos pasos que habría que dar».

Constitución compartida

Monseñor Mourad, como todo el equipo eclesial, también se preocupa por el proceso social y político del que nacerá el nuevo Estado sirio, y que se ha puesto en marcha, de forma lenta pero inexorable, desde las primeras horas de la toma de posesión de los nuevos dirigentes. «La Iglesia ha dado un paso muy importante: se ha creado un comité para poner en contacto a la misma Iglesia, entendida como jerarquía y Pueblo de Dios, con el nuevo gobierno. El objetivo es también preguntar a nuestro pueblo cuáles son sus pensamientos y necesidades». Otra tarea del comité, que de momento sólo ha surgido de manera informal, es también intentar llegar a redactar juntos, de manera compartida, la futura constitución: «La idea dominante, en el gobierno actual, es que la carta fundamental debe ser musulmana, inspirada en la sharia, pero muchas personas de todas las comunidades étnicas, como los kurdos o los drusos, no lo aceptan. Y por eso intentamos intervenir con el diálogo para construir un Estado laico».

El regreso de los expatriados

El futuro de la nueva Siria dependerá también del regreso de los refugiados que la abandonaron en 50 años de terror, pero que ahora desearían volver. También esto preocupa mucho a monseñor Mourad: «Sé que muchos quieren volver, pero no ahora. Están en Irak, en Líbano, en Turquía. Todos los que huyeron de Alepo en los días de la caída de Assad han regresado. También porque los que tomaron el poder garantizaron que no harían daño a la gente». Los cristianos de Irak, Líbano o el Kurdistán iraquí, sin embargo, siguen sin querer volver, siguen sin confiar en ellos. «Quieren esperar. Se mantienen asomados a la ventana para ver cómo evoluciona la situación en los próximos dos meses. Después, quién sabe». Desde 2011, inicio de la guerra civil, más o menos sólo una cuarta parte de los cristianos han permanecido en Siria, los demás se han dispersado no sólo en Oriente Medio, sino también en Europa, Canadá, Estados Unidos, Australia. «¿Sabes cuál es mi esperanza? - susurra el arzobispo de Homs - Es que al menos todos los cristianos que están cerca, en Líbano, en Irak, puedan volver a abrazarnos: sería un estallido de esperanza no sólo para toda nuestra comunidad cristiana, sino también para todo el país».

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24 diciembre 2024, 14:50