El compromiso de la Iglesia por la educación integral en Siria
Stefano Leszczynski – Alepo
Un futuro incierto, hecho de muchos miedos, pero también de esperanza. Esta es la situación en la que viven los jóvenes sirios, tras años de guerra civil y la caída de Bashar al-Assad. Por ellos, la Iglesia se compromete activamente a través de diversas realidades del país, para fomentar una formación humana, capaz de hacer frente a los problemas sociales actuales.
El reto demográfico
«Tenemos dos centros para jóvenes – explica el padre Pier Jabloyan, director de las casas salesianas de Alepo y Kafroun – nos ocupamos de niños y de jóvenes». Entre los retos a los que se enfrentan está la dificultad de imaginar el futuro, la falta de estímulos, para los que la única «esperanza y solución» parece ser «escapar» de situaciones difíciles, como la falta de trabajo, que «les genera mucho miedo».
«El gran desafío – señala el padre Jabloyan – es también demográfico: los cristianos disminuyen porque no hay nuevos nacimientos. No ven posible el camino del matrimonio en esta situación económica, política y social».
Por tanto, la Iglesia tiene la tarea de intervenir, proporcionando a los jóvenes «una educación integral», para que la formación no sea sólo cultural. «Tenemos un gran reto, sobre todo con la caída del régimen, para integrar el pensamiento político», para que llegue la conciencia de formar parte de una gran sociedad, evitando el riesgo de quedarnos «encerrados, como cristianos, en un mundo propio», sino tratando de transmitir la enseñanza de la doctrina social de la Iglesia.
Se trata de una responsabilidad compartida por la Iglesia en su conjunto y por las ONG, que operan en el campo humanitario, según el sacerdote salesiano:
«Afrontamos, por tanto, un futuro lleno de confianza, aunque hemos pasado por un período de necesario sacrificio, porque lo que hemos vivido es tan pesado, tan grande, que también necesitamos tiempo para sanar, para que cicatricen las heridas abiertas, y lo veo con mucha esperanza, también gracias a tantas personas de buena voluntad que nos ayudan», concluyó el padre Jabloyan.
Formación humana
«Hay tantos jóvenes que necesitan formación», observa Nellie, siria, miembro del Movimiento de los Focolares. «Es toda una generación de guerra: sienten que necesitan más apoyo, sobre todo para su papel en la sociedad». Una propuesta podría ser «crear encuentros en los que se hable no sólo de religión, sino también de formación humana y social – dice Nellie – para enriquecer sus conocimientos, estar más abiertos al mundo y tener esperanza en el futuro».
Aunque el compromiso de la Iglesia con los jóvenes siempre ha sido importante, ahora hay que abrir un nuevo diálogo. El consejo de la mujer a los jóvenes «es que elijan un grupo de personas y dediquen tiempo» a esta formación. En efecto, el futuro de Siria está en manos de sus jóvenes.
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