La Sagrada Familia: Puerta jubilar al Dios de la esperanza
Benedetta Capelli – Ciudad del Vaticano
Contemplación y admiración por «este lugar santo de encantadora belleza, con tanta historia de fe». El Papa Benedicto XVI, el 7 de noviembre del 2010, expresó en su homilía, con motivo de la dedicación de la Sagrada Familia, el asombro que se siente al cruzar el umbral de la «Biblia en piedra», como se la ha llamado repetidamente, unión entre la realidad del mundo y la historia de la salvación.
Enlace de arte y liturgia, la obra de Antonio Gaudí, completamente rediseñada a partir del 1883, un año después de iniciarse los trabajos, fue descrita por el cardenal Lluís Martínez Sistach, hoy arzobispo emérito de Barcelona, como «una cartografía de lo sagrado, un gran mapa abierto donde el mundo puede leer las grandes cuestiones de la vida, del origen y del fin, del cielo y de la tierra».
Visitada por más de cuatro millones de personas cada año, la Sagrada Familia es en este Año Jubilar uno de los ocho lugares santos donde se puede recibir el don de la indulgencia junto con la Basílica de Nuestra Señora de la Mercè, la Basílica del Sagrado Corazón del Tibidabo, la Basílica de Santa María de Mataró, la iglesia parroquial de Santa María de Cornellà, el Santuario de San José de la Montaña, en el barrio de la Salut de Barcelona, y la iglesia del Cottolengo del Padre Alegre
Estos dos últimos lugares son sumamente simbólicos: la Congregación de las Madres de los Desamparados y San José de la Montaña – explica el rector de la Sagrada Familia, Josep María Turull – atiende a niños huérfanos o con dificultades; en el segundo, las Siervas de Jesús del Cottolengo de Padre Alegre se ocupan de personas con discapacidades físicas y psíquicas. «Son ejemplos de esperanza».
El camino de la belleza
Al inaugurar el año jubilar, el pasado 29 de diciembre, el cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, expresó el deseo de que sea un año para crecer en la esperanza. «La esperanza – dijo – no defrauda y hunde sus raíces en el amor de Cristo, que nos amó tanto que se hizo uno de nosotros para salvarnos. Esperanza que se respira al mirar las torres de la Sagrada Familia elevadas hacia el cielo, los tres “retablos” colocados en el exterior que son una invitación a interrogarse y a buscar».
«Creo que la Sagrada Familia – añadió el rector Turull – es, en definitiva, una puerta que se abre a Dios y, por tanto, que se abre a la esperanza. Cuando entras, te quedas con la boca abierta, admirado, es una obra maestra de la via pulchritudinis, el camino de la belleza, que se abre a la fe».
Pero es un asombro que lleva a mucho más. «No es sólo quedarse con la boca abierta, sino que abres tu corazón a la belleza. Tenemos tantos testimonios de personas ateas, alejadas de Dios, que al entrar se dejan traspasar por el Espíritu. Por eso – añadió – creo que la Sagrada Familia es un signo de esperanza para la Iglesia, porque consigue abrir los corazones».
En el 2026 se celebrará el centenario de la muerte de Antonio Gaudí, cuyo proceso de beatificación está en marcha. Para esa fecha está previsto que finalicen las obras de parte de la Capilla de la Asunción y, sobre todo, de la Torre de Jesús, que se convertirá en el edificio eclesiástico más alto del mundo con 172,5 metros, en cuya cúspide estará la cruz de cuatro brazos, típica de Gaudí.
«El tamaño de la torre – explicó el rector de la Sagrada Familia – no supera el de la colina de Montjuic porque en la idea de Gaudí, la obra del hombre no debe superar la obra de Dios».
«Creo que se alegraría de ver a los peregrinos de la esperanza cruzar el umbral de la basílica porque creo que por eso construyó la Sagrada Familia, haciéndola tan especial y diferente de otras iglesias. Era como un profeta, los profetas, especialmente en el Antiguo Testamento, traen esperanza a su pueblo y creo que Gaudí, arquitectónicamente pero no sólo, se convirtió en un profeta de la esperanza».
«Estoy muy agradecido al Papa Francisco por querer dedicar este Jubileo a la esperanza, porque hay tantas razones para desesperar. El Jubileo de esta manera es como un rayo de luz, la esperanza no desespera, y como escribió el poeta francés Charles Péguy, es la más pequeña de las virtudes teologales, pero es la que nos mantiene en pie». Espero – concluyó el padre Josep María Turull – que el Jubileo nos ayude a avanzar con fe, porque nuestro mundo lo necesita de verdad».
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