Patton: Siguiendo el ejemplo de los Magos, ser peregrinos de esperanza
Vatican News
«El encuentro con Jesús es la meta del camino de los Magos, el encuentro con Jesús es la meta del camino de la humanidad, el encuentro con Jesús es también la meta del camino de cada uno de nosotros». Así comentó el Custodio de Tierra Santa, el padre Francesco Patton, el Evangelio de la Solemnidad de la Epifanía, en la homilía de la Misa que presidió el lunes 6 de enero, en la Basílica de Santa Catalina de la Natividad de Belén. Una liturgia enmarcada en las celebraciones jubilares de este año en Tierra Santa.
La vida cristiana como peregrinación
«Imagino el camino de los Magos -dijo Patton- como una peregrinación: la peregrinación de todos los pueblos del mundo en busca de Dios, que se hace presente en el niño Jesús, el Hijo de Dios que se hizo uno de nosotros al nacer de María». En este sentido, «el Papa Francisco al proclamar el Jubileo de este año nos ha recordado que nuestra misma vida cristiana es un camino, una peregrinación, en la que se entrelazan la paciencia y la esperanza». Y en este camino necesitamos «momentos fuertes que alimenten y fortalezcan la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús» (Papa Francisco, Spes non confundit)». Para encontrar a Jesús, sin embargo, es necesario ponerse en camino y convertirse en «peregrinos de la esperanza», continuó el Custodio de Tierra Santa, siguiendo el ejemplo de los Reyes Magos: «Lo necesitamos porque la situación en la que nos encontramos es muy difícil y nos cuesta mucho mantener unidas la paciencia y la esperanza», recordó, en relación a la guerra en curso. Patton leyó también la breve oración «Acto de esperanza» que los Ordinarios de Tierra Santa ofrecieron para la reflexión de los fieles en su mensaje jubilar.
Los regalos de los Reyes Magos
Siguiendo la tradición local, en la tarde del 6 de enero, los frailes franciscanos de la Custodia se dirigieron en procesión a la Gruta de la Natividad, reproduciendo la imagen de los tres Reyes Magos que adoraron al Niño. Fray Luis Enrique Segovia, custodio del convento de Belén, llevó la rosa de oro donada por Pablo VI a la Basílica de la Natividad; fray Alberto J. Pari, secretario de la Custodia de Tierra Santa, llevó el incienso, que se utiliza para los ritos diarios en la basílica, mientras que fray Jad Sara, encargado de la enfermería de la Custodia en Jerusalén, llevó mirra, un aceite que antiguamente se utilizaba para los entierros. Una invitación, pues, a reconocer y honrar al Señor de la vida, nacido en la gruta de Belén y en el corazón de cada creyente.
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