Arzobispo de Buenos Aires preside eucaristía por la salud del Papa Francisco
Sebastián Sansón Ferrari - Ciudad del Vaticano
La Plaza Constitución en Buenos Aires, lugar emblemático en el que el Cardenal Jorge Mario Bergoglio presidía misas y denunciaba la corrupción, la trata de personas y el narcotráfico, fue el sitio elegido para celebrar, el lunes 24 de febrero por la tarde, la sagrada eucaristía pidiendo por la salud del Santo Padre. En la ceremonia, presidida por el arzobispo, Monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, el pastor planteó que el pontificado de Francisco es "una bocanada de aire puro y oxígeno" para un mundo asfixiado por la violencia, el egoísmo y la exclusión. "Que nuestra oración -dijo el prelado- sea esa bocanada de aire puro que llegue a sus pulmones para que recupere su salud", y despertó los aplausos de los fieles.
La misa fue concelebrada por los obispos auxiliares de Buenos Aires, el arzobispo de La Plata, monseñor Gustavo Carrara, el ex jefe del episcopado, monseñor Oscar Ojea, el cardenal y arzobispo emérito de Buenos Aires, Mario Poli, y decenas de sacerdotes, como Guillermo Marcó, exportavoz de Bergoglio en Buenos Aires. También estuvieron presentes varios representantes de la vida social y política del país, entre ellos representantes del gobierno de la ciudad, como el ministro de Seguridad, Waldo Wolff. La plegaria se suma a las diversas iniciativas de oración organizadas en la tierra natal de Bergoglio, entre ellas el triduo de misas promovido por los sacerdotes de villas y barrios populares, para quienes Francisco encarna y hace trascender magníficamente "una Iglesia pobre para los pobres".
García Cuerva manifestó el afecto al Pontífice, pidiéndole que "no afloje" (expresión típicamente rioplatense animando a no rendirse), "porque te necesitamos mucho", agregó. "¡Viva el Papa Francisco! ¡Viva el Papa Francisco!", exclamó.
En su prédica, el prelado valoró la enseñanza de Francisco a construir una Iglesia en la que se abrace con la ternura tanto dolor, abrazando a los "heridos de la vida", a tantos excluidos, a todos. Insistió en la petición del Santo Padre de ser "callejeros de la fe", testigos de Jesús resucitado en la vida cotidiana, y de ser una Iglesia familia, donde haya lugar "para todos, todos, todos".
Repasando otros mensajes clave de su Pontificado, el arzobispo se detuvo también en la importancia del diálogo: "Hay que aprender a forjar entre todos la cultura del encuentro frente a la cultura del descarte", sostuvo. En esa misma línea, retomó el magisterio de Bergoglio, cuando en múltiples ocasiones ha subrayado que no podemos dividirnos entre amigos y enemigos. "¡Qué lindo que hoy, que nos juntamos a rezar por él, podamos empezar a vivir aquello que tanto nos enseñó, que somos hermanos y que entre todos tenemos que construir una patria de hermanos!", deseó García Cuerva.
"Hoy también, rezando por él, añadió García Cuerva, le pedimos perdón a Dios por las veces que lo hemos descalificado, lo hemos acusado, lo hemos manchado en su honor. Y él siempre nos respondió desde el Evangelio con una absoluta misericordia". "Que ojalá su magisterio y su pontificado lo pongamos en práctica de una vez por todas", fue su deseo.
Con una importante presencia de medios de comunicación nacionales e internacionales, también participaron jóvenes de los Hogares de Cristo, un proyecto impulsado personalmente por Bergoglio que brinda una respuesta integral a situaciones de vulnerabilidad social y/o consumos problemáticos de sustancias psicoactivas, poniendo en primer lugar a la persona y sus cualidades. A ellos se sumaron trabajadores que finalizaban su jornada laboral, familias, religiosas de distintas congregaciones y una delegación de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), que levantaron pancartas con las palabras "Tierra, Techo, Trabajo", que Francisco invocó para los pobres del mundo.
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