Religiosa contagia la esperanza a migrantes en frontera México-EEUU
Vatican News
La hermana Carmen Ugarte García, de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, ha compartido la angustiante situación que enfrentan miles de migrantes en la frontera entre México y Estados Unidos, específicamente en Ciudad Juárez. En una entrevista realizada por la Hermana Bernadette Reis, en el marco de un curso de liderazgo con Talitha Kum en Lima, Perú, revela las complejidades y el sufrimiento de aquellos que buscan una vida mejor, pero se encuentran atrapados en un limbo de incertidumbre y exasperación.
Impacto de las nuevas políticas migratorias en Estados Unidos
Uno de los temas centrales es el modo en el que las recientes políticas migratorias implementadas por el gobierno estadounidense han afectado a los migrantes. Ugarte explica que, tras la llegada del nuevo presidente de los Estados Unidos, se suspendieron muchas de las citas que los migrantes habían agendado para intentar regularizar su situación. Además, se implementó una vigilancia intensificada en la frontera, con la presencia de la Guardia Nacional mexicana y un control más estricto sobre el ingreso de personas sin la documentación adecuada.
La medida, aunque justificada por cuestiones de seguridad y control de narcóticos, como el fentanilo y las armas, ha generado graves consecuencias para las personas que ya se encontraban en la frontera, esperando una oportunidad para cruzar. Muchas de estas personas, de diversos países de América Latina, han quedado atrapadas en un ciclo de desesperación, sin poder regresar a su tierra natal y sin poder acceder a una vida digna en los Estados Unidos.
Historias de desesperación y esperanza
Ugarte comparte algunas de las historias más conmovedoras de los migrantes con los que ha trabajado. Entre ellas, destaca a mujeres de Cuba y Guatemala que, tras atravesar México en busca de una oportunidad en Estados Unidos, se han visto atrapadas en situaciones de explotación sexual y laboral. También relata el sufrimiento de mujeres provenientes de Venezuela y Colombia, que han enfrentado los peligros del paso del Darién, una de las rutas más mortales para los migrantes que intentan llegar a Norteamérica.
"Algunas de ellas nos contaron que ya no podían más en sus países, y en su travesía hacia el norte sufrieron dolor físico y emocional. Están buscando trabajo, pero su situación es extremadamente difícil", relata, haciendo hincapié en las secuelas del arduo viaje, como las dificultades para caminar debido al agotamiento extremo.
El auge del tráfico humano y la explotación
Otro tema crítico es el aumento de la explotación y el tráfico de personas en la región. La religiosa puntualiza cómo los migrantes, en su desesperación, se ven fácilmente vulnerables a las redes de crimen organizado, que los captan para ser utilizados en actividades ilícitas. La explotación sexual y laboral, según relató, es una realidad palpable, especialmente en Ciudad Juárez, donde las personas que huyen de la violencia y la pobreza se encuentran a merced de quienes se aprovechan de su vulnerabilidad.
"El miedo es lo que domina la situación. Muchas personas se ven atrapadas entre la opción de ser explotadas o caer en manos del crimen organizado", comenta, señalando la urgente necesidad de apoyo y protección para los migrantes en la región.
La misión de las Hermanas Oblatas y la resiliencia de los migrantes
A pesar de las adversidades, la religiosa resalta la labor incansable de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor y otras organizaciones que se han unido en la región para brindar apoyo a los migrantes. Este apoyo no solo se limita a la asistencia material, sino también a un acompañamiento emocional y espiritual, fundamental para que los migrantes puedan superar el dolor y la angustia que experimentan.
"Las personas aprecian mucho poder desahogarse, contar sus historias y saber que alguien les escucha. Este proceso de sanación es tan importante como cualquier otra ayuda que podamos ofrecer", afirma Ugarte.
"Estamos aquí para ellos, al cien por ciento, sin descanso. Nuestro trabajo no solo es brindar ayuda material, sino también ofrecer esperanza, algo que muchos de ellos han perdido en su travesía", concluye la consagrada.
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