Francia, continúa el camino de escucha y reparación de las víctimas de abusos del clero
Jean-Benoît Harel - Ciudad del Vaticano
«El reto es la transformación duradera de lo que hacemos». Así lo afirmó durante una conferencia de prensa organizada ayer, martes 25 de marzo, en París, Marie Derain de Vaucresson, presidenta del INIRR, organismo nacional independiente de reconocimiento y reparación de las víctimas de abusos del clero, creado tras el informe del Ciase, que presentó un primer balance de sus actividades. En nombre de la Iglesia francesa, el organismo se compromete a cumplir con su deber de justicia y reparación a quienes, siendo menores, sufrieron abusos sexuales por parte de miembros del clero. En tres años, 1580 personas se dirigieron a la INIRR y 1235 fueron acompañadas. La mayoría eran hombres (66%) con una edad media de 61 años. Fue «un trabajo extraordinario, llevado a cabo con 40 empleados y voluntarios, sobre todo teniendo en cuenta que en 2022 sólo éramos una decena», explicó la presidenta.
Caminos reparadores
Si las solicitudes fueron muy numerosas el primer año (1136 en 2022), la organización también ha visto un aumento en los últimos meses, debido a la atención mediática en Francia a la violencia cometida en el interior del liceo Notre-Dame de Bétharram, pero también a las revelaciones sobre el abate Pierre. «Hay que seguir hablando de ello», afirma Marie Derain de Vaucresson. «Vemos a obispos muy comprometidos», dijo, explicando los numerosos avances en el reconocimiento de la responsabilidad, al tiempo que lamentó que este compromiso no sea compartido por «todos los obispos» y «en toda la Iglesia».
Además de la compensación económica, que puede llegar hasta un máximo de 60.000 euros, la INIRR también ha desarrollado itinerarios reparadores, llevando a cabo más de 200 iniciativas de este tipo durante 2024. Uno de cada cuatro de estos acompañamientos ha supuesto el restablecimiento de un diálogo o vínculo con la Iglesia. Julien, una de las víctimas seguidas por la organización, dio voz al sentimiento de abandono que sintió cuando denunció los abusos sufridos. Tras un itinerario reparador, ahora se declara «completamente sereno y capaz de entrar en una iglesia». Estos itinerarios pueden incluir diversas actividades, como, por ejemplo, la intervención de un obispo en una parroquia implicada en casos de abusos o la lectura de archivos por parte de un obispo junto con una víctima. Se han duplicado las peticiones de quienes han sufrido violencia y acoso para hablar de lo vivido con sus seres queridos o familiares, lo que subraya la necesidad de romper el «silencio que aprisiona».
Un recorrido individual en el relato colectivo
Entre las iniciativas, también hubo numerosas conversaciones entre las personas acompañadas y representantes de la INIRR para «pasar de la memoria traumática a la memoria autobiográfica», explicó Myriam Dubois, representante de la organización independiente. Este es el camino experimentado por Gilles, de 53 años, una de las víctimas del padre Preynat en Lyon. Tras años de incertidumbre, psicoanálisis y sufrimiento, su encuentro con monseñor Loïc Lagadec, obispo auxiliar de Lyon, fue un paso importante: «No era a él directamente a quien me dirigía, sino a todos los obispos que encubrieron los abusos de este sacerdote». Ahora Gilles ha encontrado trabajo, gracias en parte al camino emprendido con la INIRR.
El futuro de la INIRR
El mandato inicial de la Instance nationale indépendante de reconnaissance et de réparation era de tres años, pero fue prorrogado hasta junio de 2026. Sin embargo, se plantean algunos interrogantes de cara al futuro. Las cosas «se están moviendo», pero aún quedan algunos retos, aseguró la presidente de Vaucresson, citando, por ejemplo, el refuerzo de las llamadas al testimonio en las diócesis. Para hacer balance del trabajo de la INIRR, se ha puesto en marcha un estudio para evaluar los efectos de las vías de justicia reparadora emprendidas. Los resultados se publicarán en junio de 2026. «La obligación que tenemos es, en fraternidad, considerar a las personas víctimas como consideramos a los pobres, a los encarcelados, a los enfermos, hacer una referencia evangélica», concluye Marie Derain de Vaucresson. «No podemos ser indiferentes a la suerte de las víctimas, en nombre de esta fraternidad. Debemos sentirnos implicados con alguien que está mal a nuestro lado».
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