Sri Lanka. El Jubileo entre los más pobres pero sostenidos por la oración
Paolo Affatato - Ciudad del Vaticano
Las poblaciones más pobres de Sri Lanka, estranguladas por las dificultades y por la crisis que afecta también al alimento básico de la población, el arroz, encuentran en el Jubileo un momento que devuelve la esperanza. Sobre todo porque el Año Santo, junto a iniciativas espirituales como peregrinaciones, oraciones y ceremonias para conseguir indulgencias, incluye obras de caridad y de justicia que redescubren su significado profundamente bíblico. Aquella familia de las afueras de Colombo (una familia de clase baja, él jornalero, ella dedicada al cuidado de los niños) no podía creer lo que veían. La deuda que había contraído por una necesidad familiar repentina había sido perdonada. El acreedor hizo esto por sugerencia de un sacerdote, como un regalo especial en el Año Santo.
«El Jubileo, en su significado bíblico original, es un tiempo de gracia que implica gestos como la cancelación de una deuda. “Los sacerdotes en Sri Lanka están sensibilizando a los fieles para que realicen gestos con este espíritu en su experiencia diaria”, dice Jude Krishantha Fernando, presbítero de la Arquidiócesis de Colombo y director de la Oficina de Comunicaciones Sociales de la Conferencia Episcopal de Sri Lanka.
Un hogar para los más humildes
Otra iniciativa de carácter jubilar, dirigida a los pobres y últimos de la sociedad, se refiere a las personas que pasan su vida como sirvientes domésticos, desempeñando tareas serviles al servicio de familias ricas: «A menudo —explica don Fernando— se encuentran al final de su vida, en edad avanzada, sin ninguna posesión. Por eso, como regalo especial para el Año Santo, pedimos a las familias ricas que expresen su gratitud ayudando a estas personas a construir sus propias casas y vivir en paz con sus seres queridos”.
Mientras la escasez de arroz, especialmente de arroz rojo (calidad que constituye la base de la dieta), cobra protagonismo en el país, se detectan problemas en la cadena de distribución y mecanismos que rayan en la especulación porque unos pocos grandes productores compran enormes cantidades del cultivo y luego determinan el precio del producto al por menor. Pero el arroz no es un producto como cualquier otro, es el alimento básico de cada familia y puede compararse al pan en los países occidentales, observa la agencia Fides. Por eso, afirma el sacerdote, «es importante que el gobierno intervenga con medidas para regular los precios: la población espera intervenciones que puedan bajar el costo de la vida, especialmente de bienes esenciales como alimentos y medicinas».
La cercanía de la Iglesia a los pobres
En este marco los más pobres, los agricultores y los pescadores viven el Año Jubilar en Sri Lanka. En una situación social en la que todavía muchos luchan por el sustento diario, «la Iglesia católica de Sri Lanka para el Jubileo —informa el padre Jude— ha puesto en marcha varias iniciativas y proyectos de solidaridad y cercanía a los más pobres. El nuestro será un Jubileo con los pobres. Para ellos, el Año Santo trae consigo un bagaje de auténtica esperanza: una esperanza de justicia y de prosperidad”.
Con este espíritu, muchos fieles participan en las iniciativas espirituales organizadas por las diócesis: sólo en Colombo hay ocho santuarios jubilares, meta de peregrinación, mientras que toda la Iglesia de Sri Lanka está preparando una peregrinación nacional al santuario mariano de Madhu en agosto. Madhu se encuentra en la diócesis de Mannar, en el norte de la isla, en una zona habitada por una población mayoritariamente de etnia tamil.
En ese territorio, antaño escenario de una cruenta guerra civil, el santuario mariano ha sido siempre un símbolo de unidad y armonía nacional, siendo un lugar respetado y frecuentado por personas de todas las religiones y etnias. «Desde ese lugar emana un mensaje de paz, reconciliación y justicia para todos», subraya nuestro interlocutor: «En las dificultades que vive la gente y en los desafíos que atraviesa nuestro país, la fuerza que viene de arriba nos mantiene en marcha, la única que da verdadera esperanza». Con Cristo podemos cruzar el desierto de la pobreza y del miedo”. Hoy en día “somos pobres en recursos, en medios materiales, muchas familias comen sólo una vez al día. Pero veo personas ricas de fe, que rezan, que no desesperan, que encuentran el apoyo de una comunidad de hermanos dispuestos a compartir lo poco que tienen, en la ayuda mutua”, concluye.
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