Apoyo y cercanía del Papa en el Día Mundial del Libro
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
Este 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Desde 1996 se escogió esta fecha para fomentar el buen hábito de la lectura en el día en que se recuerda el fallecimiento de tres grandes escritores: el Inca Garcilaso de la Vega – cuyo nombre de bautismo era Gómez Suárez de Figueroa, poeta del Siglo de Oro – Miguel de Cervantes Saavedra – mundialmente conocido por haber escrito “El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha” – y William Shakespeare – dramaturgo, poeta y actor inglés – venerado ya en su tiempo.
En Italia esta jornada ha dado vida a diversas actividades tendentes a crear conciencia acerca del valor social y cultural de la lectura. De hecho, el Centro para el Libro y la Lectura del Ministerio de Patrimonio y Actividades Culturales y del Turismo impulsó la campaña nacional de Mayo del Libro, cuyo lema será: “Deseamos Leer”, evento que se extenderá hasta el último día del próximo mes.
Para esta ocasión, el Centro para el Libro y la Lectura propone tres ejes temáticos, a saber: La lectura como expresión de libertad; 2018 Año Europeo del Patrimonio y El lenguaje como instrumento de identidad. Entre las novedades más destacadas de esta edición, la adhesión a las celebraciones del Consejo Superior de la Magistratura, que organizó un debate y reflexión sobre el tema: “Educar en la legalidad. Lectura para los ciudadanos del mañana”.
Atenas es este año la capital mundial del libro
Mientras Atenas es este año la capital mundial del libro, seleccionada por la Unesco como reconocimiento a la labor desarrollada por la capital de Grecia en la promoción de los textos para que estén al alcance de toda la población.
En efecto, la Directora General de la UNESCO, es decir de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura – creada en 1945 para responder a la firme idea de las naciones, forjada por dos guerras mundiales en menos de una generación, de que los acuerdos políticos y económicos no son suficientes para construir una paz duradera, sino que la paz debe cimentarse en base a la solidaridad moral e intelectual de la humanidad – manifiesta en su Mensaje para esta ocasión que al celebrar el libro, celebramos actividades como la escritura, la lectura, la traducción y la publicación “mediante las cuales el ser humano se eleva y se realiza”.
Libertades negadas
Y celebramos también y fundamentalmente, “las libertades que las hacen posibles”. Si bien se trata de “libertades frágiles” enfrentadas a “numerosos desafíos”, que en algunos países se niegan, incluso en nuestros días, “cada vez que hay un ataque contra una escuela o que se destruye un manuscrito o un libro”.
“Es pues nuestro deber en todo el mundo – se lee en el Mensaje – proteger estas libertades y promover la lectura y la escritura, a fin de luchar contra el analfabetismo y la pobreza y reforzar los cimientos de la paz, así como de proteger y valorizar las profesiones y a los profesionales relacionados con el libro”.
Asimismo se destaca que la UNESCO, en colaboración con la Unión Internacional de Editores y la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas, presta apoyo, por ejemplo, a la labor de los editores, que ha de ser reconocida en su justo valor y protegida, ya que la circulación de obras escritas contribuye de manera fundamental a la libertad de expresión, al debate público y al diálogo.
“Con Atenas y con toda la comunidad internacional – concluye la Directora General Audrey Azoulay – celebremos juntos el libro, que encarna la creatividad, permite intercambiar ideas y conocimientos trascendiendo las fronteras y fortalece el entendimiento mutuo y el diálogo”.
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