En Argentina se calcula que hay once millones de pobres
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
Las ayudas económicas estatales que reciben los hogares más pobres son insuficientes para que llenen el carrito de la compra en uno de los países más caros de América Latina. Pero la situación ha empeorado aún más desde el pasado abril, cuando el peso comenzó a depreciarse y volvió a desbocar la inflación, con aumentos de más del 100% en alimentos básicos como la harina. El 27,3% de los argentinos son pobres, lo que equivale a 11 millones de personas. De ese total, 4,9% son indigentes, es decir, que sus ingresos no alcanzan ni siquiera para comprar comida. La cifra ha sido difundida por el organismo oficial de estadísticas (Indec).
Pocos minutos después de que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) reportara los malos resultados de los indicadores socioeconómicos para la primera mitad del año, el presidente argentino, Mauricio Macri compareció ante la prensa para señalar que el aumento era esperado y se profundizará en las próximas mediciones.
Presidente Macri: objetivo de su gobierno reducir la pobreza
"Es un número que esperábamos y que refleja las turbulencias de los últimos meses y las dificultades que estamos atravesando", reconoció Macri al ofrecer una declaración a la prensa en la Casa Rosada, sede del Ejecutivo. "Tenemos meses difíciles por delante, pero nuestro objetivo sigue siendo el mismo: reducir la pobreza", señaló el jefe de Estado.
Macri adelantó que en diciembre volverá a otorgarse un aumento en las ayudas sociales que se pagan a los sectores más vulnerables. "La mayor parte del Presupuesto 2019 está destinada a la inversión social, como nunca antes lo estuvo. La prioridad hoy es estar con los que más lo necesitan en esta emergencia", afirmó.
La dura realidad es visible en las calles de Buenos Aires
Las organizaciones sociales y religiosas advierten desde hace meses del impacto de la inflación, del aumento del desempleo hasta el 9.6% -el peor registro en 12 años- y de la pérdida de poder adquisitivo entre la población con menos recursos. No refleja, sin embargo, lo peor de la crisis, acelerada a partir del derrumbe del peso a finales de agosto.
La dura realidad es visible en las calles de Buenos Aires, donde en los últimos meses ha crecido el número de personas que vive en la calle. Además de hombres solos, que son mayoría entre los sin techo, hay también familias con hijos pequeños que duermen sobre colchones en las aceras. "Nos desalojaron de la pieza porque no podía pagarla", cuenta Jennifer, a cargo de una niña de seis años, en una de las calles del centro. Esta mujer originaria de Salta, en el norte de Argentina, trabaja limpiando casas, pero le redujeron las horas hasta que le fue imposible hacer frente al alquiler. Cuenta que ella y su hija se alimentan de comida que les dan los vecinos o que encuentran en la basura, aunque también se han acercado alguna vez a Plaza de Mayo, donde voluntarios de Red Solidaria ofrecen cenas calientes y abrigo para más de 300 personas.
Argentina fue un país rico en los 80
Argentina fue un país rico que no se familiarizó con la pobreza masiva hasta los años 80. La marginalidad creció en los 90, explotó después de 2001 -cuando la mitad de la población quedó bajo la línea de la pobreza- y siguió por encima del 25% durante el kirchnerismo. A diferencia de otros países latinoamericanos, donde la pobreza está naturalizada, en Argentina estas cifras generan indignación.
"Vivimos un momento de crisis y hay mucha gente en la calle", advierte Andrea Poretti, titular de la organización católica San Egidio, que reparte sándwiches y leche chocolatada por las noches por el barrio de Flores, en el sur de Buenos Aires. "Encontramos situaciones muy variadas. Hay personas que llegan a pagar alojamiento, pero no la comida; otras ninguna de las dos cosas. Algunos tienen dificultades para salir de la situación de calle, otros dándoles un empujoncito pueden volver al sistema", describe Poretti. Esta organización publicó este año la cuarta edición de la guía Dónde dormir, comer, bañarse y curarse, en la que recopila todos los servicios gratuitos en la ciudad para las personas indigentes, con direcciones y horarios de atención.
Fuera de la capital, la asistencia a los comedores y merenderos populares lleva también meses en alza y los referentes sociales ven cada vez más similitudes con la última gran crisis del país, la del corralito. "Parece que se repiten los tiempos del 2001.
El experto en América Latina, Maurizio Stefanini nos hace un balance de la situación
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