Comunidad monástica en Siria. Del dolor a la esperanza
Ciudad del Vaticano
Dolor (alam) y esperanza (amal) son dos palabras compuestas en árabe "de letras idénticas pero con un significado completamente diferente: dos palabras, sin embargo, estrechamente unidas por un vínculo que se manifiesta de manera clara y tangible en la oración y en la cercanía de Dios". Así comienza la "carta de Navidad" enviada en estos días a amigos, bienhechores y conocidos por los monjes y monjas de Deir Mar Musa.
Imitar a Cristo
La carta se abre con las reflexiones de la Hna. Houda Fadoul, actual responsable de la comunidad. Ella recuerda que "los verdaderos consuelos espirituales nos vienen de Dios en los momentos de oración", mientras que la posibilidad de dar una respuesta cristiana cuando nosotros mismos estamos afectados por el dolor sólo puede surgir de la imitación y la compañía de Cristo, cuando "unimos nuestro dolor al de nuestro amado Jesús, ofreciéndolo a Dios por un mundo de justicia y paz".
Situación compleja y preocupante
En su carta de Navidad, los monjes y monjas relatan brevemente los acontecimientos y obras que han marcado la vida de cada uno de ellos en los últimos tiempos, en un contexto eclesial y social definido como "complejo y preocupante". En la larga carta de la comunidad se dice, entre otras cosas, que el Padre Jacques Murad, el monje secuestrado durante unos meses en 2015 por los yihadistas del Estado islámico (Daesh) - "celebró la Semana Santa y la fiesta de Pascua con los refugiados iraquíes en Turquía. Mientras, el P. Jens, quien trabajaba en el monasterio confiado a la comunidad de Sulaymaniyah, Kurdistán iraquí, "pudo terminar la construcción de dos edificios adyacentes a la iglesia, acogiendo en el primer edificio la escuela de idiomas y la formación profesional Mali Dangakan (La Casa de las Voces), que atrae "a un número cada vez mayor de personas, porque el estudio de idiomas (árabe, kurdo, inglés) ayuda a encontrar empleo y así tener un futuro en la región".
Diálogo interreligioso
En ese monasterio -nos dicen los monjes de Deir Mar Musa- "la escuela de verano de este año se ha distinguido de las anteriores porque ha atraído a un gran número de niños de la región, musulmanes y cristianos, ciudadanos locales y refugiados, kurdos, árabes, caldeos y sirios. Durante dos meses, los niños han experimentado juntos la alegría de aprender, desarrollar sus talentos artísticos, hacer viajes y jugar bajo la supervisión de maestros calificados bajo la atenta mirada del Padre Jens.
Alojamiento para 150 niños
Mientras tanto, la Hna. Deema "pasó la mayor parte del año en Mar Musa acogiendo, escuchando y ayudando a los invitados, especialmente a los jóvenes que llevan en sus corazones el dolor de la situación en Siria y la esperanza de un futuro mejor. La carta también actualiza el progreso de las escuelas de música y de párvulos dirigidas por la comunidad, recordando que este año 150 niños "crecen y maduran en nuestro párvulo 'Rawdat al-Qalamoun'.
Ayuda a las personas desplazadas
También se recuerdan las obras apoyadas en favor de las personas desplazadas en la ciudad siria de Qaryatayn, en las aldeas de Zaydal y Fayrouzé: "Ha habido matrimonios, han nacido niños", dice la carta, "y este hecho atestigua el deseo de estas familias de permanecer en Siria: y esto es exactamente lo que esperamos que se pueda conseguir, proporcionándoles ayuda en estos años".
El recuerdo del Padre Dall'Oglio
Los monjes y monjas de Deir Mar Musa, en su carta de Navidad, también se refieren a la historia del Padre Paolo Dall'Oglio: "El destino de nuestro hermano y padre fundador es todavía desconocido. Multiplicamos nuestras ardientes oraciones a Dios por él y por los miles de desaparecidos en la guerra de Siria, de quienes las familias no tienen noticias. Hemos conocido con alegría los doctorados en curso sobre su teología del diálogo islámico-cristiano, tan necesario para nuestro mundo de hoy". (Agencia Fides 18/12/2018)
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