UNICEF: el mundo no ha logrado proteger a los niños en conflicto
Ciudad del Vaticano
En efecto, las violaciones generalizadas de los derechos de los niños en los conflictos armados continúan sucediéndose año tras año siguiendo una tendencia alarmante, se lee en el comunicado de prensa hecho público este 28 de diciembre en Nueva York. Y se explica que el futuro de millones de niños que viven en países afectados por conflictos armados está en peligro, ya que las partes beligerantes siguen cometiendo graves violaciones contra ellos y los dirigentes mundiales no exigen responsabilidades a los culpables.
“Los niños que viven en zonas de conflicto en todo el mundo han seguido sufriendo niveles extremos de violencia en los últimos doce meses, y el mundo sigue sin cumplir sus obligaciones hacia ellos”, afirma Manuel Fontaine, Director de Programas de Emergencia de UNICEF. “Durante demasiado tiempo, las partes en conflicto han estado cometiendo atrocidades con una impunidad casi total, y la situación no hace más que empeorar. Se puede y se debe hacer mucho más para proteger y ayudar a los niños”.
Los niños que viven en países en guerra han sido atacados directamente, han sido utilizados como escudos humanos, o han sido asesinados, mutilados o reclutados para participar en los combates. La violación, el matrimonio forzado y el secuestro se han convertido en tácticas habituales de los conflictos en Siria y Yemen, y en otros países como la República Democrática del Congo, Nigeria, Sudán del Sur y Myanmar.
A lo largo de 2018:
En Afganistán siguen produciéndose casos de la violencia y de derramamiento de sangre a diario, ya que solamente en los nueve primeros meses de 2018 murieron o resultaron mutilados unos 5.000 niños, el equivalente a la totalidad de los casos que se produjeron en 2017. Además, los niños constituyen el 89% de las víctimas civiles de los restos de explosivos de guerra.
En Camerún se ha producido una escalada del conflicto en las regiones noroccidental y sudoccidental del país, y las escuelas, los estudiantes y los docentes son a menudo objeto de ataques. En noviembre, más de 80 personas, entre ellas numerosos niños, fueron secuestradas en una escuela de Nkwen, en el noroeste del país, y liberadas pocos días después. Hasta la fecha se ha denunciado la quema parcial o total de 93 aldeas debido al conflicto, y muchos niños han sido víctimas de niveles extremos de violencia.
En la República Centroafricana, la reanudación de los combates ha afectado a gran parte del país, y dos de cada tres niños necesitan asistencia humanitaria.
En la República Democrática del Congo, la violencia interétnica y los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los grupos y milicias armados en la región del Gran Kasai y en las provincias orientales de Tanganica, Kivu del Sur, Kivu del Norte e Ituri han tenido consecuencias devastadoras para los niños. La violencia y la inestabilidad en el este del país han obstaculizado la respuesta al nuevo brote de ébola. Además, se calcula que 4,2 millones de niños corren el riesgo de sufrir desnutrición aguda grave. Las violaciones de los derechos de los niños han agravado la situación, entre ellas el reclutamiento forzado por grupos armados y los abusos sexuales.
En Iraq, a pesar de que se ha reducido en gran medida la intensidad de los combates, cuatro niños murieron en noviembre en el norte del país cuando fue atacado el camión en el que viajaban a la escuela. Los niños y las familias que regresan a sus hogares en zonas previamente afectadas por la violencia siguen expuestos al peligro de las municiones sin explotar. Miles de familias siguen desplazadas y ahora se enfrentan a la amenaza de las frías temperaturas invernales y las inundaciones repentinas.
En la cuenca del Lago Chad, el conflicto en curso, el desplazamiento y los ataques contra escuelas, maestros y otros establecimientos educativos han puesto en peligro la educación de 3,5 millones de niños y niñas. En el noreste de Nigeria, en la región de los lagos de Chad, en el extremo norte de Camerún y en la región de Diffa en Níger, al menos 1.041 escuelas están cerradas o no funcionan debido a la violencia, los disturbios y el miedo a los ataques, una situación que afecta a casi 445.000 niños.
Un reciente aumento de la violencia en la región fronteriza entre Mali, Burkina Faso y Níger ha ocasionado el cierre de 1.478 escuelas.
En Myanmar, las Naciones Unidas siguen recibiendo informes de violaciones de los derechos de los rohinyá que permanecen en el norte del Estado de Rakáin. Estas violaciones incluyen acusaciones de asesinatos, desapariciones y detenciones arbitrarias. También hay restricciones generalizadas al derecho a la libertad de circulación y obstáculos al acceso a la salud y la educación, incluso en el centro del Estado de Rakáin. Garantizar que los niños tengan acceso a una educación de calidad y a otros servicios esenciales evitará que surja una “generación perdida” de niños rohinyá; si esto ocurre, carecerán de las aptitudes que necesitan para contribuir a la sociedad.
En el noreste de Nigeria, los grupos armados, incluidas las facciones de Boko Haram, siguen atacando a las niñas, a quienes violan, obligan a convertirse en esposas de combatientes o utilizan como “bombas humanas”. En febrero, el grupo secuestró a 110 niñas y un niño de una escuela técnica de Dapchi, en el Estado de Yobe. Aunque la mayoría de los niños han sido liberados desde entonces, cinco niñas murieron y una sigue cautiva como esclava.
En Palestina, más de 50 niños murieron y cientos más resultaron heridos este año, muchos de ellos mientras se manifestaban contra el deterioro de las condiciones de vida en Gaza. Los niños de Palestina e Israel han estado expuestos al miedo, el trauma y las lesiones.
En Sudán del Sur, el implacable conflicto y la inseguridad durante la temporada anual de carestía llevaron a 6,1 millones de personas a una situación de hambre extrema. Incluso con la llegada de la temporada de lluvias, más del 43% de la población sigue inmersa en una situación de inseguridad alimentaria. Aunque la promesa de un nuevo acuerdo de paz ofrece un rayo de esperanza para los niños, siguen llegando informes sobre casos de violencia extrema contra las mujeres y los niños: el más reciente se produjo en Bentiu, donde más de 150 mujeres y niñas denunciaron haber sufrido terribles ataques sexuales.
En Somalia, más de 1.800 niños fueron reclutados por las partes en el conflicto durante los primeros nueve meses del año, y 1.278 fueron secuestrados.
En Siria, entre enero y septiembre, las Naciones Unidas verificaron la muerte de 870 niños, la cifra más alta jamás registrada en los primeros nueve meses de cualquier año desde el inicio del conflicto en 2011. Los ataques continuaron durante todo el año, incluida la muerte de 30 niños en la aldea oriental de Al Shafa en noviembre.
En Ucrania oriental, más de cuatro años de conflicto han tenido consecuencias devastadoras para el sistema educativo, ya que se han destruido y dañado cientos de escuelas y 700.000 niños se han visto obligados a aprender en entornos frágiles, en medio de la inestabilidad que generan los combates y los peligros que representan las armas bélicas sin estallar. La situación es especialmente grave para los 400.000 niños que viven a menos de 20 kilómetros de la “línea de contacto” que divide las zonas controladas por el Gobierno y las que no están en su poder, y donde los bombardeos y los niveles extremos de contaminación por minas constituyen una amenaza letal.
En Yemen, las Naciones Unidas han verificado que 1.427 niños murieron o resultaron mutilados en ataques, incluido un ataque “desmedido” contra un autobús escolar en Sa’ada. Las escuelas y los hospitales han sido objeto de frecuentes ataques o han sido utilizados con fines militares, negando a los niños el acceso a su derecho a la educación y a la atención de la salud. Esta situación agrava aún más la crisis en un país donde, cada 10 minutos, un niño muere debido a enfermedades que se pueden evitar, y 400.000 niños sufren desnutrición aguda grave.
“El año 2019 marca el 30º aniversario de la histórica Convención sobre los Derechos del Niño y el 70º aniversario de los Convenios de Ginebra; sin embargo, hoy en día hay más países involucrados en conflictos internos o internacionales que en cualquier otro momento de las últimas tres décadas. Los niños que viven en situaciones de conflicto se encuentran entre los que tienen menos probabilidades de que se les garanticen sus derechos. Los ataques contra los niños deben terminar”, dijo Fontaine.
UNICEF exhorta a todas las partes beligerantes a que cumplan las obligaciones que les incumben en virtud del derecho internacional y pongan fin de inmediato a las violaciones contra los niños y a los ataques contra la infraestructura civil, incluidas las escuelas, los hospitales y las instalaciones de abastecimiento de agua. UNICEF también exhorta a los Estados a que ejerzan su influencia sobre las partes en conflicto para proteger a los niños.
“Es necesario hacer mucho más para prevenir las guerras y poner fin a los numerosos y desastrosos conflictos armados que devastan las vidas de los niños. Sin embargo, incluso mientras continúen las guerras, nunca debemos aceptar ataques contra los niños. Debemos exigir a las partes beligerantes que cumplan con su obligación de proteger a los niños. De lo contrario, son los niños, sus familias y sus comunidades quienes continuarán sufriendo las devastadoras consecuencias de la violencia, ahora y en los años venideros”, dijo Fontaine.
En todos estos países, UNICEF colabora con sus aliados para proporcionar a los niños más vulnerables servicios de salud, nutrición, educación y protección de la infancia. Por ejemplo, en octubre, UNICEF ayudó a conseguir la liberación de 833 niños reclutados por las fuerzas armadas en el noreste de Nigeria, y está trabajando para reintegrarlos en sus comunidades. Desde que estalló el conflicto en el Sudán del Sur hace cinco años, UNICEF ha reunido a casi 6.000 niños y niñas no acompañados y separados de sus familias. En Bangladesh, en 2018, UNICEF prestó apoyo psicosocial y de salud mental a miles de niños refugiados rohinyá. En Iraq, UNICEF colabora con sus aliados para prestar servicios especializados a las mujeres y los niños afectados por la violencia por motivos de género.
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