Mozambique: campo de fútbol se transforma en centro médico contra el cólera
Ciudad del Vaticano
El equipo de fútbol femenino Cocoricoó de Beira, Mozambique, ha cedido de manera solidaria su campo deportivo para que la organización internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) pueda construir en él un centro de tratamiento contra el cólera, que tras el paso del ciclón Idai, se ha extendido de manera preocupante en las zonas más desfavorecidas del país.
Asistencia urgente para sobrevivir
Más de un millón de personas han resultado damnificadas a causa de las inundaciones provocadas por esta tormenta tropical. Muchas de ellas necesitan asistencia urgente para sobrevivir. Por ello, los equipos de emergencia de MSF han iniciado sus actividades logísticas para dar respuesta a las graves consecuencias generadas por la catástrofe.
El cólera, es sin duda, uno de los problemas más grandes a los que se enfrentan las autoridades mozambiqueñas después de que se declarara la alarma de epidemia en varios distritos ante el creciente aumento de casos de contagios.
Aumentan los casos de contagio
El balance de muertos a causa de esta peligrosa enfermedad incrementa cada día y se han registrado hasta el momento, según la Organización Mundial de la Salud, más de 3.500 casos.
Conscientes de las necesidades de su pueblo, este grupo de jugadoras de fútbol ha cedido su campo a la ONG y ha ayudado a montar el nuevo hospital que ofrecerá asistencia sanitaria gratuita a los habitantes de la devastada ciudad de Beira y sus alrededores.
"El ciclón llegó de una forma inesperada. El agua arrasó con todo y afectó a toda la población", explica Silvia Emilia Augusto, una de las integrantes del Cocoricoó en el video elaborado por MSF.
Trabajo en equipo y solidaridad
Este campo de deportes ha sido crucial para que el equipo de médicos pueda trabajar y atender cada día a unos 100 enfermos de cólera, aproximadamente.
El gesto solidario de las chicas se ha convertido en una alegre y buena noticia, que cobra un significado especial en medio de un contexto marcado por la pobreza y el desánimo social; ya que a pesar de que muchas de ellas han perdido sus propias casas, igualmente han decidido formar parte en esta iniciativa de colaboración humanitaria.
"Estoy feliz de poder ayudar y contribuir en este proyecto. Estoy aprendiendo muchas cosas al igual que mis compañeras", añade Silvia, cuyo sueño es ser atleta de la selección nacional de Mozambique.
Una prueba más de que en medio de las dificultades, siempre hay espacio para la esperanza.
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