Trabajadores en el mundo: más empleo y no precariedad laboral
Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano
Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo precario es una constante en el mundo de hoy. 300 millones de personas sobrevivían con salario diario de $2 dólares o menos en el 2017.
Para el 2018 – 2019 la situación a nivel mundial no será mejor. “La pobreza laboral moderada según la cual los trabajadores viven con unos ingresos de entre 1,90 y 3,10 dólares de los Estados Unidos al día, sigue siendo generalizada y en 2017 afecta a 430 millones de trabajadores de países emergentes y en desarrollo”.
El informe insiste en que “En los países en desarrollo, el desempleo aumentaría en medio millón de personas anuales tanto en2018 como en 2019, y la correspondiente tasa se mantendría en un 5,3 por ciento. Ahora bien, en muchos países en desarrollo y emergentes, el principal problema es la persistencia del empleo de mala calidad y de la pobreza laboral”.
Retos laborales
Ramón Pacheco García, Secretario de la Pastoral del Trabajo de la Diócesis de Santander, España, muestra la situación laboral en su diócesis y en el país: el 12.5 % de la población económicamente activa está desempleada. Y en los menores de 25 años esta cifra supera el 43% de jóvenes desempleados.
En cuanto a los contratos de trabajo, afirma Pacheco, solo el 10% de los contratos tiene un carácter indefinido. Esto en números absolutos resulta que, en España, de unos 22 millones de contratos, solo 2 millones son indefinidos. Los 20 millones restantes son contratos temporales, generando una dinámica de precariedad laboral “verdaderamente sangrante”.
La precariedad, en la sociedad capitalista actual, viene calificada como “flexibilidad laboral”, que consiste en la oferta de trabajos temporales y desventajosos para los trabajadores. Insiste Pacheco que “la idea de flexibilidad no es aplicable ni a las hipotecas ni a las deudas. Hay que tomar conciencia de esto”.
El Secretario de la Pastoral del Trabajo también enumeró los esfuerzos de diversas instituciones diocesanas, como Cáritas y la JOC, que ayudan a que la gente pueda vivir con dignidad. Para esto proponen crear conciencia desde las ideas, desde el estudio de la Doctrina Social de la Iglesia. El Observatorio de la Realidad Social es una instancia, un faro que nos ayuda a situar nuestra fe en relación con el trabajo.
En América Latina la situación no es diferente. Más de 150 millones de personas laboran en condiciones de informalidad y cerca de 20 millones de trabajadores se encuentran en condiciones de pobreza extrema o moderada. La creación de empleos con bajos salarios no ayuda a sacar a los pobres de la pobreza, ni les permite adquirir nuevos conocimientos para actualizarse y poder optar por un trabajo digno.
La precariedad mina la esperanza, debilita la dignidad. La comunidad cristiana no puede ser insensible a esta dolorosa realidad. «A nadie le está permitido violar impunemente la dignidad humana, de la que Dios mismo dispone con gran reverencia; ni ponerle trabas en la marcha hacia su perfeccionamiento», decía León XIII.
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