Honduras: Campaña de World Vision y Caritas en contra del trabajo infantil
Ciudad del Vaticano
L’Ossservatore Romano, el periódico de la Santa Sede, en su edición de este lunes, 19 de agosto, presenta la campaña lanzada en toda Honduras con el fin de frenar la propagación del trabajo infantil en un país donde unos 400.000 niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años de edad trabajan principalmente en labores agrícolas. Esto es lo que ha hecho World Vision, un organismo cristiano internacional que lucha por la protección de los derechos de los niños, utilizando los medios de comunicación y las redes sociales para sensibilizar a la opinión pública sobre este fenómeno.
Prevenir el trabajo infantil
La iniciativa fue presentada por el Director de World Vision en Tegucigalpa, Jorge Galeano, y cuenta con el apoyo de Cáritas Honduras para una colaboración destinada a “prevenir el trabajo infantil y garantizar la aplicación de la normativa legal existente – señaló Galeano a la agencia EFE – que establece la edad mínima para trabajar en 16 años, con horas de trabajo fuera del horario escolar y no más de seis horas diarias”. Asimismo, el Director instó a las autoridades a “invertir” en la infancia. Sólo dando prioridad a la educación y la formación escolar, de hecho, se permitirá que los niños y adolescentes “rompan los ciclos de pobreza” y eviten que el trabajo infantil “amenace el derecho a la educación”.
Cifras alarmantes de pobreza
Los datos presentados por World Vision son alarmantes: cerca de seiscientos mil niños hondureños no estudian ni trabajan, y el 13,6 por ciento de ellos se ven obligados a dejar la escuela para trabajar y mantener a sus familias, a veces como la única fuente de ingresos en sus hogares; poco más de la mitad están empleados en la agricultura y el 60 por ciento no reciben remuneración por su trabajo. Además, casi 197.000 niñas menores de 17 años realizan tareas domésticas no remuneradas en otras familias, a veces con un horario fijo. A menudo, el abandono escolar es la única manera de escapar de las amenazas, el acoso y el reclutamiento forzado de pandillas, especialmente de camino a la escuela o de regreso de ella, en las zonas bajo su control.
Las cifras presentadas reflejan la actual situación económica y social en la que se encuentra el país desde 2009, cuando el entonces presidente Manuel Zelaya Rosales fue depuesto tras un golpe de Estado. En la actualidad, el 68 por ciento de los más de 9 millones de habitantes viven en la pobreza, y otro 42 por ciento en la “pobreza extrema”.
Políticas públicas contra el trabajo infantil
Fueron significativas las intervenciones del Gobierno que ha promovido políticas públicas contra el trabajo infantil, pero es “necesario hacer aún más para generar oportunidades para las familias y sensibilizar a la sociedad frente a este terrible flagelo”, agregó Galeano. Palabras que también se reflejan en el pensamiento de Don Germán Cálix, Director de Caritas Honduras, quien considera el trabajo infantil como una importante violación de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. “Cuando el niño se ve obligado a trabajar debido a condiciones económicas adversas, sus aspiraciones y derechos se ven truncados. Son las altas tasas de pobreza las que desencadenan el trabajo infantil en Honduras – afirmó el religioso – donde cada vez más niños abandonan la escuela para ganar dinero y ayudar a sus familias. A la luz de los datos actuales, existe un alto riesgo de que en el futuro se encuentren en desventaja en la búsqueda de empleo cualificado, encontrándose con grandes dificultades en un mundo competitivo como el del trabajo”.
La corrupción, uno de los males más graves
La delicada situación socioeconómica del Estado centroamericano estuvo en el centro de una reciente homilía dominical del Arzobispo de Tegucigalpa, Cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, quien identificó la corrupción como uno de los males más graves que afectan a Honduras, expresando la esperanza de poder derrotarla algún día con las armas “de la justicia, el diálogo y el amor”. El Cardenal invitó a los fieles a rezar al Señor Jesús como “el que trae un fuego capaz de destruir la violencia, la mentira y la injusticia” que afligen a Honduras, un fuego que “es el Espíritu Santo y es capaz de cambiar el mundo y la vida de una manera radical”. Ya en un discurso anterior Rodríguez Maradiaga subrayó la necesidad de abandonar los enfrentamientos y las tensiones y promover la paz y el desarrollo si queremos tener un futuro creíble. En un país donde, según algunas fuentes, el crimen causa un promedio de más de diez muertes al día, “nos cuesta creer en algo que es válido y verdadero para siempre – señaló el cardenal – hoy en día hay muchos que viven desorientados, sin esperanza, y no saben dónde poner sus corazones, y en esta situación lo importante parece ser disfrutar de lo inmediato y satisfacer sus necesidades. Pero todo esto es frágil, transitorio”, y nunca debemos perder la esperanza en un cambio basado en la buena voluntad de los interlocutores sociales y políticos para lograr una paz duradera: “Honduras – concluyó – es para todos los hondureños, no sólo para un grupo político o social. Lo que nuestro país necesita es desarrollo, trabajo y sobre todo paz”.
Sin paz no es posible construir nada
La paz: sin ella no es posible construir nada para los ciudadanos de hoy y de mañana, no sólo para los hondureños. La organización sin ánimo de lucro Dokita trabaja desde hace treinta años junto a los misioneros de la Congregación de los Hijos de la Inmaculada Concepción y desde hace siete años en Honduras a través de numerosos proyectos en defensa de los derechos humanos, especialmente los de los menores detenidos. Es en este contexto que Dokita ha desarrollado en 2016 el proyecto “Menores y Justicia” que tiene como objetivo combatir la delincuencia juvenil a través de vías alternativas de castigo, con formación técnica y profesional orientada a la rehabilitación y la futura integración en la sociedad. De esta manera, se han creado escuelas de carpinteros, albañiles, barberos y panaderos para un mañana lejos de las calles.
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