Chile cancela la APEC y la COP 25 debido a la crisis en el país
Ciudad del Vaticano
Las manifestaciones sociales continúan en las calles de Chile entre disturbios y denuncias de violaciones de derechos humanos.
Tal como informan medios de comunicación local, el presidente chileno Sebastián Piñera, decidió cancelar la organización de la cumbre de líderes del Foro de Cooperación del Asia Pacífico (APEC) y la del clima COP-25, que debían realizarse en la ciudad de Santiago de Chile en noviembre y diciembre respectivamente. Se trata de una medida adoptada por el gobierno como consecuencia del descontento social expresado en numerosas protestas en las calles.
La decisión sorprendió a la comunidad internacional, que ahora tiene que reorganizar rápidamente los dos acontecimientos. De la cumbre Apec "se esperaba un paso adelante para superar las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China", mientras que la COP-25 "debía hacer balance de las decisiones tomadas en París en 2015 para reducir la contaminación del planeta desde la actualidad hasta 2020".
Reorganizar las dos cumbres
Por su parte, la COP-25, cumbre sobre el cambio climático más importante de todo el mundo, que inicialmente estaba prevista para Brasil, iba a contar con la asistencia de más de dos mil personas en representación de 193 países.
"Seguramente se encontrará otro lugar y habrá un retraso, porque los problemas de organización son enormes, pero la COP-25 no se puede posponer", explica Andrea Masullo, director científico de Greenaccord entrevistado por nuestro colega Michele Raviart. "El camino que hay que emprender es muy urgente. Quizás es el último recurso para lograr la descarbonización total de las economías mundiales", añade Masullo.
Frustración acumulada del pueblo chileno
Por su parte, Monseñor Fernando Chomali, Arzobispo de Concepción, explica a los micrófonos de Vatican News entrevistado por el padre Manuel Cubías, que Chile está dividido en dos y que la crisis "es una oportunidad para repensar el bien común".
El prelado hace hincapié en que “lo que se vive en Chile es la acumulación de la frustración de muchas personas y que ahora han explotado”.
Estas frustraciones, puntualizó el obispo, se expresan de dos maneras: “en las manifestaciones pacíficas, en las que ha participado más de un millón de personas y han participado de manera cívica, y la otra cara, violenta y que ha hecho daño y que ha generado la pérdida de puestos de trabajo y de bienes”.
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