La era del caucho. Esclavitud y despojo de los pueblos amazónicos
Manuel Cubías – Ciudad del vaticano
En el modelo económico mundial, las economías latinoamericanas se han caracterizado por estar basadas en modelos agroexportadores, privilegiando uno o dos productos. En este contexto, el caucho fue un producto más de este modelo.
Una mirada retrospectiva hasta la época colonial de la economía peruana, permite ver los distintos productos de exportación que han dominado las exportaciones del Perú: primero la plata, luego el guano, el nitrato, el azúcar, el cobre, la harina de pescado y en la actualidad, el petróleo. Se trata de una economía que ha sido impulsada por uno o unos pocos productos.
Para la sociedad en general, quizá no se trata solo de saber ante qué tipo de economía estamos o cómo podemos calificarla. En este momento de la historia es importante evidenciar el tipo de relaciones sociales que se crean en el proceso productivo.
Lo primero a subrayar es que el modelo económico industrial predominante en Europa y Estados Unidos, muestra diferencias notables con el modelo peruano o colombiano. En América del Sur, la extracción de caucho, se basa en la reproducción de unas relaciones de opresión y esclavitud. Los sujetos de la esclavitud fueron privados de sus tierras, de sus derechos humanos y sometidos por la violencia a trabajar en la extracción del caucho.
Para los pueblos originarios, participar de este modelo económico no significó ninguna mejoría. El trabajo esclavo, semiesclavo o servil son las posibilidades que ofrece el sistema de producción. Ninguna de estas posibilidades incluye los derechos de los trabajadores.
Junto al dominio de las poblaciones y de sus tierras, la industria cauchera controló el comercio y las rutas de transporte de mercancías, es decir, los ríos. Así, la empresa cauchera era la única en proveer materiales y víveres para los caucheros y la única que compraba el caucho para comercializarlo.
La eficacia de un sistema esclavista radica en la utilización del terror. De esto da fe el informe del juez Rómulo Paredes, quien recibió el encargo del Estado peruano de averiguar la veracidad de los rumores sobre las torturas y los maltratos a la población indígena. Paredes intenta, en su informe, poner fin a los abusos y al uso de la violencia contra los indígenas.
Más de 30,000 personas de los pueblos Huitoto, Bora y Ocaina fueron asesinados en este período. Sin embargo, tanta sangre no significó el fin del sufrimiento en el territorio amazónico. Hoy, la herida sigue abierta y la voz por romper el muro de la indiferencia de la sociedad occidental, sigue resonando.
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