Hace 500 años moría Rafael, pintor universal
Paolo Ondarza - Ciudad del Vaticano
Un artista universal cuya pintura sigue hablando a los hombres y mujeres de todo tiempo. Así lo define a Rafael Sanzio (también conocido como Rafael de Urbino), quinientos años después de su muerte, Marzia Faietti, responsable junto con Matteo Lafranconi, de la gran exposición monográfica expuesta hasta el 2 de junio en el museo romano, “Scuderie del Quirinale” y que lleva el nombre del gran maestro de Urbino. A pesar del cierre temporal de la exposición debido a la epidemia de Covid-19, se han establecido visitas virtuales para permitir a los visitantes desde sus casas disfrutar de las más de cien obras del Maestro, reunidas por primera vez dentro de la exposición romana.
Un arte cercano al mundo contemporáneo
Estas obras maestras a través de la red – explica Marzia Faietti – acompañan nuestra forzada estancia en casa. "El arte de Rafael está, de hecho, más cerca del mundo contemporáneo de lo que se podría pensar. Este quinto centenario cae justo en medio de la emergencia que ha conmocionado al mundo entero. Rafael es un artista de la paz y el diálogo: son valores muy actuales en un momento histórico en el que la solidaridad es una necesidad esencial". La esperanza de la responsable es que, una vez que la cuarentena termine, el público en general pueda disfrutar plenamente de la "conmovedora belleza" de las muchas obras maestras expuestas.
La mirada que emociona
Marzia Faietti nos conduce idealmente a las salas del museo de la “Scuderie”, invitando a todos a dejarse interrogar por los ojos "inteligentes y transparentes" del retrato de Baldassarre Castiglione, que, proviniendo del Louvre (Francia), se encuentran inmediatamente con nuestra mirada en el primer piso de la exposición. "Es una visión que emociona. Baldassarre era humanista, diplomático, pero sobre todo era amigo de Rafael. Con él había compartido ideas y visiones de la vida. Esta obra – añade Faietti – transmite la belleza del valor de la amistad".
El éxtasis pintado
Siempre en el primer piso no se puede no detenerse en la admiración por la intensidad del "Retrato de León X entre los cardenales Giulio de' Medici y Luigi de' Rossi" del museo de los “Uffizi”, museo que ha contribuido decisivamente a la realización de la exposición con 50 obras de arte dados en préstamo. La exposición continúa con una parada obligatoria frente al Éxtasis de Santa Cecilia, conservado hoy en la Pinacoteca Nacional de Bolonia y realizado originalmente para la Iglesia de San Giovanni in Monte en Bolonia. "La obra estaba delante del retablo de Perugino pintado para la misma iglesia unos años antes. La comparación entre las lenguas es significativa" tanto porque pone a Rafael en diálogo con su maestro, como porque resalta "el salto revolucionario" hecho por el alumno. "Rafael – continúa Marzia Faietti – intenta describir un éxtasis" y lo logra como nunca antes. Nuestra visita continúa en el piso superior de las Caballerizas con las pinturas dedicadas a las maravillosas figuras femeninas: la Fornarina, la Velata y le Madonne; entre todas ellas destaca la Madonna d'Alba de Washington, "una reinterpretación de los esquemas leonardescos" y "la muy afectuosa Madonna Tempi" llegada de la Alte Pinakothek de Múnich. Finalmente, muy sugestivo es el recuerdo mutuo entre el autorretrato de juventud de Florencia y el "autorretrato con amigo" de París, la obra de la madurez de Rafael.
Culmen del arte cristiano
El historiador de arte Rodolfo Papa, presidente de la Accademia Urbana delle Arti de Roma, también se detiene en la universalidad del lenguaje de Rafael: "Rafael es el culmen de toda la cultura artística occidental y cristiana: es la culminación de una tradición que ha llevado al desarrollo de un arte propio del cristianismo". Incluso de acuerdo con el Papa, Rafael sigue siendo "un modelo todavía válido hoy" para las invenciones artísticas, así como por su gran capacidad de dibujo. Entre las muchas obras de la producción del ciudadano de Urbino, no podemos olvidar los famosos tapices, extraordinariamente devueltos a la Capilla Sixtina del 17 al 23 de febrero pasado. "El que representa la conversión de Saúl – recuerda el profesor Papa – influyó en los frescos de la Cappella Paolina de Miguel Ángel y, a través de ellos, en la obra maestra homónima Odescalchi de Caravaggio". La grandeza de Rafael radica, por lo tanto, en ser capaz de contener lo antiguo, que le precedió, e inventar un arte que se convertiría en un modelo para los siglos siguientes.
La oscuridad y la luz de la Transfiguración
El arte es un consuelo. En tiempos arruinados por la epidemia de coronavirus, Rodolfo Papa recuerda lo que él llama la "mayor obra maestra" de Rafael, la "Transfiguración" de la Galería de Arte del Vaticano. Esta es la obra que el Maestro pintó durante sus últimos días de vida y la que quiso en la habitación desde la que respiró su último aliento. "Es una pintura consoladora porque muestra el camino: en el momento de necesidad, dificultad, tribulación, oscuridad", la esperanza se convierte en la luz de la Transfiguración de Cristo. La pintura de Rafael también ofrece una referencia a la política. "Ante la profunda crisis de una cultura neoliberal centrada en el mercado" y que favorece la cultura del descarte de los más débiles y vulnerables, los frescos de la Sala de la Signatura en el Vaticano – explica de nuevo Rodolfo Papa – nos recuerdan en qué debe basarse el bien común: el derecho, la filosofía, la teología, la poesía y la pintura, fundamentos arquitectónicos sobre los que debe construirse, en un único saber, la polis según la visión cristiana".
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