Perú. Sanar el alma, defender la vida: agentes pastorales de salud
Ciudad del Vaticano
Daniela Andrade comparte esta historia en la que se sintetizan más de 30 años de compromiso, fe, voluntad y lucha por la salud y la vida, propia y de los demás en el territorio de la Amazonía.
La alimentación sana. La base para luchar por la vida
Sixto Pizango Tamani comenzó como promotor de salud y animador cristiano desde hace más de 30 años. Lo que más le ha gustado de este servicio era trabajar con la gente los temas de alimentación “alimentarse sanamente y con todo lo que tenemos a la mano, es tener una vida saludable, sin enfermedades, sin tener que comprar muchas cosas de fuera. Lo que nosotros producimos es limpio sin químicos. Saber usar todo eso es hacer medicina preventiva” comenta. Hablar de la promoción de la salud en los tiempos de COVID19, significa ahora defender la vida y la existencia de los pueblos.
Sixto Pizango recuerda los tiempos en que la epidemia del cólera azotó Perú: “En la epidemia del cólera era muy triste cuando comenzaban a deshidratarse, el paciente comenzaba a tener diarrea, teníamos que auxiliar a los hermanos, a los vecinos. A los enfermos les agarraba unos calambres, teníamos que sobarles el cuerpo, con los familiares que ayuden, porque se levantaban unas bolas. Les dábamos sueros caseros, cuando estaba avanzado, se enduraba su cachete y no podía ni tomar. Para ser un promotor de salud, no se mira la hora, el día, la noche, las condiciones. A cualquier hora llamaban para ir a auxiliar.
Sabían lo que la comunidad sentía y le preocupaba
Los promotores de salud hicieron un trabajo muy importante a lo largo de toda la región amazónica. Sorteando dificultades de distancia, de inclemencia del clima, de posibilidades de movilización y transporte. Han sido testigos como los brotes de epidemias como el cólera, el dengue, el sarampión que azotaron a sus vecinos, a sus familias. Como miembros de las propias comunidades, no eran agentes extraños, sabían lo que se sentía, lo que pasaba, lo que preocupaba.
Durante muchos años, lo que ahora es una simple diarrea, era la causa de muerte de muchos niños. La Iglesia amazónica sintió esta urgencia, por eso abrió espacios de formación para promotores de salud, que fueron, durante mucho tiempo, la referencia más cercana para la atención primaria en las comunidades. “La primera vez que me tocó hacer una sutura, me sentía inseguro, me daba miedo hacer las cosas mal. Un vecino había estado trabajando y se abrió el pie con el machete. Yo le suturé. Luego poco a poco vas perdiendo el miedo” cuenta don Sixto. Los promotores de salud abrieron botiquines comunitarios donde tenían medicina básica y a bajo costo, apoyados por los vicariatos y parroquias. Pero ello no reemplazó la sabiduría de los pueblos. Los agentes de salud combinan sus conocimientos y son servidores de sus comunidades. Utilizan la medicina de las plantas y de la “botica”. “Habíamos llegado a descubrir que el limón, la toronja caliente, poniéndole una aspirina, un paracetamol, cuando estaban iniciando los síntomas, era un buen tratamiento” recuerda Sixto de las atenciones en la época del cólera. En las comunidades kichwas del Ecuador, donde los promotores de salud, se siguen reuniendo para la formación permanente, el uso de la medicina con vegetales es fundamental nos cuenta la misionera Amparo, que acompaña el proceso. Los promotores de salud, rescatan su cultura, la siguen reproduciendo, siguen ahondando en esa sabiduría. Han conformado una asociación de promotores naporunas. «Son elegidos y designados por las propias comunidades, por ello su labor es bien acogida» añade.
El promotor de salud está en todo
Al ser la salud la vida misma, los bosques y ríos sanos, la comunidad unida y organizada, una alimentación rica, para los pueblos amazónicos, los promotores de salud no trabajaban solos, muchas veces eran los dirigentes de sus comunidades, los animadores, era miembros de las organizaciones de base, era referentes de sus espacios. Estaban en la toma de decisiones, en las acciones políticas, en la defensa del territorio.
El acompañamiento de la Iglesia era una formación amplia y permanente, en el caso de don Sixto, duró 3 años y les dieron la dotación necesaria para hacer las atenciones. Hace casi 40 años, esta acción de la Iglesia fue un gran acierto, en un escenario de total ausencia del estado, fue una respuesta no solo para la salud, sino para el alma, porque la presencia de un promotor o una promotora de salud, sigue siendo un signo de alivio.
Un sistema de salud abandonado
El abandono del sistema de salud en las comunidades y zonas más alejadas ha sido escasamente saneado luego de tanto tiempo, los puestos médicos si no están vacíos, están desprovistos, los hospitales en la Amazonía incapacitados por todos lados, la mirada de la salud distanciada de la realidad de los pueblos.
Lastimosamente, en muchos de los casos, los gobiernos de los países amazónicos, han desmantelado las propuestas de salud existentes entre los pueblos, y apoyadas por la Iglesia, han aplastado la mirada de interculturalidad y han sometido a los pueblos a su olvido e indiferencia. No han hecho ni han dejado hacer, y han sido causantes de más muerte. Y en estos tiempos de Coronavirus, esta realidad es más fuerte, urgente y pende de un hilo. “Veíamos en el periódico, como venía avanzando la pandemia, no pasaba por mi cabeza cómo podríamos llegar a vivirlo. Cuando tuvimos noticias de que había llegado, ese mismo día invité a la población a una reunión. Todos estaban con ese pánico. Y nos organizamos, teníamos que prevenirnos, cerramos la puerta de la comunidad. Vamos a sacar toda nuestra artillería para contrarrestar a esta pandemia, no tenemos dinero, no tenemos medicamentos y ahí salió: usamos el ajosacha, el kion, la cloroquina, y comenzamos a tomar para que el cuerpo tenga mayor resistencia y eso se ha promovido. Muchos han presentado los síntomas, pero ha pasado y se ha ido.”
En tiempos de COVID19, donde la muerte toca la puerta sin reservas, para don Sixto Pizango, quien no ha parado en esta tarea, a pesar de que el estado les ha quitado formalmente este servicio: “Hacer ese trabajo de llevar esa esperanza, vivir en paz, en justicia, sobretodo practicando el amor, el compartir unos con otros, la solidaridad de la comunidad, la salud, la parte espiritual.”
Y en tiempos de post Sínodo de la Amazonía traemos al corazón estas amorosas, urgentes y concretas respuestas de nuestra Iglesia, y la forma que tuvo de estar cercana, presente y profética donde la historia exige.
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