Beirut devastada por dos fuertes explosiones
Ciudad del Vaticano
Dos fuertes explosiones sacudieron el martes el sector portuario de la capital libanesa, Beirut, dejando más de 100 muertos y más de 4.000 heridos, según un último informe de la Cruz Roja libanesa. Unas 2750 toneladas de nitrato de amonio guardadas en un almacén fueron la causa de la segunda explosión, la más potente y devastadora. Las explosiones se escucharon en toda la ciudad y más allá. Se emitieron numerosos videos en las redes sociales, mostrando la extrema violencia de la explosión.
Las ventanas de muchos edificios, iglesias y tiendas fueron destrozadas en varios kilómetros a la redonda. Al final del día martes 4 de agosto, gruesas nubes de humo naranja se elevaron sobre la capital libanesa.
En las afueras del distrito portuario, la destrucción fue masiva. Los medios de comunicación locales emitieron imágenes de personas atrapadas bajo los escombros, algunas cubiertas de sangre. Muchos heridos se dirigían a los hospitales, algunos de los cuales tenían su infraestructura dañada por la explosión. A fin de aliviar el sistema hospitalario local, se organizaron evacuaciones a otras ciudades del Líbano y se invitó a los residentes a donar sangre. Casi todos los escaparates de los barrios de Hamra, Badaro y Hazmieh fueron destruidos, así como los de los coches, algunos de los cuales quedaron en la calle con los airbags inflados.
Varios países se ofrecieron a ayudar, entre ellos Francia, pero también Israel, que no tiene relaciones diplomáticas con el Líbano. El presidente Michel Aoun ha convocado un Consejo Supremo de Defensa. Se observará un luto nacional este miércoles 5 de agosto en la Tierra de los Cedros.
Un contexto doloroso para el Líbano
Esta nueva tragedia tiene lugar en un contexto difícil para el Líbano, que está experimentando su peor crisis económica en décadas. Una depreciación monetaria sin precedentes, la hiperinflación, los despidos masivos y las drásticas restricciones bancarias, así como los cortes de electricidad, han alimentado el descontento social durante varios meses. Una huelga debía comenzar mañana en los hospitales del país. La pandemia de coronavirus, además del riesgo para la salud como tal, ha acelerado el colapso del país, que depende en gran medida de las transferencias financieras de la diáspora y de las inversiones de los países del Golfo.
Durante una visita al país los días 23 y 24 de julio, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian, condicionó la concesión de la ayuda francesa a que el gobierno libanés aplicara reformas urgentes, expresando abiertamente su impaciencia por la inercia de la clase política. El jefe de la diplomacia libanesa se ha desvinculado desde entonces del poder ejecutivo. Al anunciar ayer su dimisión, Nassif Hitti pidió a los líderes del país que "reconsideraran varias de sus políticas y prácticas". También deploró "la ausencia de una voluntad real de emprender una reforma estructural y total que es necesaria y que es exigida por nuestra sociedad y por la comunidad internacional".
Los incidentes en la frontera israelo-libanesa de la semana pasada han aumentado la tensión en el país.
Aún no se ha dado a conocer ninguna información sobre las causas de la doble explosión en el puerto de Beirut. "A la espera de más información, y en este nuevo calvario, L'Oeuvre d'Orient asegura al pueblo libanés sus oraciones", dijo la organización en un tweet difundido a última hora de la tarde.
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