Masacre de niños en Kumba. El horror del Consejo Mundial de Iglesias
Liza Zengarini - Ciudad del Vaticano
"El Consejo Mundial de Iglesias está horrorizado por la noticia del brutal ataque a los niños de la Academia Internacional Madre Francisca en Kumba el 24 de octubre" y "se une a las Iglesias y a todas las personas de buena voluntad del Camerún y del mundo para condenar este acto abominable": así lo declara el secretario general interino del CMI, Ioan Sauca, en un comunicado difundido ayer, en el que se expresa "cercanía a las familias y comunidades afectadas y oración por la curación de los niños heridos".
Ocho niños murieron y doce fueron heridos con machetes y disparos de pistola por un grupo de hombres armados no identificados, pero que presumiblemente pertenecen a grupos separatistas de la región anglófona. "El sufrimiento de la población de las regiones del suroeste y del noroeste del Camerún ha sobrepasado los límites de la comprensión. Esta atrocidad cometida contra estudiantes inocentes añade dolor al dolor y es aún más insoportable", escribe el reverendo Sauca, recordando la firme condena expresada por el obispo de Kumba, Monseñor Agapitus Nfon, que ayer hizo un llamamiento al Gobierno y a la comunidad internacional para que tomen medidas que pongan fin a las numerosas matanzas de civiles en el noroeste y el suroeste como resultado del sangriento conflicto armado entre los separatistas anglófonos del norte y el Gobierno de Yaundé.
Un llamamiento al que se ha sumado el CMI pidiendo que se hagan "esfuerzos para un diálogo mundial y más inclusivo para abordar los actuales problemas de seguridad, humanitarios y de derechos humanos en las regiones afectadas". El comunicado concluye con las palabras de la oración del reverendo Fonki Samuel Forba, moderador de la Iglesia Presbiteriana del Camerún, para que todas las partes involucradas " puedan escuchar su conciencia y se vean obligadas a poner fin a esta guerra".
Las familias de los chicos asesinados también recibieron las condolencias de la Conferencia Episcopal del Camerún que en un mensaje renueva el llamado a un diálogo inclusivo por la reconciliación del país e invita a todos los pastores a celebrar una misa de sufragio por las víctimas el 30 de octubre.
El conflicto separatista en el Camerún lleva tres años de duración, pero tiene raíces antiguas: las relaciones entre la mayoría francófona y la minoría anglófona han sido de hecho tensas desde la independencia del país, que comenzó en 1961 con la unificación del Camerún francés y el británico. Degeneraron en 2016, tras las protestas reprimidas con sangre contra la decisión de Yaundé de imponer sólo el idioma francés en los tribunales y escuelas de habla inglesa. Desde entonces, el enfrentamiento, que hasta entonces se había limitado al debate político, ha dado lugar a enfrentamientos muy graves entre los separatistas y el ejército regular. En 2017, la proclamación de la independencia por los irredentistas y el nacimiento de la República de Ambazonia exacerbaron aún más el conflicto, que causó la muerte de más de 3.000 personas y obligó a medio millón de cameruneses a huir a las regiones de habla francesa o a la vecina Nigeria.
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