Revista Aurora: Del desarrollo económico individual al cuidado de la vida
Ciudad del Vaticano
“La pandemia del COVID 19 nos ha obligado, como sociedad, a detenernos para pensar dónde estamos y a dónde vamos, base fundamental para disponernos al encuentro con lo nuevo. Se trata de una pausa que nos da la oportunidad de analizar lo que nos organiza como sociedad y qué lugar ocupa el cuidado en nuestras vidas”. Así inicia la reflexión de Jorge Atilano González Candia, Asistente del Sector Social, Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, en la revista digital Aurora.
Se trata de un artículo en el que el autor describe algunos puntos para ayudar a repensar las bases sobre las que nos hemos organizado y para abonar a las rupturas epistemológicas que contribuyan a posicionar el cuidado como principio organizador de la sociedad. Además, responde a cuestiones como: ¿Cuál es el principio organizador de la sociedad moderna? ¿Qué visión hace justificar las prácticas y las actitudes que hoy nos gobiernan? La respuesta – según Jorge Atilano – “es la visión de un desarrollo económico individual”.
El desarrollo económico individual
Según el autor, “la visión del desarrollo económico individual determina las principales prácticas sociales porque se conecta con deseos primarios del ser humano, sobretodo el deseo de “seguridad”, el deseo de “reconocimiento” y el deseo de “poder””. Tres grandes deseos que describe San Ignacio en la Bandera de Babilonia dentro de sus ejercicios espirituales. Además, asegura que “la primacía del capital sobre la vida de las personas y del planeta está arraigada en estos deseos de tal modo que parecieran como naturales en toda persona. No logramos imaginar otro modo de vivir la economía, otro modo de vivir lo político u otro modo de vivir lo social. Más bien, nos centra en nosotros mismos y se pierde esa dimensión creadora y trascendental que también existe en el ser humano” puntualiza.
También asegura que si desde este principio podemos decir que “todo se vale si genera desarrollo económico y nos va a beneficiar individualmente”; esto permite entender “por qué no importan las consecuencias ecológicas o sociales que conllevan el tener una sociedad centrada en lo económico”. Es más – continúa – “este principio organizador nos centra tanto en nosotros mismos, que nos imposibilita relacionar prioridad económica con desastre ecológico o violencia social. Este principio organizador (visión) va a priorizar aquello que me dé seguridad, reconocimiento y poder (prácticas) y el individualismo, la competencia y la envidia (actitudes). Por tanto, transformar una sociedad que está dañada por la corrupción, la impunidad, el deterioro medio ambiental o la violencia, implica construir otro principio organizador”.
El cuidado de la vida en la diversidad: Lo que sucede en Wuhan afecta a Río de Janeiro
Por otro lado, el Asistente del Sector Social explica que la pandemia “viene a poner en duda nuestro paradigma de “desarrollo económico individual”” y recupera la dimensión vinculante del ser humano poniendo al centro de la discusión social el tema del “cuidado”. Incluso – dice – “una tensión importante en esta pandemia ha sido el crecimiento económico versus el cuidado de la vida, pero no sólo es la vida de las personas, esto incluye la vida del planeta”. Es por eso que considera que esta pausa mundial “es una oportunidad para repensar nuestros paradigmas y pensar si el cuidado de la vida en la diversidad tendría que ser nuestro nuevo horizonte organizador”.
Así mismo, señala que la pandemia nos recuerda “que somos seres vinculados y vinculantes”, lo que sucede en Wuhan afecta a Río de Janeiro y El Salvador y que “estamos determinados por la vida de los otros”: “Se trata de una realidad que desenmascara nuestras utopías individualistas y pone en duda esos deseos de “seguridad”, “reconocimiento” y “poder”. El problema está en que, como sociedad, no sabemos hacer otra cosa. Los deseos de “libertad”, “autenticidad” y “cuidado” no están ejercitados ni posicionados, de tal modo que nos resulta lejanos”.
El biocentrismo: la vida de las personas depende de la vida de la creación
Después el autor de esta reflexión habla de cómo el hecho de que se mire el mundo desde las necesidades del ser humano ha llevado a una degradación medioambiental, pues – dice – “se mira la creación como objeto de explotación y no como sujeto al cual se debe agradecer”. “El biocentrismo – prosigue – nos recuerda que la vida de las personas depende de la vida de la creación. El asunto es cómo cuidar la vida para que sobrevivan las personas y los seres vivos del planeta, no sólo se trata de conservar la vida para que la disfruten las futuras generaciones, sino cuidar la vida en sí misma”.
“Una de las causas de la violencia es la pérdida de la dimensión sagrada de la vida en aras de una visión economicista que hace que veamos sólo un pedazo de tierra del que podemos sacar un provecho económico. El biocentrismo, por su parte, permite ponerse en contacto con la belleza y bondad de la creación, y desarrollar una conciencia vinculante que se confirma cuando cuidamos del otro”.
Por último, asegura que en la diversificación de nuestros vínculos “está la oportunidad para transformar conductas egoístas y generar la cultura del cuidado de la vida”: “Una sociedad se hace viable cuando es capaz de incluir a lo nuevo y lo diverso en nuevos acuerdos de convivencia” explica y afirma que el cuidado de la vida en la diversidad “es el gran principio organizador que hará posible la justicia”.
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