Haití, a las urnas para resolver la inseguridad y la violencia
Francesca Sabatinelli - Ciudad del Vaticano
A finales de 2021, los ciudadanos de Haití irán a las urnas, al menos tres veces. El 25 de abril para un referéndum constitucional que allanará el camino para las elecciones presidenciales y legislativas, la primera ronda en septiembre y la segunda en noviembre, mes en el que también se celebrarán las elecciones administrativas. Una elección anunciada por el Consejo Electoral Provisional del país, nombrado por el Presidente Jovanel Moise, que pretende ante todo responder a la presión de una parte de la comunidad internacional, con Estados Unidos a la cabeza, que pide nuevas elecciones que pongan también fin a la tendencia del gobierno por decreto a partir de enero de 2020, ya que el parlamento está fuera de sesión desde hace meses, incluso antes de que estalle la pandemia de coronavirus. El país, en octubre de 2019, se había visto envuelto en violentas protestas contra el Presidente Moise, quien fue acusado de corrupción y mala gestión de la economía, pero Haití también es presa de la violencia criminal y de bandas armadas que, en muchas zonas de la capital Puerto Príncipe, están sembrando el miedo.
La violencia y los secuestros están afectando a todo el mundo
"La violencia y los secuestros, en detrimento de cualquiera, rico o pobre, son cada vez más frecuentes", dijo a Noticias del Vaticano Mariavittoria Rava, presidenta de la Fundación Francesca Rava, que lleva décadas trabajando en la isla caribeña y conoce bien las situaciones de inestabilidad política en Haití. Érase una vez", dice, "los secuestros y la violencia estaban más vinculados a cuestiones políticas, pero ahora mucho de ello se debe a la pobreza, la desorientación general y la necesidad de ganarse la vida, aunque de manera injusta". La reforma política, en opinión de Rava, es por lo tanto correcta e incluso deseada, pero no es el único problema que debe abordarse. "Haití es un país en el que no se garantiza la educación para todos, es un país en el que el trabajo es para muy pocos y los desempleados no pueden satisfacer las necesidades de sus familias y no pueden utilizar su tiempo de forma constructiva".
Jóvenes víctimas de la manipulación y las armas
Un punto importante de observación del nivel de violencia que se está extendiendo en Haití es el hospital pediátrico Saint Damien, en Puerto Príncipe, apoyado por la Fundación, así como el adyacente, el Saint Luc, dirigido por el padre Rick Frechette, sacerdote y médico estadounidense, en el país desde 1987. A San Damián llegan demasiados niños que no tienen nada que ver con las pandillas, pero que se ven envueltos en su violencia. Lo que aflige a esta juventud es evidente a los ojos del Padre Rick y de la propia María Vittoria: los niños, con los medios de comunicación, ven lo que sucede en el mundo, pero, al no tener un guía, son fácilmente manipulables, y siguen con facilidad a quienes les suministran armas y "esta violencia", explica María Vittoria Rava, "es también el resultado de la manipulación política".
La esperanza está en un futuro en el que la gente estudie y trabaje
Hay mucho trabajo que hacer con los jóvenes, hay que darles perspectivas, la oportunidad de ir a la escuela y un trabajo. "Es un país maravilloso - concluye Rava - pero es la incubadora de todo lo que está mal". Hoy en día ya ni siquiera hay personal de mantenimiento de la paz, retirado el año pasado por las Naciones Unidas. Se han hecho promesas, especialmente después del terremoto, pero ahora, la amarga conclusión es que "alguien iluminado debe intervenir para ayudar a guiar a este país fuera de estos momentos de gran dificultad".
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