La pandemia, una oportunidad para detener la destrucción de nuestra Casa Común
Agata Rita Borracci* - Venecia
"En 2020, un diminuto virus invisible puso literalmente de rodillas a la humanidad, humillando sus perspectivas de progreso y socavando el ya delicado equilibrio entre el hombre y el medio ambiente". Así resumió Michele Candotti, jefe de gabinete y director de la oficina ejecutiva de la Agencia de la ONU para el Desarrollo desde 2017, su visión de nuestro planeta. En efecto, la llegada repentina de Covid-19 nos ha encontrado poco preparados para tomar decisiones tan rápidas como fundamentales, y las que se han hecho hasta ahora "no han estado a la altura de los mecanismos que mantienen unida a nuestra sociedad y a la economía que la rige", afirma el agrónomo nacido en Friuli.
"Covid-19, sin embargo, fue tal vez la última fase, el último capítulo de una crisis mucho más profunda, marcada", continuó, "por el creciente impacto dominante de la humanidad sobre la tierra, un impacto tan considerable como para marcar toda una era, la de los humanos, denominada "Antropoceno" por el Premio Nobel de Química Paul Crutzen.
El riesgo que suponen las enfermedades infecciosas a escala mundial ocupa ahora el primer puesto en el Informe de Riesgos Globales publicado por el Foro Económico Mundial (FEM) en 2021 y, en parte, sobre la base de estos datos, ahora es necesario examinar detenidamente y con prioridad los efectos a largo plazo de la pandemia, que afectan tanto a la economía como a las condiciones medioambientales.
Existe el riesgo", subrayó Candotti en otros contextos internacionales, "de que las empresas y los gobiernos sigan retrasando las medidas para contrarrestar los efectos negativos de las amenazas medioambientales y los riesgos económicos, como ocurrió en años anteriores". Se trata de una apuesta que, señaló, ya no podemos permitirnos, como demuestran las condiciones meteorológicas extremas observadas en los últimos meses y las emergencias medioambientales provocadas por el hombre, cada vez más vinculadas a acontecimientos adversos en todos los continentes.
Cuatro oportunidades para prolongar la vida del planeta
Se trata de un reto aún más difícil si tenemos en cuenta el reciente análisis del gasto en las principales economías realizado por la Agencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo, según el cual sólo el 18% del gasto público en la recuperación post-Covid-19 puede considerarse sostenible a nivel planetario.
Sin embargo, según Michele Candotti, la respuesta a Covid-19 ofrece al menos "cuatro oportunidades para no celebrar el fin de la tierra" y reforzar la capacidad de recuperación general de los países, las empresas y la comunidad internacional.
La primera es abordar la crisis climática con decisión y sin más demora. A pesar del descenso de las emisiones de carbono provocado por los bloqueos y las interrupciones del comercio y los viajes internacionales, se calcula que, cuando las economías empiecen a recuperarse, las emisiones aumentarán considerablemente por encima de los niveles de alerta. En segundo lugar, es necesario restablecer la importancia de la cooperación internacional para hacer frente a los riesgos mundiales. En tercer lugar, señala Candotti, será conveniente reorientar el gasto de recuperación posterior a Covid-19 para reconstruir de forma más sostenible.
Aunque hay algunos ejemplos prometedores de políticas de recuperación verde, hay que tener en cuenta -continúa- que se trata de casos pertenecientes a un pequeño grupo de países ricos: lo que tenemos hoy es una oportunidad imperdible para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial y alinear el gasto público con los objetivos de la Agenda 2030, también de cara a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cop26), que se celebrará en Glasgow del 31 de octubre al 12 de noviembre.
Por último, deben reforzarse los esfuerzos para reducir el conflicto entre los sistemas humanos y naturales abordando problemas críticos y de larga data como la deforestación, el comercio ilegal y mal regulado de la fauna silvestre, la agricultura intensiva y las cadenas de suministro insostenible de materias primas.
Un desequilibrio que ya no se puede ignorar
En cuanto a la agricultura, el director de la Oficina Ejecutiva de la Agencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo señaló que "el 80% del cambio en el uso de la tierra está relacionado con la agricultura y 24.000 de las 28.000 especies están en peligro de extinción debido a los sistemas alimentarios". De las tierras agrícolas, casi el 80% se destina a la producción de ganado y de alimentos. En cambio, cuando se trata de la biodiversidad marina, el factor más impactante es la sobrepesca".
Candotti dijo que, según la ONU, "deberíamos reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 45% para 2030 en comparación con las emisiones de 2010, y deberíamos comprometernos a tener cero emisiones netas para 2050, como se establece en el Acuerdo Climático de París".
En definitiva, se trata de actuar cuanto antes, según el agrónomo y ex director general de WWF Italia, para detener el "extraordinario poder de destrucción" de nuestra casa común, propio del Antropoceno.
Un reto que empieza en la vida cotidiana
Candotti señala que "la realidad se ha sofisticado mucho en términos de conocimiento y capacidad de riesgo, frente a los que se rigen por el consenso inmediato y la necesidad de mantener ciertas posiciones ligadas a intereses muy claros".
Se trata, por tanto, de repensar las acciones desde la base y desde un punto de vista colectivo, preocupándose por cómo queremos establecer las relaciones entre nosotros para hacer frente a unos problemas que ahora son globales, en los que nadie se salva y en los que la globalidad se revela tanto en la dimensión espacial como en la temporal. "Espacial porque todo lo que hacemos en cualquier lugar del planeta tiene repercusiones locales muy evidentes y graves, pero también temporal en el sentido de que cada decisión que tomamos hoy repercute en nuestros vecinos y en las generaciones futuras", añadió Candotti, sugiriendo que hay que "reinvertir en la formación de la conciencia de los ciudadanos como ciudadanos de un mundo global", sin desanimarse, ya que la misión no es imposible. "Este es un momento único, que -ha remarcado- requiere una nueva narrativa, un nuevo enfoque: la misma inspiración que nos proporciona la encíclica Laudato si' del Papa Francisco." Un esfuerzo concreto para no rendirnos y resignarnos a ser la última generación del Antropoceno.
*Radio Cubo - Instituto Universitario Salesiano de Venecia y Verona
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