Myanmar: El derrumbe en una mina suma víctimas de la pobreza
Gabriella Ceraso – Ciudad del Vaticano
Lluvias y paisajes lunares por la fuerte deforestación, agravada por la pobreza, el trabajo clandestino y las ganancias que alimentan el mercado de armas y la guerrilla local. Este es el escenario de la nueva tragedia ocurrida al amanecer en el Estado de Kachin, entre Myanmar y China, al norte de la ciudad de Hpakan, una zona pobre e inaccesible donde las empresas mineras explotan la tierra y las personas sin ningún respeto por el medio ambiente y los derechos humanos.
Según los primeros testimonios facilitados por los bomberos, mientras unos 200 rescatistas trabajan para encontrar a los desaparecidos, un desprendimiento convertido en avalancha de lodo arrastró a entre 70 y 100 personas en un escenario no de trabajo sino de muerte, como es habitual aquí. El último episodio en 2020 y luego mirar hacia atrás casi todos los años con cientos de muertes.
Víctimas del oro verde
Son víctimas del oro verde, el jade, un negocio de miles de millones de dólares destinado, sobre todo, al mercado chino, una de las actividades que se desarrolla mayoritariamente en la sombra y que es de las más lucrativas tanto para los militares ahora en el poder como, antes, para el Gobierno, y para grupos como el Ejército de Independencia Kachin, que financian a la guerrilla con los impuestos sobre la extracción de jade, oro y ámbar. El valor de las piedras preciosas varía entre 160 y 200 dólares por gramo y se concentran casi exclusivamente en esta zona en disputa, antes de fluir hacia el mercado mundial del lujo.
En una de las últimas estimaciones del Natural Resource Governance Institute de Nueva York, que vigila la explotación de los recursos naturales en todo el mundo, se calculó que entre el 59 y el 74% del volumen de jade extraído no se registra y escapa al fisco. El golpe de Estado del pasado febrero, que llevó al poder a la Junta Militar y aplazó la solución judicial para la dirigente Aung San Suu Kyi, que sigue en prisión, no sólo provocó violencia y asesinatos en masa, sino que bloqueó cualquier posible reforma del sector minero, alimentando la clandestinidad de las clases desfavorecidas y de las categorías étnicas "invisibles", pero dispuestas a todo para sobrevivir.
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